Continuemos.
¿Estás listo para pintar? ¡Tal vez sí, tal vez no! Tú tienes una excelente idea, pero ahora la duda ha llegado a tu cabeza. Estás seguro que no eres un artista bueno y que no serás capaz de hacerlo. Has preparado tu mente para el fracaso. Empiezas a quejarte que no tienes el color correcto de las pinturas y que tu pincel no es muy bueno. Te dices a ti mismo que esto es algo que probablemente no podrás hacer.
¿Empiezas a oír a lo lejos a los israelitas quejándose? ¿Puedes escucharlos quejarse diciendo que debieron permanecer en Egipto porque ahora no están seguros de que puedan lograrlo?
5. ¿Cómo Es Tu Mentalidad?
Si empiezas con una mentalidad que dice que no puedes hacerlo, ¿adivina qué? ¡No serás capaz de hacerlo! ¡Así es! Si alguna vez quieres hacer algo, tienes que creer que es algo que puedes hacer. Dios te dio muchos talentos y quiere que los uses. Él sí cree que puedes pintar.
Si empiezas a murmurar, a quejarte y a sentirte mal sobre lo que pintas, tu visión se hará borrosa. Te olvidarás de lo que querías hacer, porque quitarás los ojos de tu meta. Aumentarás tu propia expectativa de que no lo puedes hacer. Por un momento, apártate un paso de lo que pintas y mira la vida en forma general. ¿Cómo puedes lograr salir del «pensamiento del desierto» en cualquier cosa de la vida?
6. Pasos Que Puedes Seguir:
- Elabora un plan.
- Cree en tu habilidad para llevar a cabo el plan.
- Ten una actitud de agradecimiento.
- Piensa hacia dónde te diriges y no en dónde has estado.
- Busca la guía y dirección de Dios.
- Recuérdate cuál es tu primera idea, tu plan.
- ¡Termina el trabajo!
7. Cambiar tu Mente es Como Cambiar tus Calcetines… ¡Más o Menos!
Si alguna vez has estado en un cuarto con alguien quien no se ha cambiado los calcetines por un día o dos o tal vez más tiempo, habrás notado un olor desagradable en el aire. Tal vez fuiste tentado a preguntar: «¿Qué huele tan mal?» Los calcetines apestosos no son muy diferentes a los pensamientos apestosos. Tú necesitas cambiarte las dos cosas tan pronto como sea posible.
Digamos que tu hermano acaba de llegar de jugar futbol, en un día muy caluroso y está todo sudado. Se quita sus zapatillas de entrenamiento y el olor más horrible se lanza a través del cuarto y te golpea justo en la nariz. Entonces, le dices en voz alta que debería cambiarse los calcetines o tal vez bañarse. Parece una sugerencia razonable, pero a tu hermano no le da la gana en ese momento.
Él te mira y te dice: «Si te molesta tanto, ve y tráeme unos calcetines limpios y lleva estos apestosos al cuarto de lavado. A mí no me dan ganas de hacerlo ahora». Sabes que si lo haces, las cosas serán más agradables para ti, pero de ninguna manera tocarás esos calcetines olorosos. Así que te rindes y sigues quejándote. Por último, llevas el asunto a la corte mayor. Te quejas con tu mamá.
8. Aquellos Hijos del Desierto.
Los hijos de Israel hicieron lo mismo. Cuando las cosas no iban como querían, se quejaban con Moisés. Moisés oraba por ellos, se mantenía pidiendo a Dios que los ayudara, pero Dios se estaba molestando un poco con esos hijos flojos que no apreciaban nada de lo que Él ya había hecho por ellos. Dios esperaba que se hicieran responsables del trabajo que tenían a la mano.
¡Dios espera lo mismo de ti! Cuando tu mente está llena de cosas que necesitan ser cambiadas o limpias o sacudidas por completo, tienes que prepararte para una nueva mentalidad. Tienes que hacerte responsable de las cosas que piensas. Es posible que te quedes como un hijo del desierto si no lo haces.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “El Campo de Batalla de la Mente Para Niños”
Por Joyce Meyer
Lee Cambia Tu Mente… ¡Y Tus Calcetines! 3