Continuemos.

6. Toma Medidas de Prevención Para Evitar la Tentación.

Tú no tienes que tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Tu virginidad es una de las cosas más pre­ciosas que posees, ¡guárdala! Puedes arrojarla al cesto de los desperdicios, como si fuera una basura, o puedes conservarla como una preciosa joya. Si tienes problemas en resistir la tentación cuando sales con un muchacho, en­tonces evita las cosas que despiertan los deseos físicos. No vayas a lugares oscuros. No pases mucho tiempo sola con él en el auto. No escuches música, ni veas películas que sólo son alimento de la carne.

7. Arrepiéntete y Camina en la Gracia de Dios.

Confiesa tu pecado a Dios, porque la Biblia no tiene límites en el perdón. La mayor línea divisoria, a los ojos de Dios, es aquella que está entre los que son hijos de Dios y los que no lo son. Los hijos de Dios no están señalados por una historia de nunca hacer lo malo, sino que están definidos como aquellos que han aceptado el perdón de Dios y se han entregado para seguirle sólo a El. Toma la actitud que Jesús muestra en Juan 8:11: «Ni yo te con­deno, vete y no peques más».

8. Medita en la Palabra de Dios.

«Transfor­maos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.» (Romanos 12:2).

Primero que todo, tú debes meditar en la Palabra de Dios, la Biblia. Esto ayuda mucho. No quiero decir que debes leer un capítulo al día, y luego seguir alegremente tu camino, diciendo que el que está en ti es más grande que el que está en el mundo. Eso es cierto, pero, ¿cuánto tiempo te lleva leer ese capítulo? ¿Diez minutos, como máximo? Y eso te deja el resto del día para ser bombar­deado por las mentiras del mundo, del diablo, y aun de tu propia carne. Seguro que Dios es grande, pero con esa clase de «consagración,» no puede pensar que tú buscas seriamente su ayuda. MEDITA. Eso significa memorizar y pensad, analizar, considerar, ponderar, y aun pregun­tar (con un corazón deseoso de aceptar las verdaderas res­puestas). Di, junto con el salmista: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (Salmo 119:11).

9. Busca Buenos Consejos.

Busca a alguien de confianza, a quien puedas hacerle preguntas a menudo, quizá semanalmente. Saber que po­demos confesar un pecado a alguien cuyo amor y respeto es importante para nosotros, ayuda realmente.

10. Huye o Apártate.

Cuando tú oyes que la Biblia dice que el sexo prematri­monial es malo, tu primera reacción es decir: «Ellos no tuvieron las mismas tentaciones que nosotros». Esta es una mera suposición, porque en Génesis 39:7-12 tenemos la historia de José cuando fue tentado por la esposa de Potifar. La esposa de Potifar estaba locamente enamora­da de José. Ella trató de seducirlo, diciéndole: Duerme conmigo. José estaba al cuidado de toda la casa, mientras su amo estaba ausente, no había nadie cerca que pudiera verlos, y la esposa de Potifar era muy bella. Pero José estaba alerta al pecado. El versículo 10 dice: «Pero ella continuó con sus insinuaciones día tras día, a pesar de que él se negaba a oírla y evitaba en todo lo posible encontrarse con ella a solas». Yo supongo que José pensaba que si andaba todo el día cerca de ella, sería tentado. Nosotros podemos huir de la tentación de la misma manera que José.

Es cierto que hay más tentaciones hoy en día, pero no­sotros no hemos cambiado. Tú puedes decir: Bien, ¿có­mo puedo escapar de esta manera de pensar y actuar?

Dios ha provisto un camino para «vencer el hábito,» una manera de tratar con estas tentaciones y evitarlas. En 1º Corintios 10:13 dice: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana: pero fiel es Dios, que no os dejará ser tenta­dos más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis so­portar». Tú no eres la única persona en el mun­do que sufre tentación sexual. Pero Dios está todavía de tu lado. Él te ha provisto vías de escape. Y sus vías de escape se te presentan desde antes que entres en la tenta­ción. Tú puedes hacer lo que José hizo, no andando cer­ca (ni menos solos) con la persona que te atrae magnéti­camente. Evita esa persona, y no caerás en la tentación.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Lo Que Deseo Que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”

Por Josh McDowell

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