El siguiente extracto lo sacamos de uno de los escritos, bastante extenso, nos permite entrar en la mente, corazón y emociones de adolescentes de ambos sexos, que están batallando con su propia cultura. Podremos ver la intensidad del conflicto entre un adolescente espiritual y sensible, y la presión sensual que ejercen sobre él la música o la televisión.
‘ ‘Tú eres el objeto de mi deseo… Enciende el fuego… Las emociones son tan fuertes… Por favor, hagamos el amor…»
Sorprendido con la guardia baja, me encontré de pronto oyendo otra canción que inconscientemente anima a tener sexo prematrimonial. —¡No, caramba, no esta canción!—me dije a mí mismo. Disgustado, giré el dial en busca de otra estación, con la esperanza de escuchar alguna canción cristiana.
Hola, Dios, ¿estás Tú ahí? Soy yo ¿podemos hablar? El sexo es una influencia dominante en mi vida; no puedo escapar de él. ¿Cómo no puedo ser influenciado por la radio y otras fuentes para no saltar a la cama con mi novia? ¿Cómo puedo controlar el asunto?
Por dondequiera que voy, parece que hay alguna canción o persona, que me diga que es correcto tener sexo antes del matrimonio. Por ejemplo, tomemos las películas. Usted sabe que la mayoría de las películas están dirigidas a mí, el joven o adolescente de hoy. Casi cada película que he visto tiene tema sexual. Los jóvenes adolescentes que aparecen en el cine parecen tener un solo motivo: ir a la cama con una chica. La TV no es excepción. Yo pienso que el público que mira televisión, debería poner alguna restricción más seria en las insinuaciones sexuales. Algunos lo hacen a veces. De la misma manera, muchos de los anuncios comerciales en TV, radio y revistas usan el sexo para vender sus productos. Ciertamente, tengo que admitir que una mujer bonita capta mi atención, no importa el producto que anuncie.
En la escuela, el sexo puede ser parte de la conversación a la hora del almuerzo. Por supuesto, prevalecen los chistes sucios. Tengo que admitir que algunos de esos chistes tienen su gracia, y tengo que reír para mis adentros. Así que como usted puede ver, la presencia del sexo prematrimonial nos rodea por todas partes. A veces es muy sutil y apenas uno puede darse cuenta que está ahí. Otras veces es tan fuerte que tengo que luchar mucho para no ceder. Su presencia está siempre ahí, en la televisión, en la radio, en el cine, en la escuela. Siempre.
La pornografía es otro asunto importante. Aunque la pornografía no tiene tanto interés para las chicas como para los muchachos, nos afecta a todos de algún modo. Puede ser porque el sexo en las revistas pornográficas no es la relación de un hombre con una mujer, sino de hombre con dos-mujeres; o mujer con dos hombres; o grupos de varios hombres y mujeres. ¿Cómo puedo saber? Yo soy solamente otro muchacho adolescente. La pornografía no es algo de que uno pueda zafarse fácilmente. A muchos dueños de puestos de revistas no les importa la edad que tú tienes. Lo mismo pasa con los negocios que venden o alquilan videocassettes, a quienes les importa poco si tienes dieciocho años o no.
Si usted se pone a pensar se dará cuenta de cuántas vidas son afectadas por la televisión. Muchos matrimonios terminan en divorcio porque la televisión les ha dicho que el adulterio y sexo extramatrimonial no es cosa tan grave. Los programas presentan a adolescentes teniendo relaciones sexuales, y no experimentan las consecuencias reales de culpa o daño que ocurren después de tener una experiencia real. El sexo fue designado para ser algo que sólo las personas casadas deben hacer, pero ellos lo presentan como algo que cualquier adolescente puede experimentar.
Cuando los televidentes comprendan cuánto la televisión afecta a los adolescentes en cuanto al sexo prematrimonial, van a poner a la industria musical en la misma categoría. Esto es, que los adolescentes también son afectados por el tema y los títulos de las canciones que se oyen. Quiero decir cuando uno oye canciones como, «Igual a una virgen,» «Carne para fantasía,» «Sólo un gigoló,» etc. y cuando los adolescentes toman a las estrellas del rock como modelos, tratan de imitar sus vidas.
Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.
Por Josh McDowell.
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