Padres, por favor, muéstrense amor el uno al otro, en hechos y palabras»

Como vimos en el primer capítulo, los adolescentes, igual que las personas de toda edad, buscan amor. Dios nos ha hecho a nosotros con el anhelo de amar y ser deseado, y cuando este anhelo no se llena en el hogar, la gente se ve obligada a bus­carlo donde sea. Y cuando un modelo de amor no se muestra en el hogar, es difícil para el adolescente distinguir entre ver­dadero amor y lo que no es más que lujuria y manipulación, y esto los deja propensos a las relaciones sexuales, la más tan­gible forma de amor que ellos pueden hallar.

No me sorprende oir a los adolescentes decir que mucho de la comprensión de su propia sexualidad les viene de observar a sus padres. Cuando son niños, y ven en el hogar un matrimo­nio basado en amor y respeto, ellos se dan cuenta que es po­sible tener una relación de amor que dura toda la vida. Ellos han visto una obra. Por ver muestras de cariño que son respal­dadas por palabras de afecto, los niños aprenden que las rela­ciones amorosas pueden ser edificadas en algo más duradero que la gratificación propia.

Los niños oyen lo que los padres les dicen acerca de las rela­ciones, filtran las palabras a través de sus propias observaciones, miden estas por lo que oyen de otras fuentes, y desarrollan su propio punto de vista sobre cómo funcionan las relaciones. Es­te punto de vista es puesto en práctica cuando ellos alcanzan la edad cuando las relaciones con el sexo opuesto llegan a ser importantes para ellos.

Mamá y papá, gracias por permanecer juntos tan uni­dos a través de todas las circunstancias. Las cosas fueron duras a menudo. Muchos otros matrimonios se han disuelto cuando las cosas se pusieron feas, pero ustedes dos me han enseñado lo que es el verdadero amor, ¡entrega!… Gracias a los dos.

 Gracias por instilar en mí una saludable autoimagen, timándose el uno al otro y amándome tanto. Nunca he du­dado del amor que se tenían ustedes y como me amaban, cosa que me ha ayudado a amar a otras personas y desear el matrimonio. Gracias por conservar su amor fresco y vivo cada día. Por observar el amor de ustedes todos estos años, he visto la realidad del amor de Dios.

 A mis padres—Gracias por amarse el uno al otro y per­manecer juntos a través de los malos tiempos. Gracias por darme un hogar cristiano. Ustedes se aman realmente, y siempre han sido felices juntos, y agradezco a ustedes el pertenecer realmente a una familia.

 Papá—gracias por permanecer con nosotros a través del infierno que ha sido nuestro hogar, con las enfermedades de mamá, la depresión y nuestra rebelión. Nunca he co­nocido otro hombre como tú.

 Me siento tan bendecido por Dios porque ustedes son mis padres. Ustedes dos han sido modelos de padres, de matrimonio, y sobre todo, en cristianismo. Ojalá pueda yo comunicar, a otros todo lo que ustedes me han enseñado.

 Gracias por continuar amándose el uno al otro. Eso me hace sentir tan bien como ustedes no se lo imaginan.

 Gracias porque el amor que se han tenido el uno al otro, ha dejado tan excelente ejemplo para mis hermanos y pa­ra mí en nuestras futuras relaciones.

Yo realmente aprecio el amor de papá por mamá, y por nosotros los hijos. ¡Eso me hace comprender que Dios es realmente un gran Padre!

 Estos jóvenes reconocen la necesidad de padres piadosos y cariñosos, de quienes puedan ellos modelar sus propias vidas. El amor del padre por la madre es un tesoro de valor incalcu­lable. Jesús estableció la base y la necesidad de padres mode­los cuando dijo en Lucas 6:40 «Un discípulo (hijo) no está por encima de su maestro (padre); pero todo el que esté prepara­do, será como su maestro.» (RVR).

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.

Por Josh McDowell.

 Lee Sexo y sexualidad – La relación con los padres 2

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