Algunos que se llaman cristianos no hacen nada relacionado con su fe fuera de los cultos públicos. Es difícil que esta rela­ción sea algo personal. Si hemos reducido nuestra vida espiritual solamente a los momentos en los que nos en­contramos con gente, es decir a la reunión del domin­go, sábado o cualquier otra que se realiza en la iglesia, ¿qué buscamos? ¿La alabanza de los hombres? ¿Nues­tra propia satisfacción? ¿Servir y agradar a Dios?

Creo sinceramente que la vida espiritual está motivada por la humildad, por reconocer nuestra pobreza de espíritu, es decir, nuestra necesidad de dependencia total de Dios. Solo cuando toda mi vida gira en torno a él mi espiritualidad tiene sentido. También debe estar motivada por el amor y el servicio a Dios. Desde niño he querido amar a Dios como se merece, he querido servirle como lo que es, Creador de todo, el creador de mi vida, mi Redentor, mi roca donde puedo aga­rrarme en momentos difíciles, reconociendo cuál es mi lugar y cuál es el suyo. Y creo que sinceramente esa espiritualidad debe ser expresada de una forma visible, que no quiere decir vistosa, en el servicio y ayuda a los demás. El primer mandamiento de Dios es amarle a él con todas mis fuerzas, corazón y mente, y seguidamente amar a los demás. No hay elección posible de amar a Dios sin amar a las personas, sin embargo, muchos aman a Dios y se olvidan de su fa­milia, sus amigos, sus vecinos y compañeros. Ya sabe­mos que muchos nos van a hacer daño, pero a mí lo que me importa es agradar a mi Dios. Tal vez muchos piensen que soy tonto, aunque yo prefiero decir “soy diferente, ¿y qué?” Pero no puedo comprender ser cristiano sin estar al servicio de este mundo.

Puedo decir sin miedo a equivocarme que la verda­dera espiritualidad es servir a Dios sirviendo a los demás. Cuando esto comienza a ser una realidad en tu vida es cuando realmente conoces esa voluntad de Dios que resulta agradable y perfecta. Es cuando em­piezas a disfrutar de todas esas cosas que Dios tiene preparadas para cada uno de nosotros. Prueba a vivir la fe de esta manera, de forma diferente, no te con­formes con cumplir una serie de ritos o normas, no te conformes con representar un papel.

Dice la Palabra de Dios: “Así pues, despojaos de todo lo impuro y de la maldad que tanto abunda, y aceptad humil­demente el mensaje sembrado en vuestro corazón. Ese mensaje tiene poder para salvaros. Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, y pues de lo contrario os estaríais engañando a vosotros mismos. Si alguno se cree religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve para nada. La religión pura y sin mancha delante del Dios y Padre es ésta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y no mancharse con la maldad de este mundo” (Santiago 1.21-22; 26-27).

Los huérfanos y las viudas son una representación de todos los débiles de este mundo, de todos aquellos que sufren a causa de la injusticia social. Para ellos es mi vida y, por lo tanto, mi espiritualidad. Porque la acción de un solo hombre puede cambiar el destino de su familia, su barrio, su ciudad, e incluso, su nación. Tal vez sea una utopía pero sigo creyendo en ellas por el poder de Dios que actúa en nosotros.

Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”

Por Israel Martorell Alonso


MAS INFO

Síguenos en Instagram para las mejores imágenes y memes cristianos: @desafio.joven

Para más novedades síguenos en Facebook: DESAFIO JOVEN

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí