PRINCIPIOS Y VALORES

Hay una gran diferencia entre principios y valores (a pesar que la gente utiliza los términos en forma indistinta). Y aunque sé que hay diversas posiciones y enseñanzas con respecto a este tema, permíteme aportar mi granito de arena y compartirte mis ideas y definiciones con respecto a lo que creo yo que son los principios y los valores. Yo creo que los valores son aquellas cosas que nosotros creemos importantes en la vida. Los valores pueden ser buenos o malos. Por ejemplo, cuando mi familia y yo solíamos servir a la gente de habla hispana en uno de los barrios más violentos de Estados Unidos, nos dábamos cuenta que los miembros de las pandillas compartían entre sí los mismos valores. Eran valores erróneos, enfermizos, equivocados, pero todos y cada uno de esos pandilleros indiscutiblemente compartían aquellos valores que tenían en común.

Los principios, por otro lado, no pueden ser buenos o malos, correctos o incorrectos. Los principios, a mi modo de ver, son siempre buenos, son siempre correctos. Una persona simplemente los obedece o los desobedece. Los sigue o no los sigue.

  • Los valores son los materiales de una casa. Es importante tener los materiales correctos para construir la casa que queremos. (¿Quién se podría imaginar tratar de construir una casa de tres pisos con papel y cartón?).
  • Los principios, por otro lado, son las normas y reglas que debemos seguir si queremos construir una casa que perdure. No importa qué tipo, tamaño o forma tenga la casa. Los principios de la construcción de casas siempre serán los mismos.

En mi primer best seller titulado ¿Cómo llego a fin de mes?, yo sugerí a mis lectores siete principios importantísimos que debían ser parte de su «Norte». Si me permites, me gustaría compartir ahora esa lista contigo.

Estos principios son:

1. El principio de la renuncia: Nada es mío. Todo me ha sido dado por gracia. Yo debo pensar como un administrador y no como un dueño.

2. El principio de la felicidad: Debemos aprender a ser felices en la situación económica en que nos encontremos. Más dinero puede equivaler a más diversión, pero diversión no es lo mismo que felicidad.

3. El principio de la paciencia: La perseverancia es lo que distingue al mediocre del exitoso.

4. El principio del ahorro: El ahorro es la base de la fortuna. La riqueza es la acumulación de recursos, y no está directamente relacionada con un gran salario.

5. El principio de la integridad: Lo que siembras, cosechas. La integridad mantiene la gracia sobre nuestras vidas.

6. El principio del amor y la compasión: Es mucho mejor dar que recibir.

7. El principio del dominio propio: Mejor que dominar una ciudad es dominarse a sí mismo.

Estos principios deben formar parte del fundamento filosófico de tu vida. Si quieres que te vaya bien en tus finanzas, debes adoptarlos, debes abrazarlos y debes vivirlos cada día. Debes rechazar el pragmatismo en el que has crecido («así funcionan las cosas en nuestro país»), debes hacer caso omiso de la ética situacional («las cosas están bien o están mal dependiendo de la situación en la que te encuentres»), y debes rebelarte frente a las personas negativas y derrotistas que te dicen que «siempre hemos hecho las cosas de esta manera».

Sé diferente. ¡Si haces lo mismo que los demás nunca lograrás resultados distintos! Los que llegan a lugares adonde otros jamás han llegado son aquellos que se comportan diferente. Cuando uno tiene una brújula, un lugar al cual mirar para saber dónde está el Norte, los problemas no cambian, pero nuestro nivel de estrés mucho menor.

LA LITERATURA DEL SER Y DEL HACER

Me gustaría compartir contigo un material tomado de mi libro ¿Cómo llego a fin de mes? que justamente trata sobre este asunto. Allí cuento que después de leer a Stephen Covey en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva me he convencido de que el pragmatismo del «Cómo hacer…» dentro de nuestros países de habla hispana, es el resultado de los últimos cincuenta años de la «literatura del éxito» en los Estados Unidos.

De acuerdo a Covey, si analizamos los últimos 200 años de literatura norteamericana sobre el tema de cómo alcanzar el éxito en la vida, los primeros 150 (aquellos años en los que el país se fue formando como una potencia económica mundial) apuntan primordialmente al carácter personal como la fuente de la cual surgirían los elementos necesarios para triunfar. Me gustaría llamar a esta literatura «la literatura del ser».

La literatura del ser, según Covey, apunta primordialmente a moldear nuestro carácter. A tocar temas como la integridad, la humildad, la fidelidad, la valentía, el honor, la paciencia, el trabajo industrioso, la modestia y la simplicidad. Es interesante que son justamente ese tipo de consejos los que escribe a su heredera Merceditas en sus famosas «Máximas para mi hija» el famoso libertador Don José de San Martín.

Sin embargo, y por otro lado, desde los años 1940 en adelante se nota un incremento considerable de una literatura del éxito más pragmática: una literatura técnica, orientada hacia los procesos. El éxito, entonces, comienza a depender de la personalidad, de las actitudes, del comportamiento. El énfasis en esta literatura, según Covey, tiene dos áreas fundamentales. Por un lado, se enseña al lector cómo manejar las relaciones interpersonales y, por el otro, se le enseña a tener una «A.M.P.» (Actitud Mental Positiva). Esta es la literatura que yo llamaría «la literatura del hacer».

Típicos temas de este tipo de libros podrían ser (y aquí estoy listando títulos imaginarios): «Los cinco pasos para hacer amigos y venderles todo lo que usted quiera», «Los tres secretos para el éxito», «Cómo vestirnos para triunfar», «Lo que su mente puede creer, usted lo puede hacer», y cosas por el estilo. No estoy diciendo que este último tipo de literatura esté equivocada. Simplemente es importante entender que la literatura del hacer llegó al público norteamericano después de 150 años de énfasis en la literatura del ser.

Una construye sobre la otra. El problema es que, al parecer, nuestras sociedades se han olvidado de la literatura que apunta hacia la formación de nuestro carácter, para enfatizar primordialmente en aquella que apunta hacia los procesos y técnicas pragmáticas. Eso es normal en nuestros países: absorbemos todo lo que viene del norte sin filtros ni anestesias.

La literatura del hacernos deja con una sensación de estar vacíos, porque nos enseña a crear una máscara exterior y a aparentar lo que no somos con el fin de obtener los resultados que queremos. Estos procesos no son permanentes, como tampoco lo son sus resultados… Una de nuestras tareas será el producir en ti un cambio de personalidad. Cambiarte interiormente para que ello cambie tu comportamiento. Darte un nuevo ser para que impacte tu hacer. Prepárate para cambiar. Prepárate para adoptar un nuevo Norte.

ACTIVIDAD

¿En qué se diferencia una brújula de un GPS? ¿En qué sentido el tener claros tus principios y valores es similar a tener una brújula?

¿Podrías mencionar algunos principios que podrían ser tu «Norte», y dar ejemplos de cómo sería su aplicación a una situación concreta?

¿Cuál es, según el autor, la diferencia entre principios y valores? ¿Recuerdas cuáles son los 7 principios que propone el autor? Aquí está la lista. ¿Podrías explicar de qué se trata cada uno?

  • El principio de la renuncia:
  • El principio de la felicidad:
  • El principio de la paciencia:
  • El principio del ahorro:
  • El principio de la integridad:
  • El principio del amor y la compasión:
  • El principio del dominio propio:

¿Podrías explicar con tus propias palabras la diferencia entre la «literatura del ser» y la «literatura del hacer»? ¿Cuáles son las consecuencias, a nivel personal y como sociedad, que resultan de aplicar principalmente uno u otro tipo de literatura?

La Historia de Juan. Lee esta historia y piensa…

Juan era un devoto cristiano que trabajaba para una empresa editora muy grande. La empresa para la cual trabajó por tantos años terminó eliminando la división a la que pertenecía dejándole literalmente en la calle con todos sus demás compañeros. Un tiempo después, un grupo de inversionistas que no tenían temor de Dios le propusieron asociarse para crear una empresa que proporcionara exactamente los mismos servicios que daba la división en la que él solía trabajar. El deseo de Juan era el de operar esta nueva empresa de acuerdo con los preceptos bíblicos, sin embargo no tenía control respecto de las actividades que realizaban los demás socios. Para iniciar sus actividades, los socios usaron la «cartera de clientes» de la división eliminada en la empresa anterior. Eso fue algo valiosísimo para establecer sus primeros contactos y lanzar exitosamente la empresa. Por otro lado, la empresa editora en la cual había trabajado Juan, vendió todo el inventario de la división desactivada, con la cartera de clientes incluida. Cuando la empresa compradora descubrió que sus ventas estaban muy por debajo de lo que se había anticipado, decidió llevar a juicio a la empresa en la que ahora estaba Juan por prácticas desleales de negocios, basados en el hecho de que habían hecho uso de una «cartera de clientes» (o base de datos) que no les pertenecía, pues era de propiedad de la empresa original.

1. ¿Cómo debería responder Juan si, en medio del juicio, se le pregunta si sabía que se estaba usando dicha base de datos sustraída de la antigua empresa?

2. Honestamente, ¿cómo te sentirías tú si estuvieras en su misma situación? ¿Cuáles serían tus luchas internas?

3. Mira hacia atrás en el tiempo. ¿Cuáles fueron las decisiones erróneas que tomó Juan y que ahora lo colocaron en este aprieto moral?

4. Lee los siguientes versículos bíblicos para profundizar y entender mejor el contexto bíblico del problema.

  • Proverbios 12.22
  • Éxodo 20.16
  • Romanos 13.1-5
  • Génesis 14.22-23
  • Filipenses 2.4
  • 2 Corintios 6.14-15

Ahora vuelve a leer tus respuestas al punto anterior y agrega más ideas:

Extracto del libro Finanzas Inteligentes Para Una Nueva Generación

Por Andrés Panasiuk

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