LA GENEROSIDAD NOS MANTIENE VIVOS

Cuando vivía en Chicago, tuve el privilegio de visitar muchas veces el Museo Field de Historia Natural. Es un lugar único en el mundo. Una de las colecciones que más admiro del museo es la de mariposas, con aproximadamente unas noventa mil de ellas. ¡Algunas son de una belleza realmente impresionante! Sin embargo, hay una gran diferencia entre una mariposa de colección que admiras en un museo y la que verías en el mariposario del Museo Nacional de Costa Rica o en el Santuario de las Monarcas en Michoacán, México. Ambas mariposas tienen una belleza inigualable. Pero una está muerta y la otra está viva.

Y esa misma es la diferencia entre una persona que simplemente ha acumulado mucho dinero, y una persona que ha aprendido a ser próspera también en el área de su generosidad. La segunda tiene vida. Por eso en esta etapa, en la que estás estableciendo tus valores para la vida, necesitas aprender a valorar profundamente la generosidad.

Una economía de mercado sin corazón se convierte en una jungla en la que solamente el más fuerte sobrevive. O se convierte en un mar en el cual el pez más grande se come al chico. ¿Te suena familiar la comparación? Claro, porque es lo que ves todos los días a tu alrededor. Si, en cambio, queremos llegar a disfrutar de la prosperidad integral, debemos empezar a valorar el amor y el compromiso hacia los demás, expresados en actos de generosidad.

UN CORAZÓN GENEROSO TIENE LO QUE SE NECESITA PARA SER FELIZ

El famoso rey Salomón nos dice: «El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado» (Proverbios 11.25). Así que esta no es una fórmula mágica proveniente de los modernos «profetas de la prosperidad». ¡Y por supuesto que para prosperar necesitas hacer mucho más que simplemente dar dinero a otros! Pero un corazón generoso tiene lo que se necesita para ser feliz: sabe vivir desapegado a los bienes materiales, y sabe valorar las cosas importantes de la vida.

Yo creo firmemente que una de las principales razones por las que Dios nos permite disfrutar de la prosperidad es para que podamos compartirla. Cualquiera que sea tu posición económica, creo que es importantísimo que aprendamos a compartir de nuestras bendiciones. Si no lo hacemos, morimos un poco como personas. Hemos sido diseñados para compartir lo poco o lo mucho que tengamos; las alegrías y las tristezas. Y el egoísmo o la avaricia no nos caen muy bien al espíritu… El dar luego de recibir es un proceso vital que permite mantener la frescura de nuestro corazón.

1. La generosidad demuestra madurez

No hay ser más egoísta en el mundo que un bebé recién nacido… Gracias a Dios, a medida que pasa el tiempo ese bebé crece. Y a medida en que crece, uno le puede ir enseñando a compartir… Y así, con el correr de los años, este niño o niña va aprendiendo el arte de compartir y de dar. Sigue pasando el tiempo, y un día se casa. Y tiene sus propios hijos.

Entonces dos cosas muy raras le pasan. Lo primero, es que comienza a ver lo que es tener sus propios dictadores en miniatura. Lo segundo, es que se da cuenta que ha llegado a una etapa en la vida en la que estaría dispuesto a dar su propia vida por otros, por sus hijos.

Esa es una señal de madurez. El día en que tú ves que estarías dispuesto a dar hasta tu propia vida por otros, ese es el punto en tu vida en el que has dejado atrás las cosas de niño y has entrado en la edad de madurez emocional. El poder darse a sí mismo por una causa, por Dios, por los demás, es una demostración externa de que algo ha cambiado profundamente en nuestra vida interna.

¿En qué etapa de este camino te encuentras tú? ¿Todavía estás esperando el sustento diario de tus padres? ¿Todavía sientes que el mundo da vueltas alrededor tuyo?… ¿O ya sientes que te quieres dar por una causa, que puedes dar algo de ti a Dios y a los demás? Piénsalo…

2. La generosidad no requiere dinero, requiere carácter

En primer lugar, debemos aprender a dar con la actitud apropiada. En 1 Corintios 13, su famoso texto sobre la naturaleza del amor, Pablo dice una profunda verdad: el dar, si no es por amor, de nada sirve. Puedo darlo todo, puedo repartir todo lo que tengo entre los pobres del mundo, puedo entregar incluso mi cuerpo en martirio por una noble causa. Pero si no lo hago por amor, de nada sirve… Aquí no estamos hablando de religión o de religiosidad. Los religiosos también son unos farsantes si no ponen su corazón en sus ofrendas, a pesar de que den en forma meticulosa ciertas cantidades específicas de dinero. Los fariseos habían sido cuidadosos en dar la cantidad correcta, y fueron fuertemente reprendidos por su actitud.

En segundo lugar (y esto es una creencia profundamente personal) debemos dar primeramente a Dios. El sabio Salomón nuevamente nos dice en sus famosos proverbios que debemos honrar a Dios con la décima parte de todas nuestras entradas y darle a él lo primero de todo el fruto de nuestro trabajo. Si solamente das a una iglesia, parroquia, mezquita o sinagoga, eso solo es caridad. Pero darle a Dios es un acto de adoración y humillación delante de él. Es una excelente actitud personal que nos permite tener el enfoque apropiado para encarar la vida.

En tercer lugar, debemos compartir con otros con alegría, no porque nos sentimos culpables o presionados al hacerlo, sino porque amamos a Dios y al prójimo (mira 2 Corintios 9.7). Cada vez que voy a un servicio religioso y observo la cara que tienen las personas al momento de dar la ofrenda, no veo la imagen de personas en una fiesta, sino la imagen de un paciente en la silla del dentista esperando una dolorosa extracción.

En cuarto lugar, debemos, de vez en cuando, estar dispuestos al sacrificio por amor a otros. Yo no creo que uno siempre tenga que dar sacrificialmente. Pero hay momentos en la vida en las que se requiere de un sacrificio personal, de decir «no» a ciertas cosas para poder ayudar a otros. Mis héroes son los cristianos griegos del primer siglo que vivían en una provincia llamada Macedonia (no confundir con el país actual del mismo nombre). Los macedonios, a pesar de estar en una terrible situación económica, en pruebas difíciles y en extrema pobreza, aun así le pidieron a San Pablo que les diera el privilegio de compartir de lo poco que tenían con los pobres de Jerusalén. (Puedes leer sobre esto en 2 Corintios 8.1-7). Se entregaron ellos mismos primero a Dios, y luego a su prójimo, a pesar de sus circunstancias. Eso es tener carácter.

No necesitas tener mucho dinero para poder ayudar a otros. Simplemente tienes que tener los ojos abiertos y el corazón dispuesto para poder ser un elemento de cambio en el lugar en el que te ha tocado vivir.

3. La generosidad es un reflejo de nuestro ser interior

Cuentan que había una vez un mendigo que estaba pidiendo dinero al lado del camino, cuando pasó a su lado un famoso general romano llamado Marcos Augusto. El general lo miró y, con un gesto bondadoso, le dio unas cuantas monedas de oro. Uno de los sirvientes del gran militar, sorprendido por su generosidad, le dijo en tono muy respetuoso: —Mi excelentísimo Marcos Augusto, algunas monedas de cobre podrían haber satisfecho la necesidad de este mendigo. ¿Por qué darle oro?

El gran líder miró a su paje con una sonrisa a flor de piel, y le contestó sabiamente: —Algunas monedas de cobre podrían haber satisfecho la necesidad del mendigo; pero las monedas de oro satisfacen la generosidad de tu amado general.

Aprendamos a dar en un nivel económico que no solamente satisfaga las necesidades físicas de los demás, sino que, por sobre todo, satisfaga la generosidad y la integridad de nuestro corazón.

ACTIVIDAD.

¿Qué opines sobre la frase del autor que dice que «un corazón generoso tiene lo que se necesita para ser feliz»?

El autor escribe: «Yo creo firmemente que una de las principales razones por las que Dios nos permite disfrutar de la prosperidad es para que podamos compartirla». ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué sí o por qué no?

Cuando el autor habla de que la generosidad requiere tener el carácter adecuado, él lista ciertas características.

  • Primero, dice que debemos dar con la actitud apropiada, con amor. ¿Sientes que esto se cumple en tu vida?
  • Segundo, dice que debemos dar primeramente a Dios. ¿Sientes que esto se cumple en tu vida?
  • Tercero, dice que debemos dar con alegría. ¿Sientes que esto se cumple en tu vida?
  • Cuarto, dice que debemos, de vez en cuando, estar dispuestos al sacrificio por amor a otros. ¿Sientes que esto se cumple en tu vida?

El autor escribe: «No necesitas tener mucho dinero para poder ayudar a otros». ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Por qué crees que a la mayoría de la gente le cuesta compartir lo que tiene? ¿Qué crees tú que se podría hacer para tener más organizaciones de ayuda en nuestras comunidades, y cómo podríamos encontrar fondos para solventarlas?

Dar. Mira este comercial de la Asociación AFANOC, difundido por la televisión española: culturafinanciera.org/finanzasinteligentes Piensa en el mensaje de fondo. ¿Qué nos enseña este comercial de TV? ¿Qué es lo que tú puedes dar? Escribe aquí debajo algunas ideas:

Ahora vuelve a revisar la lista que acabas de escribir y ponle a cada idea una fecha, una forma de organizarte, o lo que sea que haga falta para que no se queden en ideas y puedas efectivamente ponerlas en práctica y comenzar a dar lo que puedes dar…

Extracto del libro Finanzas Inteligentes Para Una Nueva Generación

Por Andrés Panasiuk

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