Continuemos.

Si nosotros los padres hacemos del hablar con nuestros hijos la prioridad número uno, ellos se pondrán contentos y harán del hablar con nosotros también su principal prioridad. Me he dado cuenta de que tengo que hacer planes por adelantado si quiero tener una buena conversación con mi familia. A veces mi esposa y yo planeamos los temas que discutiremos a la hora de la cena. Otro excelente tiempo para conversar es cuando van camino a la escuela. Es un tiempo excelente para hablar de lo que les gusta y lo que no les gusta, hablar acerca de sus senti­mientos y de qué piensan hacer en ese día. También yendo a la iglesia es otro buen momento para charlas especiales.

Me gusta llevar a alguno de los chicos conmigo cuando voy al centro de la ciudad. Recientemente tuve que ir hasta Ramo­na, un pueblo que está a unos treinta kilómetros de casa. Me llevé conmigo a la nena que tiene tres años y medio. Yo había pensado en cinco o seis preguntas para hacerle. Si yo había hecho planes, esos planes no se realizaron. El tiempo pasó demasiado rápido. Algunos de los momentos más íntimos entre padres e hijos pueden tener lugar en sus cuartos, o en el dormitorio de papá y mamá. Hay alguna diferencia de sentimientos si usted está en el cuarto de ellos, o ellos están en el suyo. Y el momento de ir a la cama, por supuesto, es un tiempo excelente para la comunicación. Pero de nuevo, si yo no pienso de qué voy a hablar con ellos en ese momento, lo más probable es que no diga nada.

Es fácil dejar que las presiones del día hagan peso sobre no­sotros para impedir el precioso tiempo de hablar con los hijos. Una vez yo estaba bajo una tremenda presión, terminando un libro que tenía que entregar a la casa publicadora. Había esta­do trabajando toda la noche en él. Entonces vino mi hijo y quería hablar conmigo. Yo sabía que él estaba muy preocupado por una visita al doctor, quien había hecho un comentario acerca de su pequeña estatura, pero yo no había escogido ese momen­to para hablar con él.

«Josh, me dije a mí mismo, tú vas a seguir teniendo pre­siones sobre fechas y vencimientos el resto de tu vida; siempre vas a tener cosas apuradas que hacer; pero no siempre vas a tener a un chico afligido que quiere hablar contigo. Así que, aprovecha esta oportunidad». Así que dejé todos mis papeles a un lado, y hablé durante media hora con él acerca de su corta estatura. Le hablé acerca de que para Dios él es como es, y que ser bajo de estatura tiene sus ventajas y sus desventajas.

A veces, por supuesto, no puedo hablar con los chicos cuan­do requieren mi atención. Muy a menudo les digo: «Querido, no puedo hablar contigo en este momento. Pero cuando me hallo libre ya es demasiado tarde para tratar el asunto». Entonces he descubierto que es mucho mejor decir: Tú sabes, hijo, yo deseo conversar contigo acerca de esto, pero no puedo en este momento. Si puedes volver en tal o cual hora, entonces estaré libre, y podré darte toda mi atención. He hallado que mis hijos toman una actitud diferente cuando les digo así. Ellos no sien­ten que los estoy haciendo a un lado, y que no me interesan sus cosas.

Si nosotros los padres mostramos interés en nuestros hijos cuando son jóvenes, ellos mostrarán interés en nosotros más tarde. La buena comunicación con los adolescentes requiere una cantidad de tiempo y pensamiento, pero es el fundamento de la relación de toda la vida de la familia.

Extracto del libro “Lo que Deseo que Mis Padres Sepan Acerca de mi Sexualidad”

Por Josh McDowell

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