Dios nos ha dicho que seamos sal y luz en este mundo. Soy diferente, no soy conformista. Jeffrey D. León tiene una cita en su libro «Soy líder de jóvenes» que dice: «Nunca hagas nada en tu vida, ni siquiera un ministerio, solamente porque otros lo están haciendo. Hazlo porque tienes la convic­ción de que está de acuerdo con Dios y su verdad».

Transformar nuestra mente consiste en decir «no» a mi voluntad y decir «sí» a la voluntad de Dios. Consiste en cambiar el patrón de mis pensamientos que guían mis deseos para ser sustituidos por los pensamientos que Dios quiere. No se trata de lavar mi cerebro y volverme un fanático, sino de examinar todas las cosas a través de la Biblia. En el Salmo 119.9 Dios dice: «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra». Es por medio de la Biblia que adquirimos nuevo enten­dimiento, nuevas formas de pensar, pensamientos que agradan a Dios. Jesús mismo criticó a los fariseos porque habían renunciado a pensar, se limitaban con cumplir una serie de ritos. Si leemos Marcos 7.1-23 vemos que Jesús insta a renovar la mente porque de los pensamientos surgen los pecados, los hechos que van contra la voluntad de Dios. La transformación, aun­que tiene un reflejo exterior, se produce en el interior de cada individuo. Son pensamientos que nos llevan a prácticas y hábitos de acuerdo con la voluntad de Dios. Esa transformación solo surge como resultado de in­vertir tiempo conociendo a Dios.

La mente es tal vez aquella parte del ser humano más desconocida. Hoy día nos asustan y fascinan todas las cosas que tienen que ver con la mente. En el aspecto negativo, las enfermedades mentales de las que sa­bemos tan poco, y en el positivo, en las capacidades extraordinarias que se esconden en la mente de las personas. Dicen que los seres humanos, por lo gene­ral, solo desarrollamos el treinta por ciento de nues­tra capacidad mental. ¡Imagínate lo que podrías hacer si desarrollaras el cien por cien! Lo maravilloso es que Dios es capaz de ver todo nuestro potencial, por eso nos pide que transformemos la mente, porque eso cambiará nuestra vida y veremos cómo el poder de Dios, que actúa en nosotros, hace cosas mucho más allá de lo que entendemos o pensamos.

Pido a Dios que ilumine vuestra mente para que sepáis cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que perte­necen a su pueblo y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes. Y ahora, gloria sea a Dios, que tiene poder para hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, por medio de su poder que actúa en nosotros (Efesios 1.l8-19a; 3.20).

No dejes que tu mente se atrofie. Piensa, párate, de­sarrolla un espíritu crítico para que no te dejes llevar por cualquier cosa que oigas, por cualquier moda u opinión. Estudia, lee, desarrolla tu mente.

Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”

Por Israel Martorell Alonso

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