¿Qué es lo único que trae al mundo? Y cuándo muere ¿Qué es lo único tangible que queda? Nace con un cuerpo con vida y enterramos un cuerpo sin vida. Su cuerpo es la expresión material que Dios le da a su espíritu.

¿Recuerda al Sabio Salomón? Aquel tercer rey de Israel que lo tuvo todo, aquel que no le negó a sus ojos ningún deseo, ni privó a su corazón de placer alguno. Este mismo sabio, inspirado por Dios escribió en Eclesiastés 12:7 “Volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio».

Dios nos da el cuerpo para vivir y cuando morimos, vuelve al polvo de donde fue formado. Los cristianos creemos que no somos sólo seres materiales sino a la vez inmateriales. Hay un espíritu que Dios nos da. Este espíritu abandona el cuerpo cuando morimos. Cuando alguien muere, su cuerpo no sólo ya no tiene vida, la vida del espíritu que habitaba dentro del cuerpo, vuelve a Dios. ¿Qué tiene que ver esto con nuestra vida?

Nadie nace con una chequera o con un celular en la mano. Nadie nace vestido, todos llegamos al mundo con las nalgas al aire. Sin nada por delante y sin nada por detrás. Esta es la manera de Dios de decirnos algo muy importante. El único activo que Dios no entrega cuando nacemos, es nuestro cuerpo.

Los cristianos sabemos que Dios hace milagros. Así como cuando Lázaro murió y Jesús que era su amigo llegó y no sólo lloró frente a su tumba, sino que también lo resucitó. Creemos que Dios puede obrar todo tipo de sanidades. Pero al a vez sabemos que aún el Lázaro resucitado, un día volvió a morir. Y es que el cielo es nuestra esperanza futura y no una vida eterna en este cuerpo terrenal. La muerte es la igualadora de los seres humanos. La muerte termina por llevarse a todos. Pero la muerte no es el fin de nuestra existencia. ¿Quiénes vivirán en el cielo? Y ¿Quiénes vivirán en el infierno? O ¿Cómo me va a decir que existe cielo e infierno? Y si existe ¿Cómo un Dios bueno puede enviar a gente al infierno? Un juez justo condena. De hecho se espera esto de él y cuando condena a alguien lo hace con las pruebas suficientes. No se le declara un juez malo, sino se le aplaude por ser justo. Dios es un Dios justo y por eso condenará a muerte eterna a todo aquel que vive una vida de rebelión ante sus mandamientos. Todo lo que nosotros hacemos con nuestro cuerpo, incluyendo todo lo que hacemos con nuestra mente, será juzgado por Dios. Dios no sólo juzga las acciones, sino incluso las intenciones.

Pero como Dios también es amor, ha dejado un camino para que todo ser humano pecador, que es toda la humanidad, encuentre la restauración de su relación con él, el perdón de pecados y la vida y paz duraderas. Y es aquí en donde entra Jesús. Es en su cuerpo crucificado, que la humanidad puede encontrar la esperanza. No sólo la esperanza para el perdón de pecados y el regalo de una nueva vida, sino para la esperanza de la futura resurrección.

Jesús nos sustituyó en la cruz. En base a los mandamientos de Dios, aquel que los quebranta, con uno solo que haya quebrantado, es culpable de haber quebrantado toda la ley. Y no le queda otra más que esperar el justo juicio y sentencia de Dios y que es muerte y muerte eterna. Pero como Dios es amor, permitió que alguien pudiera morir en nuestro lugar. Esto ocurría en el Antiguo Testamento – que habla de la creación y de cómo Dios escoge un pueblo que llama Israel para rebelar su santidad – en donde se sacrificaba un animal en lugar de un pecador. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista está bautizando y ve a Jesús y dice que él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesús, Dios que se viste de carne y huesos para habitar en medio de nosotros, es tentado en todo pero sin pecado. Así es como cumple el requisito principal de todo sacrificio redentor, pues el animal escogido para el sacrificio debía ser perfecto y sin mancha. Por lo que todo aquel que se arrepiente de sus pecados y cree en el evangelio de Jesús que es precisamente la noticia que el hombre es pecador y condenado a muerte, pero Dios envía a Jesús a morir en su lugar, para que todo el que se arrepienta de sus pecados y crea en su evangelio no se pierda sino también tenga vida eterna, será salvo. Y vivirá una nueva vida, pues fue creado para buenas obras.

Juan 3:16 al 21 nos muestra a un Dios justo y a la vez amoroso. Dios es justo y condena al pecador. Dios es amoroso y perdona al pecador que se arrepiente de sus pecados y cree en el evangelio de Jesús. Es por medio del sacrificio del cuerpo de Jesús que Dios nos reconcilia con él. Alguien siempre es condenado, Jesús. Pero no por lo que hizo, sino por lo que no hizo. El justo muere por los injustos. El cuerpo no sólo es la expresión de nuestro ser en esta tierra, el cuerpo de Jesús y su muerte en la cruz, es nuestra salvación.

Vale la pena leer sus libros y escuchar sus conferencias. Fue de aquellas personas que tuve que haber conocido, pero en ese entonces no podía viajar a lo que fue sin yo saberlo, su último seminario que estaría impartiendo en los Estados Unidos de Norte América. Jim Rohn, fue un conferencista que siempre hablaba cosas profundas de una forma muy sencilla. En una ocasión, mientras escuchaba una grabación él dijo: “No hay nada como estar completamente motivado y decirle a su cuerpo, sube esta montaña y que nuestro cuerpo no pueda hacerlo, porque tiene sobrepeso, no tiene energía, porque no lo hemos cuidado».

Platicaba con un amigo que se dedica a capacitar a empresas en Guatemala, que cada vez más y más empresas se han dado cuenta de la correlación que existe entre aquellos empleados que cuidan su cuerpo y la productividad que estos representan para la empresa. Al punto que ciertos incentivos están ligados no sólo a los resultados sino también a ciertos indicadores que demuestran que alguien está en forma. Cuide su cuerpo, aunque no aparece en un Balance General, es el estuche de su único activo.

Durante los primeros 23 años de mi vida fui un ejemplo en la alimentación y ejercicio. Corría nueve kilómetros diariamente, practicaba ciclismo y hacía una serie de ejercicios de resistencia. Pero luego vino la dejadez y llegué a tener sobrepeso… Yo digo que suficientes cargas pesadas tiene la vida como para que le agreguemos la del sobrepeso. Pero si nos descuidamos, nada cuesta subir de peso. Debemos cuidar nuestro cuerpo. Sin él, esta vida tal y como la conocemos llega su fin. Y sin las energías necesarias, difícilmente nuestro cuerpo podrá responder a una mente motivada que quiere conquistar las alturas.

Los nuevos compromisos: universidad, trabajo y más, habían afectado mi vida. A lo largo de los años he visitado tres doctores y cada uno de ellos me dijo lo mismo. Duerma bien, aliméntese bien, haga ejercicio y no se estrese. De las cuatro cosas que me decían, sólo hacía la tercera, ejercicio. Y aun haciendo ejercicio de alta intensidad, si usted se alimenta sube de peso. De los tres doctores, ninguno vivía lo que me estaba recomendando hacer. Es que siempre es más fácil hablar, que actuar.

Si le dieran a escoger entre un violín que vale millones y un estuche cualquiera ¿Cuál de los dos escogería?, ¿El estuche? O ¿El violín? Seguro que escogería el violín. El problema es que su cuerpo es su estuche y a la vez su instrumento musical. Porque su instrumento musical – su espíritu – en esta tierra no puede funcionar sin su cuerpo. El verdadero valor de la vida – que es su espíritu y que trasciende a la eternidad -, está por siempre ligado a lo largo de su vida al estuche del instrumento para poder vivir. Cuídelo. Aunque su cuerpo no aparece en un Balance General, es el único activo que Dios le dio para expresar su espíritu en esta vida.

Meta de vida #9: Cuide su cuerpo. Es su estuche y a la vez su instrumento musical.

Desafío #9: Diariamente coma bien, aliméntese bien, haga ejercicio y no se estrese. No olvide que, si arruinó su cuerpo en cinco años, no podrá corregirlo en 5 días. Sea disciplinado con lo anterior y a la vez paciente para ver los resultados.

Extracto del libro Metas de la Vida

Por Alex López

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