El promedio de divorcios en los Estados Unidos ha cre­cido enormemente en los pasados pocos años, y su efecto sobre los jóvenes ha sido enorme también. Todos sabe­mos que el mundo está en desorden, pero cuando un jo­ven ve también el desorden en su hogar, entonces su sen­timiento genera] es, ¿En quién se puede confiar? y ¿Dón­de se puede hallar esa confianza?

La madre de Jessica tiene un amante, y se está divor­ciando de su padre. Cuando la madre de Jessica trata de usar su autoridad, Jessica la ignora, razonando que su madre ha hecho peores cosas que ella. Como resultado, Jessica ha perdido todo respeto por su madre.

Ella es una muchacha fuerte, y siempre ha podido sobre­ponerse a las tentaciones del sexo. Sus problemas emo­cionales son muchos, y se ha puesto a pensar que podría probar el sexo siquiera una vez. Después de todo, ¿no hace

su madre la misma cosa? El sexo ha llegado a ser una sa­lida para las presiones del hogar.

Los problemas familiares contribuyen a menudo al se­xo prematrimonial. El divorcio hace la vida difícil para los niños de la familia. El sentimiento de ser amados pa­rece desaparecer, o nunca tuvo allí el primer lugar. Una persona puede sentir que si ellos hallan alguien que los ame, tendrán el amor que desean y necesitan. Esto lleva a menudo al sexo prematrimonial.

El promedio de divorcios ha crecido tanto, que ha de­jado más y más niños con uno solo de los padres. Padres «solos,» no pueden considerar si ellos son «padres,» si­no que una cantidad de padres (o madres) solos, son simplemente «solos.» Estos padres o madres solos son peligrosos para los hijos, y como son «solos,» ellos quieren revivir su juventud teniendo citas, y pierden auto­ridad para disciplinar a sus hijos, se han enredado tanto en esto de tener citas que sus hijos han llegado a ser un problema. ¿Quién puede tener una noche romántica con los chicos? Los chicos son dejados en casa, más y más y finalmente pasados por alto. Si el niño protesta porque desea atención, los padres se vuelven contra él y lo acu­san de «rebelde, parcializado en mi contra en todo lo que hago.»

El pobre chico se siente despreciado y amenazado, y si este chico es un adolescente, busca amor, y piensa que lo puede lograr en el sexo. La presión del grupo es un desastre que el mundo enfrenta cada día. Es una parte de la vida y de la realidad.

Debido a que un niño rara vez comprende la causa de un di­vorcio, automáticamente asume que es por falta suya, y se siente culpable. Por lo común en una familia hay una considerable cantidad de presión al divorcio, pero en vez de asumir su pro­pia responsabilidad, los padres pueden acusar a los chicos por esa presión. El chico se siente más mal todavía y su sentido de culpa se intensifica.

La primera cosa que un padre en situación de divorcio debe­ría hacer para ayudar a sus hijos y evitar ese sentimiento de culpa es comunicarles lo que está sucediendo. Esto es extre­madamente importante, aun si la quiebra del matrimonio se pro­duce precisamente por la falta de comunicación de los padres.

También es importante no poner al niño en medio de las di­ficultades de sus padres. Los padres no necesitan recriminarse o acusarse delante de los hijos, y no deben forzarlos a escoger entre un padre u otro.

Cuando un adolescente reacciona al divorcio de sus padres con una actitud negativa, como cuando se produce una muerte en la familia, eso puede ser la base para un sentimiento de cul­pa mucho mayor. El se aferra a la esperanza de que sus padres se reconcilien, renuente a aceptar el rompimiento. Los padres deben comunicar lo irremediable del divorcio, así el adoles­cente no alienta la vana esperanza de que si él puede hacer al­go, mamá y papá volverán a unirse. Su sentimiento de culpa aumenta cuando inevitablemente falla. Finalmente, los hijos pueden manifestar ira contra uno o ambos de sus padres, parti­cularmente si uno de los padres se ha envuelto en relaciones con otra persona. Es lo mejor para ambos padres divorciados—y también para los hijos— que ninguno de los dos vuelva a ca­sarse, o mantenga relaciones amorosas con otro por lo menos durante un año. Este lapso capacita al niño para ajustarse a los cambios producidos en la estructura de la familia, y aumentar su sentido de seguridad, cosa que lo ayuda a no buscar el sexo prematrimonial.

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”.

Por Josh McDowell.

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