¿Cuántas veces charlaste con adolescentes que te confesaron (o vos te diste cuenta) que no saben para qué están en este mundo, ni para qué viven? Y aun lo que es más triste, te diste cuenta que ni siquiera saben quiénes son. Hoy surge un ídolo de la música y allí van todos. Si se usa cabello color violeta, todos a pintarse los pelos. Sienten la necesidad de ser aceptados por el grupo, y para esto tienen que identificarse con ellos.
De repente algún famoso se levanta y dice: «Está copado drogarse, vos podes hacer lo quieras con tu vida». Entonces, allá van los adolescentes, diciendo: «qué copado es drogarse». O se organiza un movimiento en contra de la droga, y allí los ves, los mismos que hace un mes atrás decían: «Viva la droga», hoy aparecen por la tele con carteles gigantes gritando: «No a la droga».
Siguen la corriente, el pensamiento que determina el mundo, la sociedad o la cultura. En contraste con todo esto es bueno recordar que vos y yo hemos sido rescatados de esa corriente cuando conocimos a Jesús. Él nos dio una identidad propia, única, especial.
El apóstol Pedro nos da una definición exacta de lo que somos en Cristo: «Una familia escogida, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios» (1º P.2:9). No pertenecemos al sistema normal del mundo sino que somos personas especiales. ¿Qué quiere decir esto? Fácil, que no necesitás dejarte crecer el pelo hasta la cintura, o dejar que se te vea la pelada, tampoco necesitás ser esclavo de lo que manda la moda: pantalones súper apretados, que no podés respirar o súper grandes que podés llevar a tu amigo con vos o la onda «agujeros» (pantalones asesinados con las tijeras), no necesitás nada de eso para sentirte ACEPTADO. Él te ha elegido para que vos seas parte de su pueblo santo, porque te ama. Has sido ACEPTADO por el Rey de toda la tierra. ¿Qué tal?
¿Te fijaste que los adolescentes de hoy están siempre siguiendo a algún ídolo? Cantante, deportista, o lo que sea, tratan de imitarlos y quieren parecerse a ellos. El único drama es que ningún ídolo dura mucho, después de un tiempo se vienen abajo, y entonces hay que buscar otro, urgente. Pero es genial que vos estás siguiendo a Alguien que nunca cayó, alguien que nunca pasa de moda. El sigue siendo Jesucristo, inalterable, ni las modas ni los más cerrados enemigos lograron hacerlo caer. ¡¡Que copado es identificarse con alguien así!! Pedro, sabiamente nos sigue aconsejando: «Como hijos obedientes, no vivan conforme a los deseos que tenían antes de conocer a Dios, al contrario, vivan de una manera completamente santa» (1º P.1:14-15).
Y vivir una vida completamente santa, es vivir una vida diferente. Como adolescente en Cristo, no sólo sabés quien sos: una persona con una identidad única, una persona especial, porque has sido ACEPTADO por Dios en el Amado Jesús. Formás parte de su pueblo, pertenecés a su familia escogida. No sos uno más en el montón llegando al ridículo para ser aceptado. Sos alguien que se identifica con Uno que venció a la muerte, y cambió el rumbo de la historia. Uno que siendo Rey te ha aceptado, tal como sos vos.
Pero también como adolescente en Cristo, sabés porqué estás en esta tierra, para vivir una vida diferente, para marcar la diferencia en donde te encontrés. Como dice Pedro:» Sos un sacerdote al servicio del Rey, para anunciar las obras maravillosas de Dios» (1ºP.2:9).
Tenés una misión que cumplir, anunciar a Cristo a tus compañeros, amigos, vecinos que aún no lo conocen. No hay lugar para aburridos ni haraganes en el reino del Señor. Identificarse con Cristo, es sinónimo de vivir una vida saturada de experiencias emocionantes, llenos de alegría a sabernos aceptados, amados y una vida fructífera, anunciando su Evangelio. Qué mejor para terminar esta nota que las palabras de Pedro: «…las bendiciones que han recibido son prueba verdadera del amor de Dios. ¡Permanezcan fieles a ese amor!”.
Por Viviana Astudillo