Recapitulando, podemos afirmar que nuestra genera­ción no es diferente, ni original. Sin embargo, somos llamados por Dios para ser diferentes como indivi­duos. Puedo ser diferente y original cuando consigo aplicar las enseñanzas de Jesús en mi vida. Para ello tengo que profundizar en mi relación con él, tengo que leer acerca de su vida en los evangelios, tengo que tener sed y buscar. Mi primer amigo es Jesús pero no me encierro y aíslo, sino que muestro esa amistad al mundo siendo participativo con mi sociedad, con su dolor y tristeza, con su alegría también. Quiero escuchar, observar y buscar las formas de mostrar a Jesús a los demás en la vida cotidiana, en las cosas que realizo junto a mis amigos cada día. Por eso mi compromiso para ser diferente es hacer que mis ami­gos conozcan esa relación especial que tengo con mi Creador, sin tener miedo al rechazo, sabiendo apre­ciar la auténtica amistad, compartiendo mi interior, siendo vulnerable, siendo leal, depositando mi confian­za en los demás, pero siempre compartiendo a Jesús, teniendo en mente que lo que Dios desea es que no dejemos de adorarle. Hemos sido escogidos para ser sal y luz en la tierra.

Tal vez te lleves muchas sorpresas. Yo decidí ser di­ferente en mi adolescencia y Dios me ha regalado algunas de las historias más increíbles. Hace muchos años, en un campamento, vino una chica no creyen­te. Yo era un campista más. Recuerdo que estaba bastante sola. No era la típica chica que molaba a los chavales; más bien tímida y con aspecto extraño, no vestía como los demás. Recuerdo una noche, en uno de los recibidores del albergue, que estaba allí bastan­te sola. Otra chica se había acercado para sentarse junto a ella en un sillón y yo pasaba por allí. En los campamentos suelo estar muy nervioso y no paro de moverme de un sitio para otro. Siempre me ha en­cantado disfrutar de ellos al máximo. Muchos de mis amigos estaban juntos en otra zona y quería estar con ellos. Al verla allí pensé que tal vez se merecía unas pocas palabras. Nos saludamos y comenzamos a charlar. Estuvimos hablando horas y horas y dentro de la conversación charlamos acerca de Jesús. Terminó el campamento y no la he vuelto a ver desde enton­ces. Un año después me escribió una carta -entonces el email no funcionaba como ahora; no sabíamos ni lo que era Internet-. En aquella carta me daba las gra­cias por haberle hablado de Jesús, y me decía que había decidido aceptar a Cristo como su mejor amigo y había comenzado a ir a una iglesia. Nunca más supe de ella, pues perdimos el contacto, pero me causó tanto impacto su mensaje que siempre pienso en esa promesa que Dios da de que su Palabra nunca vuelve vacía. Me gustaría volver a verla. No recuerdo ni su nombre, aunque siempre pienso: «Nos veremos en la Eternidad, porque decidimos ser diferentes».

Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”

Por Israel Martorell Alonso


MAS INFO

Síguenos en Instagram para las mejores imágenes y memes cristianos: @desafio.joven

Para más novedades síguenos en Facebook: DESAFIO JOVEN

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí