La tercera es la nueva tolerancia. Esta, por decirlo de alguna manera, es la hija del matrimonio entre el relati­vismo y el pluralismo. Recuerda que la verdad, según la postmodernidad, es una construcción social, puesto que existen muchas comunidades humanas, también existen verdades diferentes. Estas percepciones de la realidad pueden incluso ser contradictorias o incompatibles, de modo que ninguna de estas puede ser verdadera en el sentido último del término. Como todos los seres huma­nos son igualmente dignos, todas las verdades que han construido tienen el mismo valor. Consecuentemente, todas deben ser alabadas, reconocidas y valoradas, apro­badas, refrendadas y no juzgadas en ningún sentido.

Peligros: el cristianismo, sin duda alguna, será consi­derado intolerante, lo que representa el mayor pecado social de la postmodernidad; y lo será por varias razo­nes: afirma tener la verdad absoluta. Emite, por medio de la doctrina del pecado, juicios sobre los estilos de vida de otros. Proclama que Jesús es el único camino a Dios y, fuera de él, no existe salvación. Finalmente, por medio de la gran comisión está empeñado en cambiar la forma de vivir y pensar de todo el mundo.

Oportunidades: así como Jesús, estamos llamados a ofrecer más gracia y menos juicio, ya que este último corresponde al Señor. La gracia es lo único que trans­forma la vida de las personas. Con esta podemos ganar acceso a su corazón; con el juicio, rechazo. Como Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno» (Juan 8:11).

Finalmente, la verdad es una experiencia, no un concepto intelectual. Para el postmoderno, la verdad no es una idea abstracta a la que se accede por medio del in­telecto o la razón. Contrariamente, la percibe como una experiencia que solo puede identificar cuando la ve en­carnada en la vida de una persona o una comunidad.

Peligros: confundir la verdad con ideas. Este es el mo­delo griego, no el bíblico. Si tenemos la doctrina correcta pero no la vivencia correcta, carecemos de la verdad y solo nos queda un discurso vacío. Los muchachos no podrán verla, reconocerla, procesarla ni aceptarla.

Oportunidades: al encarnar la verdad, el modelo bí­blico será evidente para los muchachos postmodernos; podrán identificarla, considerarla y tomar decisiones respecto a la misma.

Para terminar, déjame decirte un par de cosas impor­tantes: la postmodernidad ni es buena ni mala; es sim­plemente el tiempo en que Dios nos ha llamado a ministrar. Tampoco se trata de una moda pasajera, pues ha venido para quedarse, y por largo tiempo.

Extracto de «Consejos desde el Frente»

Por Félix Ortiz


MÁS INFO:

Para más novedades síguenos en Facebook: DESAFÍO JOVEN

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí