Nosotros tenemos problemas igual que cualquier otra familia en el mundo, pero sentimos un amor por nuestros padres que no se desvanecerá en el futuro.

Ellos han mostrado una mezcla especial de masculini- dad y feminidad, que se complementaban mutuamente. Individualmente cada uno de ellos realizó su papel, a ve­ces débilmente, como es característico de la carne, pero muchas veces con esa atracción magnética que los man­tuvo unidos, llegó a ser una muestra maravillosa de per­manencia que cimentó sus corazones y nuestro hogar.

Mis padres son únicos; siguen siendo un matrimonio feliz después de 22 años de casados. Cosa difícil de creer hoy en día, ¿no es cierto? Ellos han criado cinco hijos, que se llevan solo seis años del primero al último. Créan­me, eso no ha sido cosa fácil para ellos. A través de lar­gas noches de desvelo, pañales sucios, tiempos de de­sempleo, mudanzas a través del país, incendios e inunda­ciones, ellos siempre han permanecido juntos y han sido fieles. Ellos no son perfectos, y el camino no ha sido fá­cil; pero así es el verdadero amor.

Estos comentarios escritos pueden ser de aliento y motiva­ción para los padres. Pero también necesitamos saber la res­puesta negativa de los padres modelo.

Ustedes dos han sido un buen ejemplo de amor para no­sotros, pero, ¿qué del amor entre ustedes? Papá, por fa­vor no me digas más que si no hubiera sido por mi her­mano y por mí, tú te hubieras ido. ODIO oír eso. Y ma­má, por favor, baja de peso, así vuelves a ser la que eras antes. Por favor, ustedes dos, ¡permanezcan juntos para siempre!

Papá, te perdono por haber dejado a mamá, y comprendo que a tu propio modo nos amaste a mis hermanos y a mí. Espero y oro para que encuentres algún día la paz que siempre has estado buscando.

Mamá, tú eres la persona más parecida a Cristo que yo haya conocido. Tú has tenido un amor incondicional por papá y por nosotros los hijos, y siempre he creído que eres la única mamá con la cual yo podía haber vivido.

Papacito, me hubiera gustado que hubieras sido más sen­sible con las mujeres que vivieron a tu lado: una esposa y dos hijas. Tú rara vez mostraste afecto o amor, y como resultado, tus hijas han aprendido difícilmente a mostrar amor. Tú fuiste insensible a las necesidades de mamá, aun­que ella te amaba mucho. Ella necesita sentirse algo es­pecial a tus ojos.

Mamá y papá: yo sé que ustedes han tenido severas di­ficultades matrimoniales en el pasado año. Quiero que se­pan que el matrimonio de ustedes dos es muy importante para mí, a pesar de mi edad (31). Si el matrimonio de us­tedes fracasa, será como si todos los valores del mundo cayeran y no hubiera ya ningún matrimonio que dure. Mis hijos tienen tantos amigos que vienen de hogares destruidos, y ellos miran mi matrimonio (el cual es bueno) como una cosa extremadamente importante. Ellos nece­sitan saber que el matrimonio de ustedes dos también es uno que no muere.

Papá: en los diez años que han pasado desde que uste­des se divorciaron, el amor y respeto que yo sentía por ti se ha tornado en odio e ira. Siempre te he defendido a ti y a tus acciones, pero ahora no pienso hacerlo más.

Yo deseo que ellos sepan cuanto he deseado que ellos se amaran.

Mamá, yo no sé por qué dejas que papá abuse de ti cuan­do discuten. Ustedes se aman el uno al otro, pero pelean como si fueran insensibles.

Yo nunca he tenido una relación estrecha con mis padres, y ellos no son cristianos. Ellos no parecen estar cerca el uno al  otro. De hecho, a veces pienso que ni siquiera se quieren. Trato de imaginármelos como un matrimonio que se ama, pero mi mente se pone en blanco. Deseo desesperadamente que ellos sientan amor.

¿Se da cuenta usted de la clase de concepto sobre sexo y matri­monio que sus hijos están tomando por observarlos a ustedes? ¿Comenzarán ellos sanas relaciones amorosas, habiendo apren­dido a mirar en el hogar sólo sus intereses personales y egoís­tas? ¿Serán igual que la joven mujer que escribió: «Espero que cuando me case mi marido y yo tengamos el amor del uno por el otro y el amor a Cristo que ustedes dos han tenido»?

Es mi deseo ver a muchos padres que sean modelo de amor el uno por el otro, que se derrama sobre sus hijos. Unos padres que se aman realmente, con amor verdadero, les dan a sus hi­jos una tremenda seguridad en la vida.

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.

Por Josh McDowell

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