Historia de Vida
La Marioneta
Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más; entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen; despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto no solamente mi cuerpo sino también mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos…
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida…
No dejaría pasar un solo instante sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres…
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. (Por Anónimo).
Tiempo de Conversar
- Si te dijeran que sólo tienes un mes de vida, ¿cómo invertirías ese tiempo?
- Compara tu respuesta con lo escrito en el poema. ¿En qué se asemeja y diferencia tu respuesta?
¿Qué Dice la Biblia?
Lee Eclesiastés 3.1–15, Efesios 5.15–17.
- ¿Cuál es el propósito supremo de la vida según el relato de Eclesiastés?
- A la luz de estos textos, ¿cómo puedo evaluar el uso del tiempo en mi vida?
- ¿Qué experiencias de las que describe el texto de Eclesiastés te agradarían vivir y cuáles no?
- ¿Qué hace hermoso a un acontecimiento en la vida según el versículo 11?
- ¿Cómo podemos traer eternidad a nuestras vidas y escapar de las limitaciones del tiempo?
Aplícalo a tu Vida
- Para ti, ¿cuál es la diferencia entre lo urgente y lo importante? ¿Qué podemos hacer para vivir en función de lo importante y no de lo urgente?
- Dice un refrán: “Todo lo bueno llega a su final”. ¿Cómo te sientes cuando una hermosa experiencia termina? ¿Cómo puedes enfrentar el drama de la finitud de la felicidad humana?
Para Reflexionar
“Cada vez más, sentimos que el tiempo pasa más rápido” es un comentario común sobre todo cuando un año llega a su final. Muchos sentimos que no hemos empleado el tiempo de nuestra vida de la forma más provechosa.
Miramos hacia atrás y sentimos que no hemos hecho nada que justifique nuestras vidas. Hemos existido pero no hemos vivido. De ahí que Jesucristo se presenta ante nosotros como el Señor del tiempo y la eternidad. Nuestros corazones se aterran ante la temporalidad de la vida y tienen hambre y sed de eternidad.
Queremos experimentar cosas que no terminen devoradas por el tiempo, sino que permanezcan y perduren. Todo lo hermoso y bello que el mundo nos pueda ofrecer, tarde o temprano se acaba. Por ello, sólo cuando el hombre comienza a cultivar una relación con Dios a través de Jesucristo, puede comenzar a saborear algo de la eternidad aquí en la tierra. El gran ofrecimiento de Jesucristo a los hombres es vida eterna. Una vida que la muerte no podrá destruir ni el tiempo desgastar, porque es la vida de Dios latiendo en nuestros corazones.
Extracto del libro “La Juventud Frente a los Desafíos Contemporáneos”
Por Alex Chiang