«De vuestro entendimiento» (Ro.12.2)

Es curioso que el proceso de transformación del que estamos hablando se produce por una renovación constante de nuestra mente. Antes hablábamos de la importancia de renovarnos cada día a la luz de la Biblia, y os animaba a que no solo leáis, sino que entendáis lo que dice. Renovar el entendimien­to. Según pasan los años de relación con Jesús, a medida que maduramos en nuestra vida espiritual, vemos que Dios transforma nuestra mente, nuestro entendimiento. De hecho las cosas «no se ven como antes», porque Dios establece un proceso de cam­bio para nuestra forma de pensar, nuestra forma de entender el mundo y, sobre todo, de transformación de nuestra visión de nuestra propia vida. Nos hace ver claramente aquello que está mal y aquello que responde a su voluntad.

Dios quiere que utilices tu mente. Creer en él nun­ca ha sido sinónimo de «suicidio intelectual», como dice el padre de un amigo, más bien al contrario, creo que Dios hace que nuestra mente se desarrolle mucho más allá de lo que entendemos o pensamos. Dios quiere que pienses, ya que sólo hablamos de aquello que pensamos, y cada una de nuestras ac­ciones parten de órdenes desde nuestra mente. Si comenzamos a pensar con un espíritu crítico empe­zaremos a ser diferentes.

Vivimos en un mundo al que no le interesa que pienses. Es cierto, nadie desea que pienses por ti mismo, ni los políticos, ni los líderes sociales ni, por desgracia mu­chas veces, los líderes espirituales. No aceptes todo lo que viene preparado de antemano, todo lo que dicen; no digas a las cosas sí, porque sí. Piensa y desarrolla un criterio sobre todo. No dejes que la televisión sea la guía de tus actos. No permitas que el esfuerzo de pensamiento que requiere algo te haga tirar la toalla. Nos venden la idea de que pensar es algo que requiere sacrificio y que, por tanto, es más importante el ocio. Me da pena cuando en los institutos y universidades hacen que los estudiantes memoricen conocimientos pero pocos son deducidos por sí mismos, pocos son fruto de la meditación y el pensamiento.

Veo continua­mente a muchos jóvenes que se dejan sorprender por los predicadores y cantantes con grandes habilidades para la comunicación. Algunos que se hacen conoci­dos y famosos utilizan el lenguaje de forma magistral y se expresan de forma especial, hasta el punto de que hacen que otros acepten todo lo que dicen. ¡Párate! ¡Piensa! Tú tienes algo único y maravilloso: la Palabra de Dios. Examina, compara todo lo que dicen con ella. Dios te reta a pensar, a tener un conocimiento, un entendimiento propio de la Biblia. Durante siglos estuvo prohibida su lectura para casi cualquier persona. Apro­vecha la libertad que tienes. Sin embargo, no tenemos que olvidar algo: Dios nos da pautas acerca de cómo pensar (Filipenses 4.8-9). Pautas que veremos en el próximo capítulo de forma detallada.

Cuando hablamos de ser críticos a la luz de la Pala­bra, hablamos de desarrollar nuestro pensamiento. Ya sé que hoy día la mayoría de los jóvenes mienten, roban, copian en los exámenes, ven pornografía, se ríen de los débiles o diferentes, beben y fuman, se drogan… entiendo que todo eso está cerca, accesi­ble, es frecuente y fácil de obtener y/o hacer. A veces pensamos que «mal de muchos, consuelo de tontos». Sin embargo, Dios me ha retado a no conformarme con cualquier cosa, a no hacer las cosas porque otros las hacen, a ser diferente.

Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”

Por Israel Martorell Alonso

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