¿Qué es el flirteo o coqueteo? ¿Es un noviazgo? Para nada. Según el diccionario de la Real Academia Española coquetear es: “tratar de agradar o atraer a alguien por simple vanidad, en busca de una relación superficial”.

El coqueteo es usar al otro para alimentar el propio ego. “¿No ves como está?, lo vuelvo loco”. “Mataría si yo se lo pidiera, pobrecito”. “La tengo muerta conmigo”. Frases que se usan para remarcar el propio poder de seducción. Poco importa el otro; es usado para obtener esa sensación grandiosa de sentirse importante o poderoso/a. En la búsqueda de la propia valoración personal confunden el camino y alimentan su ego con las emociones que despiertan en otros. Los estudiosos de la conducta humana dicen que el flirteo o “coqueteo” funciona a base de mensajes corporales, gestuales y verbales.

¿Cuáles son las características del coqueteo?

Los primeros mensajes son no verbales y están destinados a “llamar la atención”. Una sonrisa tímida o una carcajada alegre con volumen suficiente para decir presente. Un gesto sobreactuado. Todo sirve. La intención es que encuentren las miradas, mediante gestos que indiquen aprobación o interés. El próximo paso, al decir de Desmond Morris, es una conversación lánguida, con voces suaves y acariciantes. Generalmente se inicia con cumplidos. Importa cómo se dice, no lo que se dice. ¡Ya está! La cascada de acontecimientos ha iniciado el juego de seducción.

¿Y eso está mal? En principio no, para nada, si lo que se busca es una relación genuina de compromiso. Pero en el coqueteo la mala palabra es «compromiso». Los que coquetean quieren jugar, pero nada más. Eso nos lleva a otra pregunta: ¿Qué tiene de malo para un cristiano/a coquetear si uno no va a ir más lejos? Algunos afirman que es inocente juego. ¿Seguro que es “inocente”?

Carina conoció a José mientras hacía su postgrado como médica especialista. Ella atractiva. Él, inteligente y seductor. Más avanzado en su formación, se convirtió en su instructor, siempre presto para ayudar en cualquier emergencia. Con el correr de los días las miradas de él fueron cambiando. Ella se reía y lo tomaba a broma. Pero el caldero de las sensaciones empezó a hervir a fuego lento. Entre lágrimas cuando su esposo la abandonó porque descubrió el affaire, ella confesó: “lo perdí todo, como una tonta”.

Nunca es inocente si se juega con las expectativas de otra persona y se la ilusiona de forma tan tramposa, sin intención de compromiso. Es bueno dar señales de interés cuando alguien nos gusta para entablar una relación amorosa, lo pernicioso es intentar gratificarse a uno mismo con el amor del otro o dar lugar al coqueteo si se está ya en pareja. Una persona casada sólo debería ser melosa, suave y tierna con su pareja, nadie más.

Para entender la importancia del coqueteo para los cristianos, primero partamos de algunas premisas básicas e insoslayables:

1. En más o en menos, hombres o mujeres, todos queremos agradar. Hasta el más gruñón desea ser amado y aceptado. Nos acicalamos, perfumamos y cuidamos nuestra apariencia porque anhelamos el asentimiento de los que nos rodean.

2. Unos y otras, desplegamos todas nuestras dotes en el arte de amar.

3. La relación amorosa es una comunicación creativa que mezcla posturas, palabras y gestos; muchos de los cuales no son conscientes, a menos que alguien lo señale.

4. Finalmente, aunque seamos muy distintos, a la hora del cortejo, todos tenemos patrones similares.

El comportamiento típico de un hombre que coquetea es hacerse el carilindo, hablar suave y tiernamente; pero apenas vislumbra que la relación avanza hacia el compromiso, deja de interesarse y busca otra candidata. En realidad, él jugó desde el principio. Si reconoces a alguno en tu círculo de influencia no le des ni la hora. No vale la pena. Siempre dirá: “no encuentro la horma de mi zapato, mi media naranja, etc.”, y no sé cuántas cosas más, pero en realidad es un inseguro que huye del compromiso y prefiere vivir en la nube de la egolatría.

Otras veces son las chicas y no tan chicas las que juegan a seducir y después se hacen las desentendidas. Eso es “tomarle el pelo” a un hombre que se interesa.

Si vas a alimentar alguna esperanza de amor, asumí la responsabilidad. No hieras el corazón de alguien simplemente para alimentar tu ego. Actuar así es como el boomerang, todo lo que siembres, eso mismo cosecharás, sentencia Gálatas en el capítulo 6.

Por José Luis y Silvia Cinalli

Tomado de placeresperfectos.com.ar

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