TU PUEDES GANAR LA BATALLA POR TU MENTE
Romanos 7:23 y 8:5-7 muestran que el centro de toda atadura espiritual es la mente. Allí es donde se tiene que pelear y ganar la batalla si vamos a experimentar la libertad en Cristo, que es nuestra herencia. Pablo lo escribió en 2º Corintios 10:3-5. Algunas fortalezas de malas costumbres y patrones de pensamientos pecadores fueron establecidas cuando aprendimos a vivir independientes de Dios. Nuestro medio ambiente no-cristiano nos enseñó a pensar y responder a la vida de una manera no-cristiana; esos patrones y esas respuestas quedaron arraigadas en nuestra mente como fortalezas, pero, cuando llegamos a ser cristianos, nadie los borró de nuestra mente. Nuestras viejas costumbres camales tampoco fueron borradas; siguen siendo parte de nuestra carne y tenemos que enfrentarlas a diario. Sin embargo, gracias a Dios, no somos simplemente el producto de nuestro pasado, sino que somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17) y, ahora, somos principalmente producto de la obra de Cristo en la cruz. Las antiguas fortalezas se pueden destruir, como está descrito en la Tercera Parte de este libro.
Ahora eres cristiano, pero Satanás sigue interesado en usarte para sus objetivos tratando de controlar tu mente. Satanás siempre trata de promover sus mentiras y llenar tus pensamientos con sus pensamientos. Él sabe que si puede controlar tus pensamientos, puede controlar tu comportamiento.
Satanás es astuto; no se abalanza como toro en cristalería; más bien, entra sin llamar la atención como una serpiente que se desliza por el pasto (2 Corintios 11:3). El puede meter sus pensamientos tentándote a actuar independiente de Dios, como si fueran pensamientos tuyos o hasta de Dios. Las Escrituras enseñan claramente que Satanás puede poner pensamientos en nuestras mentes como lo hizo con David (1 Crónicas 21:1), Judas (Juan 13:2) y Ananías (Hechos 5:3).
A un alumno mío, de nombre Jay, le pasó algo que realmente muestra cuán engañadores pueden ser los pensamientos de Satanás. Jay entró a mi oficina un día y dijo: “Doctor Anderson, estoy en dificultades”.
“¿Qué te pasa?” —le pregunté. “Cuando me siento a estudiar, tengo una sensación de cosquilleo por todo mi cuerpo, mis brazos se levantan solos, mi visión se pone borrosa y no puedo concentrarme”.
“Háblame de cómo andas con Dios” —le pedí. “Camino muy de cerca con Dios” —se jactó Jay. ¿Qué quieres decir con eso?. “Bueno, cada tarde cuando salgo de mis clases, le pregunto a Dios dónde quiere que coma. Si oigo un pensamiento que dice en tal parte, allá voy; después, le pregunto qué quiere que coma. Si me llega un pensamiento que debo pedir una hamburguesa con mucho queso, la pido así, con mucho queso”.
“¿Y qué me dices de tu asistencia a la iglesia?” —continué. “Voy cada domingo donde Dios me dice que vaya. Los últimos tres domingos, Dios me ha dicho que vaya a una iglesia mormona”.
Yo supe inmediatamente que el diablo estaba invadiendo los pensamientos de Jay porque Dios nunca dirigiría a un cristiano a ir a una iglesia que presenta una doctrina torcida de Cristo y de la Palabra de Dios. Jay deseaba sinceramente hacer lo que Dios le indicara, pero estaba escuchando sus pensamientos subjetivos como si fueran la voz de Dios en vez de “llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). Se había abierto a las maquinaciones de Satanás.
Si no vences las tentaciones de Satanás desde que entran a tu mente, empezarás a rumiar sus pensamientos, a considerar la tentación como una opción y, finalmente, decidirás actuar de acuerdo a ellos. Los actos repetidos forman costumbres y si repites una costumbre pecadora durante bastante tiempo, se establecerá una fortaleza en tu mente; una vez establecida, lucharás con los derrotados patrones de pensamiento que Pablo describe en Romanos 7.
¿Cómo se destruyen las fortalezas? Los patrones negativos de pensamiento y comportamiento se aprenden y se pueden “desaprender” por medio de la consejería y el estudio disciplinado de la Biblia. Algunas fortalezas resultan de influencias demoníacas y de problemas espirituales del pasado. La gente que tiene esta clase de problemas tiene que ser liberada de las cadenas de las mentiras de Satanás mediante la verdad de Dios. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
Cuando Morgan vino a verme —Dave—, era una joven cristiana encadenada a un autodestructor desorden del comer, Ella era la única cristiana de la familia, luchaba con sentimientos de inseguridad y de no ser amada. Estaba atrapada en el círculo vicioso de comer en exceso-vomitar-confesar-comer en exceso- vomitar-confesar; vivía esta pesadilla día tras día.
Mi esposa y yo nos reunimos con ella durante 6 horas en un solo día, llevándola a dar los pasos hacia la libertad, que se encuentran en la Tercera Parte. Cuando Morgan se fue, era una niña diferente que ya no necesitaba seguir castigándose por el pecado y el mal que producía su enferma conducta. Poco después de este encuentro con Morgan, recibimos la siguiente carta:
Queridos Dave y Grace: Me pillé comiendo en exceso otra vez esta tarde ¿por qué? Porque estaba cansada. Cuando estoy cansada me exijo el máximo para trabajar más y, entonces, como en exceso. Oré pidiendo el perdón de Dios. Se me ocurrió que tenía que vomitar. Estaba sola y podría haberlo hecho, pero Dios no iba a ser glorificado si yo hacía eso. He aquí los pensamientos que permití pasar por mi mente: 1) estoy cansada; 2) Satanás, eres un mentiroso podrido; 3) Dios, mi cuerpo es Tu templo; 4) he sido comprada por precio; no soy dueña de mí; 5) podría glorificar a Dios de alguna otra manera; en vez de vomitar para sentirme mejor; 6) hay gente en mi vida que me ama; 7) no tengo que castigarme más; 8) no soy mala; en realidad soy santa; 9) como preciosa hija de Dios no dañaré mi cuerpo o mi espíritu o mi mente con la destrucción que causo a mi cuerpo cuando vomito. Ahora me estoy riendo. Me siento tan bien de estar en control de mí misma. Esta es libertad en Cristo. Les amo en Cristo, Morgan.
Esperamos que te estés dando cuenta que la victoria está verdaderamente a disposición de aquellos que están en Cristo. Hay una guerra desatada, pero nosotros estamos en el lado ganador pues ¡somos más que vencedores en Cristo!
ENCUENTRO CON LA VERDAD
Lee: Romanos 7:15-25. Reflexiona:
- ¿Cómo ejercerá un potente efecto positivo en tu victoria diaria sobre el pecado y Satanás el verte como santo en vez de pecador?
- ¿En qué formas fuimos preparados para vivir independientes de Dios antes de conocer a Cristo? ¿Cómo superar estos viejos impulsos de servirnos a nosotros mismos y aprender a servir a Dios?
- ¿Por qué no sirve para superar a los pecados cometidos el castigarse a uno mismo?
- Los actos repetidos se vuelven costumbre. ¿Cómo destruir las malas costumbres o las fortalezas?
Responde: Ora y pide al Señor que te revele todas las fortalezas o malas costumbres que puedas tener.
Extracto del libro Rompiendo Las Cadenas Edición Para Jóvenes
Por Neil T. Anderson y Dave Park