¿DE DÓNDE VIENEN LAS MENTIRAS?

Hasta aquel día su vida había sido casi un cuento de hadas, un paraíso en todo sentido.

Una propuesta novedosa

Este libro hablará mucho sobre Eva y cómo creyó la mentira que le ha costado a la humanidad tanta humillación. Es posible que conozcas bien su historia, pero estarás perdida si has olvidado dónde está el árbol del conocimiento del bien y del mal, o si piensas que Eva fue hecha del dedo gordo del pie de Adán. (¡Te pillé! ¿Estás atenta?)

Tenemos una propuesta novedosa: nos gustaría que leyeras por ti misma la historia de Eva. Solo tienes que abrir tu Biblia en Génesis 2:15 y leer hasta el final del capítulo tres. Imagina que estás en el huerto más hermoso que jamás haya existido, y sumérgete en el drama de su historia. Te prometemos que parecerá una novela.

Todo cambió cuando Tracey tenía dieciséis años y se halló frente a su propio “árbol del conocimiento del bien y del mal”. Pudo haber dicho “no”, pero no lo hizo. Después de todo, era su propio padre y miembro de su iglesia quien le ofrecía lo prohibido. ¿No podía confiar en él? ¿No debería obedecerle? Él dijo que estaba bien. Dijo que a ella le gustaría. Ella accedió. Ella lo tomó. Metanfetamina en forma de cristal. Su vida nunca sería la misma. Su relación con su padre dio un perverso giro romántico. Después de varios meses de usar metanfetamina, se relacionaban más como un par de novios que como padre e hija. Él le dijo que estaba bien. Le dijo que en la Biblia había leído que el único deseo de Dios para su pueblo es que fuera feliz. Ella le creyó. Pero su corazón no pensaba igual. Con frecuencia, nuestro corazón detecta las mentiras mucho antes que nuestra mente empieza a procesarlas. Empezó a sentirse deprimida, angustiada, sola. A sus diecisiete años, cuando Tracey sintió el vacío que dejan las drogas y una relación totalmente desvirtuada, buscó el único consuelo que tenía cerca. Empezó a leer su Biblia… en voz alta. Esto inquietó a su padre, que cada vez que la veía leyéndola reaccionaba con furia contenida. Abandonaba la habitación enojado o la castigaba con silencio, hasta que ya no pudo contenerse más.

“¿Tienes que leer eso justo aquí?” —bufó.

“Solo quiero ser feliz como tú dices. Quiero que Dios me diga qué hacer” — respondió.

El hombre abrió los ojos y sus mejillas ardían en cólera, se volvió a ella y exclamó en tono de regaño: “¡Yo soy dios!”

En ese momento Tracey comprendió. Quería salir corriendo. Sintió ganas de vomitar. Todo estaba muy mal, era tan perverso, pero lo había creído. Ella confiesa: “Fue como si todo el mundo del bien y el mal ya no tuviera matices grises. Todo era un evidente, absoluto y aterrador blanco y negro. Sabía cosas que deseaba no haber conocido jamás. Y con todo, no sabía lo que creía acerca de Dios”.

A Tracey le duele no poder reparar el daño; hubiera deseado hacer las cosas bien desde el principio, volver a la vida que conocía antes de que las mentiras inflamaran su vida y la dejaran arruinada y estéril.

A Tracey le habían mentido. Es probable que tu caso no sea tan dramático como el de Tracey. Tal vez tu historia es un vaivén de amistades inestables marcadas por episodios de “chica mala”. O es una pelea constante con tus padres que parecen controlarte demasiado. O un anhelo de que tus padres reconozcan que estás viva. Hábitos ocultos y vergonzosos. Malas calificaciones. Patrones y relaciones que antes te molestaban y ahora te parecen “normales”. Sin embargo, las consecuencias de depresión, confusión y soledad dejan ver que algo está mal.

HISTORIAS VERDADERAS

Un día, yo (Nancy) recibí una carta de una joven que se había criado en un hogar cristiano y había sido educada en casa. Incluso era consciente de que Dios tenía un llamado específico para su vida de servirle a Él. Sin embargo, su carta revelaba que algo no estaba bien. De hecho, las cosas estaban bastante mal: “Estoy pasando por un momento muy difícil. La depresión profunda y la ira, entre muchas otras cosas, me han cambiado. Quiero acabar con mi vida o hacerme daño de verdad, aunque siento que el Señor tiene un llamado especial para mí cuando sea mayor. Odio mi vida y a mi familia. Siento como si esto nunca fuera a terminar y como si tuviera que vivir así por el resto de mis días. Hemos ido a muchos médicos y nadie sabe lo que está causando esto…”.

Nunca hubieras adivinado con solo mirarla lo que sucedía en el interior de esta joven. Cuando leí su carta me dolió el corazón y me pregunté cuántas más jovencitas de nuestros hogares e iglesias cristianas viven un conflicto similar. Si ya has indagado todas las causas físicas posibles a tu situación, tal vez hayas creído una o más mentiras que te han llevado a una abstracción mental y al cautiverio.

Con el fin de poder encaminarte hacia la libertad, debemos echar un vistazo a los orígenes de nuestra lucha con el cautiverio. Para hacerlo, volvamos a centrar nuestra atención en la primera mujer que cayó por cuenta de una mentira.

Como en el caso de Tracey, el problema de Eva empezó en casa, que era nada menos que el paraíso. A diferencia de la historia de Tracey, la mentira que cambió por completo el curso de la vida de Eva no vino de labios de su padre, sino como un desafío a lo que su Padre, Dios, le había dicho.

Vino en forma de mentira.

¿SIENTES QUE NO HAY ESPERANZA?

El suicidio es la tercera causa de mortalidad en los jóvenes entre los 15 y los 24 años. Nos estremece la idea de que tú puedas estar luchando con semejante cautiverio emocional. Cuánto desearíamos estar a tu lado para abrazarte y decirte que hay esperanza. Lo decimos de todo corazón, de verdad que sí.

Si luchas con pensamientos suicidas, te rogamos que busques ayuda de inmediato:

  • Clama al Señor. Pídele que te rescate de cualquier influencia maligna que intente destruirte.
  • Habla con tus padres, con tu pastor o líder juvenil, o con una mujer cristiana madura. Pídeles que oren por ti y que te ayuden a superar este tiempo difícil de tu vida.
  • Habla en línea con algún servicio médico de ayuda profesional.

Extracto del libro “Mentiras Que Las Jóvenes Creen”

Por Nancy Leigh DeMoss y Dannah Gresh

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