¿Te has dicho alguna vez “desde que soy cristiano he tenido más problemas que nunca?”. Muchos cristianos ya lo han descubierto ¿Por qué ser cristiano es, a veces, tan difícil? Porque cuando somos hijos de Dios, nos echamos encima un enemigo que no teníamos antes. En nuestros días A.C. (antes de Cristo) el dios de este mundo no se molestaba en prestarnos atención porque éramos parte de su reino. Su meta era mantenernos ahí cegándonos al plan de salvación de Dios (2 Corintios 4:3-4).
Sin embargo, cuando nacimos a la vida en Cristo, el diablo no metió su cola entre sus patas ni guardó sus colmillos, sino que se dedicó a echar a perder nuestra vida con sus mentiras para “probar” que el cristianismo no funciona, que la Palabra de Dios no es verdad y que, en realidad, nada pasó cuando nacimos de nuevo.
“Entonces, ¿cuál es la ventaja de ser cristiano? ¿quién, en su sano juicio, querría meterse en una vida llena de problemas?” puede que te estés preguntando a estas alturas, pero, en realidad, no tenemos que llevar una vida de problemas, no tenemos que ser indefensas piezas de ajedrez a merced de Satanás y sus demonios. Dios ya ha provisto toda la protección que necesitamos para enfrentar todos los ataques satánicos. Sólo tenemos que saber lo que Dios ha provisto y aplicarlo a nuestras vidas.
Algunos cristianos jóvenes son un poco paranoicos con respecto a los poderes del maligno. Temen que los demonios estén al acecho a la vuelta de cada esquina para poseerlos. Ese es un miedo sin base real. Nuestra relación con los poderes demoníacos del mundo espiritual se parece mucho a nuestra relación con los gérmenes del mundo físico. Sabemos que los gérmenes nos rodean por todas partes: en el aire, en el agua, en la comida, en otras personas, hasta en nosotros mismos, pero ¿vivimos constantemente asustados de contraer alguna enfermedad? No, ¡a menos que seamos un hipocondríaco! Debemos saber lo suficiente sobre la sana manera de vivir para comer lo correcto, descansar lo suficiente y mantenemos limpios. No vivas pendiente de los gérmenes sino cuida tu salud y tu sistema de inmunidad te protegerá. Si pescamos un resfriado nos da el sarampión, simplemente lo tratamos y seguimos viviendo.
Lo mismo pasa en el mundo espiritual. Los demonios son como pequeños gérmenes invisibles que andan buscando a quién infectar. La Biblia no nos dice, jamás, que debemos temerles. Basta con tener conciencia de la realidad de estos seres y consagramos a llevar una vida recta y justa a pesar de ellos. En caso que nos ataquen, los enfrentamos inmediatamente y seguimos viviendo. No te centres en los demonios; céntrate en Cristo.
Recuerda: lo único grande, enorme, de un demonio es su boca. Los demonios son mentirosos por naturaleza. Estamos equipados en Jesucristo, la Verdad, con toda la autoridad y protección que necesitamos para tratar y manejar todo lo que ellos nos arrojan.
PARTICIPANDO EN LA PROTECCIÓN DE DIOS
Efesios 6:10-18 nos habla del programa total de protección de Dios. Fíjate cuántas veces nos manda a participar activamente en la defensa espiritual que Él ha provisto para nosotros: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes (versículos 10-13).
Puede que te estés preguntando: “Si mi posición en Cristo está segura y mi protección se encuentra en El, ¿por qué tengo que participar; no puedo simplemente descansar y dejar que El me proteja?”
Esto es como si un soldado dijera: “Nuestro país tiene un ejército grande y poderoso. Tenemos los aviones y los tanques con la más avanzada tecnología de todo el mundo. Por qué he de molestarme en llevar un casco, o aprender a disparar un arma, me quedaré en el campamento mientras los tanques y los aviones luchan”. ¡Imagínate cuál será el soldado que caerá primero bajo el fuego enemigo cuando lleguen sus tropas!
Dios, nuestro “comandante en jefe” ha provisto todo lo que necesitamos para ganar la batalla contra las potestades de las tinieblas y nos dice: “Yo he preparado un plan de batalla para vencer y he diseñado armas efectivas con este propósito, pero si tú no haces tu parte permaneciendo en servicio activo, es probable que termines siendo una baja”. No puedes esperar que Dios te proteja de las influencias de los demonios si no participas activamente en la estrategia que Él tiene preparada.
VESTIDO PARA TRIUNFAR
Nuestra principal protección contra el enemigo es la armadura que Dios nos ha dado y la cual nos manda a usar. Pablo escribió: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:14-17).
Cuando nos ponemos la armadura de Dios estamos, en realidad, poniéndonos a Cristo (Romanos 13:12-14) y cuando nos ponemos a Cristo nos estamos colocando bajo la protección de Cristo donde el maligno no puede tocamos (1 Juan 5:18).
Extracto del libro Rompiendo Las Cadenas Edición Para Jóvenes
Por Neil T. Anderson y Dave Park