Los padres que tienen un modelo pastoral de la paternidad harán mucho más que entregar una lista de regulaciones e imponer castigos cuando las regulaciones son quebrantadas. Los padres pastores serán amigables con sus adolescentes. Sondearán y examinarán. Involucrarán a sus adolescentes en discusiones provocativas. No estarán dispuestos a vivir con distanciamiento, con evasivas y silencio. No permitirán que los adolescentes establezcan la pauta para la relación. En tiempos de problemas, tendrán discusiones en vez de exámenes cruzados. No estarán allí simplemente para demostrar que el muchacho estaba equivocado y para anunciar el castigo. Buscarán exponer los verdaderos pensamientos y motivos del corazón de sus adolescentes al hacer preguntas que revelen el corazón. («¿Qué estabas pensando y sintiendo en ese momento?» «¿Por qué era eso tan importante para ti?» «¿Qué querías lograr cuando hiciste eso?» «¿Qué fue la cosa más importante para ti en ese momento?» «¿Qué temías en esa situación?» «¿Qué era lo que tratabas de obtener?» «¿Por qué te enojaste tanto?» «Si pudieras regresar y hacer algo de manera diferente ¿qué cambiarías?» etc.) Ayudarán a su adolescente a mirarse en el espejo fiel de la Palabra que es capaz de exponer y juzgar el corazón. Y harán todo esto en un espíritu de amor paciente, amable, manso, perdonador, tolerante y paciente.

Al hacerlo así, encarnarán el amor de Cristo, quien es el Gran Pastor del alma de sus adolescentes. Colosenses 3:12-14 nos da una descripción maravillosa de las actitudes que necesitan moldear los encuentros de ministerio que tengamos con nuestros adolescentes:

» Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.»

Los padres que se acercan a sus adolescentes con estas actitudes del corazón demostrarán la presencia de Aquel que verdaderamente está siempre presente y es ilimitado en su amor redentor. Él, el gran transformador de los corazones, entonces los usará como instrumentos en sus manos restauradoras. Cuán diferente es esto comparado con el enojo ansioso, control temeroso y manipulación desesperada que muchos padres ejercitan intentando hacer que sus adolescentes hagan lo que es correcto. Santiago dice que este enojo no obra la justicia de Dios (Santiago 1:20).

Los intentos de control, aunque aparenten estar bien, realmente estorban lo que el Señor está haciendo en la vida de tus adolescentes. Ezequiel declara el plan de Dios muy claramente, «para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos» (Ezequiel 14:5). Dios dice, «En esto estoy trabajando, en reconquistar los corazones de mi pueblo para que me sirvan a mí nada más». ¿Podemos tener una meta menor que esta al estar educando a nuestros adolescentes? Debemos esforzarnos para ver los ídolos fundamentales del corazón que moldean nuestro comportamiento. Serán expuestos cuando el Espíritu obre a través de nosotros para alumbrar la vida del adolescente con la luz de la Escritura.

Todo lo que hacemos con nuestros adolescentes, desde el encuentro casual hasta los momentos de crisis, debe ser forjado por un compromiso básico con el cambio de corazón. Este pastoreo paternal del corazón puede ser resumido en cinco metas fundamentales que ofrecen una guía práctica para todo lo que hacemos con nuestros adolescentes. Estas metas serán el tema de discusión de este y los próximos cuatro capítulos.

Extracto del libro «Edad de Oportunidad».

Por Paul David Tripp.

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