SÉ LIBRE DE LO QUE TE MOLESTA (Por Adrián Intrieri)
Ante todo, necesitamos definir correctamente qué es bullying. No toda acción violenta es bullying. Para que algo se convierta en bullying es necesario que se trate de una situación de acoso permanente, de agresión reiterada, de ataque sistemático y constante donde el adolescente se encuentra paralizado y silenciado. Si estamos frente a una situación de violencia donde el adolescente reacciona, en cualquier forma, entonces no sería bullying sino violencia. En este sentido, el bullying es peor… porque es silencioso, porque paraliza y destruye sin que nos demos cuenta.
Es importante que sepas también que muchos adolescentes se sienten culpables por ser víctimas del bullying. Es como que se hacen un autorreproche por no haber podido encontrar el camino para defenderse. Creen que algo en ellos no funciona bien, y esto a su vez les produce un fuerte sentimiento de odio que vuelcan en sí mismos, o en Dios, o en su familia… Mientras más tiempo pase un adolescente siendo víctima de cualquier situación agresiva, más fuertes serán todos aquellos sentimientos que lo debiliten. Por eso es imprescindible que comprendamos que no solo es importante identificar por qué suceden las cosas sino también cómo liberarse de ellas.
Debemos recordarles a nuestros adolescentes que los seres humanos somos los únicos entre todos los seres vivos que podemos elegir modificarnos a nosotros mismos. Podemos decidir ser peores o mejores de lo que somos. Y decidir ser lo mejor que podamos ser incluye enfrentar nuestras debilidades y superar nuestros problemas. ¡Que sepan que cuentan con tu ayuda para acompañarlos en el proceso!
IDEAS PRÁCTICAS PARA PREPARAR A TUS ADOLESCENTES PARA ENFRENTAR EL BULLYING
1. Tener en cuenta que los comienzos suelen ser sutiles. Debemos enseñarles a nuestros niños y adolescentes a ser proactivos ante el bullying, ya que todo comienza con pequeñas señales. Que no permitan las pequeñas burlas o desprecios, hacia ellos o sus compañeros. Que sepan poner límites a estas conductas rápidamente.
2. Rodearse de amigos. Los amigos están para acompañarnos y hacer de la vida un tiempo de alegría. Por eso es que es tan importante tener buenos amigos y compartir con ellos lo que nos sucede. Debemos recomendarles a los padres que fomenten espacios de amistad para sus hijos. Juntarse con familias afines puede ser una buena idea. Si un niño no tiene amigos, debemos aconsejarle para que los tenga. Incluso podemos hablar con sus maestros para que nos ayuden en esto. Existen muchas personas solitarias que sufren profundamente por la falta de compañía. Estar cerca de amigos, además, les ayudara a sentirse protegidos. Los agresores suelen ser cobardes frente a los grupos. Por eso suelen atacar cuando encuentran a sus víctimas solas.
3. Compartir lo que nos sucede con los adultos. Es muy importante que los adultos tomen conciencia de la ayuda que necesitan los adolescentes, y que sepan que están obligados a efectuar acciones concretas tanto en las escuelas o colegios como en los clubes o vecindarios frente a la más mínima señal de violencia o de bullying. Debemos enseñarles a los adolescentes que pueden confiar en los adultos y compartir con ellos lo que les sucede, pero también debemos asegurarnos de que algo se haga con lo que ellos comparten. Para esto hay que instruir a todos aquellos adultos que estén en contacto con adolescentes, para que sepan cómo responder y cómo actuar frente a estas situaciones.
4. No dar nada por sentado. Ayudemos a los adolescentes que hayan sido víctimas o testigos de bullying a que puedan explicar con detalles lo sucedido y cómo les afectó. Que se no queden con sentimientos guardados dentro suyo. Y nunca menospreciemos lo que nos cuenten.
5. Saber que nunca somos merecedores del bullying. No existe ni existirá jamás algo que justifique el bullying. Los adolescentes no deben creerle a la lógica del atacante. El problema es del agresor, no de la víctima.
6. No pagar con la misma moneda. Nunca es una buena idea tratar de convertirnos en algo que no somos. No cualquiera puede ser agresivo, sino solo aquel que puede serlo por sus debilidades y conflictos. ¡Gracias a Dios que nosotros no lo somos! Además, con violencia solo aumenta la violencia. Debes ayudar a tus adolescentes a que puedan enfrentar la tentación de hacer lo mismo que los agresores, devolviéndoles más agresión. Anímalos a que puedan vencer el mal con el bien.
7. No tratar de convencerlos. Cosas como: «Por favor, no me trates mal» o «Detente, te lo ruego» son frases que un agresor no comprenderá. La lógica de reconocer el dolor que uno les produce a los demás, es una lógica desde la salud. El que es agresivo no reconoce ni tiene en cuenta lo que produce en los demás. Al decir estas cosas solo lograremos que lo disfrute aun más, porque entenderá este pedido de «piedad» como un acto de debilidad. No debemos tratar de cambiar al agresor desde el lugar de la víctima. No es su tarea, y no funcionará. Para modificar las conductas del agresor será necesaria la intervención de adultos preparados y capacitados para ello.
8. Restarle poder. Cuando la víctima sufre, el agresor se siente más poderoso. Cuando el agresor logra aislar y silenciar a la víctima, siente que está siendo efectivo. Su propósito es hacer infeliz a alguien. Por esta razón, el no demostrar que sus acciones nos afectan es una buena decisión. Debemos aconsejar a los adolescentes que no le respondan al agresor, justamente porque este está esperando que reaccionen. Lo que sí deben hacer es buscar algún adulto que pueda detenerlo.
9. Salir no solo de la agresión sino también del daño en el corazón. El bullying no solo es agresión y acoso, sino que también hiere la autoestima del adolescente. Debemos acompañar al adolescente para que identifique y deseche las mentiras que se siembran en el bullying, y así evitar que se llene de bronca o resentimiento. Y ayudarlo a que pueda restaurar su corazón. Si logra esto, ¡habrá vencido!
Extracto del libro “Manual de Consejería Para el Trabajo con Adolescentes”
Por autores varios.
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