PALABRAS DE ADRIÁN INTRIERI

La deserción escolar es uno de los problemas más difíciles de erradicar en una comunidad, ya que es una sumatoria de variables muy complejas que van desde aspectos familiares y personales, hasta sociales y económicos. No es nada fácil para el consejero poder encontrar una manera efectiva de acompañar a aquellos adolescentes que se encuentran en riesgo de abandonar su formación académica. Por otra parte, y aunque las cifras tienden a aumentar en los sectores sociales más humildes, la deserción escolar no es exclusiva de algunos estratos económicos. Simplemente en cada clase social produce variables distintivas. En las clases sociales más bajas, los aspectos económicos y familiares son los que generalmente predominan, a diferencia de las clases sociales más altas, en las que predominan los factores personales y emocionales.

CUANDO LAS CAUSAS SON ECONÓMICAS.

Cuando nos enfrentamos con casos de adolescentes de bajos recursos que han decidido abandonar sus estudios por causas que dependen específicamente de factores económicos, la tarea del liderazgo y la consejería debería consistir en acompañar lejos del discurso y cerca de la acción. Por ejemplo, el fomentar un sistema de «padrinos» que inviertan en los estudios de los adolescentes puede ser una manera de mostrar con acciones concretas nuestra fe y nuestro interés por estos chicos. Por otra parte, aunque el crear programas de sostén económico puede ser de gran ayuda, nuestro plan de acción no puede descansar exclusivamente en eso, ya que tarde o temprano se hará presente la variable familiar…

CUANDO LAS CAUSAS SON FAMILIARES.

La tarea que deberá encarar el consejero frente a la aparición de la variable familiar es una tarea socioeducativa. ¿Qué significa esto? Que se deberá enseñar a las familias acerca de la importancia de invertir en el futuro aun por sobre las necesidades presentes. La posibilidad de que sus hijos reciban educación enfrentará a las familias con la disyuntiva de decidir «entre lo urgente y lo importante», y debemos ayudar a que esa decisión sea lo más sabia posible.

En nuestros países, la situación económica suele ser extrema en gran parte de la sociedad. Cuando no se tiene qué comer, obviamente el futuro, la educación y el progreso pasan a ser ideales lejanos. La mayoría de los adolescentes de familias que se encuentran en esta situación dejan de estudiar para trabajar. En estos casos, el accionar del consejero debe ser sensible a la situación y comprenderla. Pero debemos de todos modos intentar guiar a los padres a que puedan pensar en la educación como una herramienta para modificar esta realidad en el futuro.

Para esto será imprescindible tener tiempos de conversación con los padres. Debemos transmitirles la idea de que, si bien la inversión en la formación no asegurará el progreso, el abandonarla cerrará las posibilidades de cambio y aumentará las probabilidades de seguir en una situación de exclusión social.

CUANDO LAS CAUSAS SON FÍSICAS.

También podemos encontrarnos con distintas causas físicas del abandono escolar, sin ser específicas de ningún estrato social. Los problemas en la visión, la audición, y los trastornos de atención, por nombrar unos pocos, pueden generar complicaciones para estudiar, y llevar entonces al desánimo y al abandono. Para esto, uno de los mejores consejos es recomendarles a nuestros adolescentes realizarse chequeos médicos periódicos. Puedes averiguar si en tu comunidad hay organizaciones que los ofrezcan de manera gratuita para aquellos chicos que lo necesiten.

CUANDO LAS CAUSAS SON PERSONALES O EMOCIONALES.

Muchas veces observamos adolescentes que viven en un contexto de exigencias desmedidas por parte de sus padres. Cuando un adolescente siente que no puede cumplir con tantas exigencias, aparece el desánimo, y al mismo tiempo el desinterés como un medio de autoprotección. Sencillamente el adolescente decide que es preferible no interesarse por nada y abandonar todo aquello que lo haga sentir fracasado…

También nos encontraremos en ocasiones con padres que creen que la mejor estrategia es el enfrentamiento emocional. Son padres que, para que sus hijos reaccionen, los hieren o lastiman verbalmente. ¡Este nunca ha sido un camino saludable! Es tarea del consejero de adolescentes que detecte contextos exigentes y de violencia verbal como estrategia, el sostenerlos y promover una valoración sana.

Debemos ser conscientes de que estas situaciones lastiman profundamente la autoestima del adolescente. Y, además, lo único que logran es perpetuar el problema. Si un adolescente se siente desanimado en sus estudios, no hay peor cosa que el que su propio padre o madre le diga que no va a conseguir nada en la vida y que será un fracasado. Solo se producirá el efecto contrario: se afirmarán las sensaciones de desvalimiento e incapacidad. Por el contrario, las palabras amables y positivas son la mejor estrategia en esta situación.

Recuerda que, para acercarse a un adolescente con causas personales o emocionales de deserción escolar, hay que trabajar simultáneamente con la ansiedad de los padres, que seguramente están desesperados frente a la inacción o el abandono de sus hijos. Nuestra tarea conjunta deberá ser la de reconstruir la imagen distorsionada que tiene el adolescente de sí mismo. Para ello necesitaremos acordar con los padres que se suspendan todo tipo de exigencias y agresiones, con el objetivo primordial de ayudar al adolescente a sanarse.

Otro de los problemas al que podemos enfrentarnos es el de un ambiente familiar estable y sin exigencias ni agresiones, pero con un adolescente que siente un gran temor al fracaso, o a la mirada del otro, frente a la cual se siente inferior. Estos son los casos de adolescentes tímidos, introvertidos, y que no arriesgan nada por temor a perder. Aquí la acción del consejero debe ser de sostén. Estos adolescentes necesitan que alguien esté allí para acompañarlos e intentar lograrlo juntos. Durante el proceso, no se debe hacer hincapié en lo que falta o en lo que no salió bien, sino en los logros, en los pequeños detalles que se vayan alcanzando. Debemos ayudar al adolescente a no fijar la mirada en lo que falta, sino en lo que sí se logró. A no fijarla en lo que no puede llegar a ser, sino en lo maravilloso que ya es.

Extracto del libro “Manual de Consejería Para el Trabajo con Adolescentes”

Por autores varios.

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