Me gustaría comentarte otro de los graves peligros que observo entre los cristianos. Sí, es cierto que muchos cambian sus actitudes y empiezan a tener prácticas espirituales, como orar y leer la Biblia cada día, asistir a la iglesia regularmente… ¿Cómo puede ser que personas “muy espirituales” lleguen a come­ter tantas aberraciones o a estar controlados por su propio egoísmo? Cumplir con las prácticas devocionales no es lo mismo que seguir la voluntad de Dios, porque Dios ve más allá del comportamiento exterior. Busca una motivación correcta, alguien que esté lim­pio de corazón, adoradores que le buscan en espíritu y en verdad. La verdadera espiritualidad está motivada por servir y agradar a Dios y no por la alabanza de los demás o de uno mismo, en esto ya hemos estado reflexionando anteriormente. Es triste ver que muchos jóvenes que van a la iglesia critican duramente a los adultos por su aparente “hipocresía”. Sin embargo, ellos mismos viven una falsa espiritualidad que se limita solamente a los momentos en que los ven. Su motivación es la de quedar bien con los demás.

Jesús, en varios pasajes bíblicos, critica duramente a los religiosos por el mismo motivo. Jesús no condena la vida espiritual, condena las actitudes incorrectas en la vida espiritual. Él está seguro de que llevaremos una vida de oración, involucración social, estudio… Ahora deberíamos preguntarnos: ¿Qué es ser hi­pócrita? Pues básicamente, es llevar una máscara, representar un papel, tener una doble vida, jugar a dos caras. No podemos ser buenos el domingo por la mañana, en la reunión de jóvenes y en los campamen­tos y luego en el día a día no respetar a mis padres, usar un lenguaje vulgar, salir de fiesta hasta perder el control, reírnos y ridiculizar a otros, etc., porque además el problema es que uno acaba por creerse la representación de su papel. Cuando era joven durante un tiempo me ocurrió esto. Había convertido mi vida espiritual en el cumplimiento de un trámite, en un jue­go de doble cara.

¿Y tú? ¿Cuál es tu motivación a la hora de dar la ofrenda, ir a los cultos o en tu tiempo de oración o devocional? ¿Eres consciente de que tal vez hayas caído en la trampa de representar un papel? Piénsalo.

Por supuesto que no hay problema en orar en público, pero no como un trámite, ni algo para acallar nuestra conciencia. La motivación correcta en las prácticas espirituales es agradar a Dios. Es cierto que Dios da recompensa a los que le buscan a él. Tal vez en tu vida espiritual solamente te satisface la admiración u opinión positiva de los demás. Sin embargo, si nuestra moti­vación debe ser agradar a Dios mismo, cuando en tu vida espiritual buscas el alago de otros, acabarás por abandonar el barco, pues siempre habrá momentos en los que no serás reconocido. Por eso es de vital impor­tancia entender la auténtica espiritualidad.

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