LOS SUEÑOS SON COSA SERIA.

Sí los tomamos como algo liviano perderán su potencia. Muchas voces a nuestro alrededor sugieren que debemos ser realistas y prácticos, y que debemos abandonar los sueños. Claro que todos debemos ser honestos con nosotros mismos y también realistas, pero las personas que hicieron algo valioso en el mundo son aquellas que se animaron a ir más allá.

Las ciencias médicas se desarrollaron en base a personas que imaginaron algo imposible. La tecnología se aceleró porque hubo soñadores que imaginaron un mundo mejor con la ayuda de algunos artefactos locos. Todas las ciencias progresaron porque alguien tuvo un sueño.

Una de las declaraciones más estúpidas de la historia fue la de Charles H. Duell, de la comisión de patentamientos de Estados Unidos. En 1899 Duell escribió: ‘Todo lo que puede inventarse, ya ha sido inventado.’ Seguramente Carlitos pensó que era realista. La historia le respondió con el cine, las computadoras, la aviación comercial y la licuadora de tu mamá.

¿QUÉ LLEVA A UN SUEÑO A HACERSE REALIDAD?

Algo importantísimo es la determinación del que lo tiene a que su sueño se haga real. Thomas Edison, el inventor de la lámpara eléctrica y muchas cosas más, dijo: “El éxito es 10% inspiración y 90% transpiración”. Los sueños se alcanzan con trabajo, esfuerzo y disciplina. Esta última palabra no está muy bien vista. Lo que ocurre es que la confundimos con castigo.

Disciplina y castigo no son lo mismo. El castigo está enfocado en el pasado mientras que la disciplina mira hacia el futuro. El castigo busca hacernos pagar por lo que hicimos; la disciplina procura que mejoremos en el futuro.

En la escuela donde yo estudiaba jugábamos al rugby. Este deporte es bastante fuerte, y mis compañeros y yo nos sentíamos muy machos por jugarlo. Pero cuando íbamos al campo de deportes, un compañero se iba con las chicas a las canchas de tenis. Muchas veces nos reíamos de él. Ponía una botella o un ladrillo del lado contrario y pasaba horas contando cuántas veces le pegaba. Recuerdo el día que por primera vez le preguntamos en serio por qué no jugaba al rugby con nosotros. ‘Algún día voy a jugar en Roland Garros,’ nos respondió. Roland Garros es el torneo abierto de Francia, una de las competencias de tenis más importantes del mundo. ¡Cómo nos reímos! Seguramente nuestras risas le dolían. Hace algunos meses, entré en una página de deportes en internet y leí que unos argentinos habían triunfado en el tenis. Me interesé, y al abrir la página encontré que se referían a aquel compañero de escuela. A pesar de nuestras burlas, mantuvo su determinación y cumplió su propósito. Para alcanzar tu meta tienes que estar dispuesto a pagar un precio.

¿Cómo vas a resistir la presión de tus compañe­ros? Comprometerte con tus decisiones significa constancia, pasión, buenas inversiones. En la iglesia hacemos mucho énfasis en tomar las mejores decisiones; pero, ¿qué de mantenerlas en el tiempo? La constancia es la suma de una infinidad de veces en que volvemos a tomar la misma decisión.

La pasión tiene que ver con la energía de tu corazón; a esto hay que estar atentos, porque la energía del corazón es como el tanque de gasolina de los autos: necesita ser recargado. Siempre habrá circunstancias que te agoten la energía; por eso debes buscar formas de renovarte.

¿QUÉ TE AYUDA A CARGAR LAS PILAS?

Algunas sugerencias: no dejar de ir a la iglesia, hacer semanalmente algo que te gusta y te hace bien, buscar materiales que tengan que ver con tus decisiones y favorezcan tus planes (por ejemplo, buenos libros o videos), buscar personas que tienen el mismo interés, y no perder tu comunión personal con el Espíritu de Dios.

Comprometerse es saber invertir bien. ¡Para ganar hay que perder! Tiempo, dinero, oportunidades, buenos momentos que no contribuyen a tus propósitos… tendrán que ser sacrificados en el corto plazo para que en el largo alcances la victoria. Cumplir nuestros sueños requiere un gran compromiso.

Mis renuncias. ¿Qué te impide volar y alcanzar tus sueños? ¡Suelta el lastre!

Extracto del libro Cómo Cumplir Tus Sueños

Por Lucas Leys

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