Para un excelente ejercicio de fortalecimiento del espíritu de comunidad, solicitemos a los chicos que completen el siguiente cuadro:
LO QUE OTROS ME DICEN:
A. Palabras de ánimo.
B. Palabras de desánimo.
LO QUE YO LES DIGO A OTROS:
A. Palabras de ánimo.
B. Palabras de desánimo.
Pidamos que piensen en un momento en el que alguien haya dicho algo que realmente resultó de desánimo para ellos, que los haya hecho sentir mal. Puede ser un menosprecio, un comentario lleno de enojo o cualquier otra cosa. Luego indiquémosles que traigan a la memoria un momento en el que se hayan sentido animados por las palabras de otro, en el que se hayan sentido bien. Se pueden hacer varios registros en las primeras dos columnas, motivémoslos a que las llenen. Luego deben hacer lo mismo con la tercera y cuarta columna, solo que en esta oportunidad tendrán que pensar en aquellas veces en que ellos dijeron palabras de ánimo o desánimo.
En líneas generales, los jóvenes son capaces de recordar más palabras de desánimo que de ánimo. Debatamos acerca de lo que esto indica. Hablemos de lo fácil que es desanimar o menospreciar a otros sin pensarlo, de lo dañina puede ser nuestra lengua, y de todo el tiempo que toma reparar el daño realizado.
Continuemos examinando Hebreos 10:23-25, que habla del dar aliento, y luego conversemos acerca de maneras de ponerlo en práctica.
También podemos ayudar a los chicos a identificar las cosas que se dicen el uno al otro, como «palabras de ánimo» o «palabras de desánimo». Esto los motivará a ser más cuidadosos acerca de lo que dicen. Si nos encontramos en un retiro de fin de semana, desafiémoslos a exhortarse el uno al otro cuando escuchen que alguien desanima a otro. Esto puede cortar con el enfoque negativo que a menudo arruina las reuniones de jóvenes y las actividades. (Bill Wlliamson).
Extracto del libro Reuniones Creativas Para Refrescar tu Ministerio
Por Autores Varios