Queremos ofrecerte 10 consejos que podrían ayudarte a ti y a tu familia a ser más eficaces cuando sirvan juntos.

1. Tomar Apuntes de lo que Aprenden.

Después de servir en familia tomen nota de sus apreciaciones. ¿Qué aprendieron como familia? ¿Qué funcionó? ¿Qué fue muy útil para los beneficiarios? ¿Qué habría que cambiar la próxima vez que sirvamos allí? ¿Cómo se sintió cada miembro de la familia al servir allí? ¿Cómo podemos mejorar la próxima vez que sirvamos? No hagan anotaciones muy extensas, deben ser frases breves, opiniones cortas. Estas cosas nos ayudarán a evaluar, mejorar y seguir aprendiendo como familia. Esto también ayudará a que nuestros hijos nos vean como personas que no lo saben todo, humildes y siempre listas para aprender.

Es importante separar este tiempo y buscar el lugar para dedicarse a escribir las conclusiones y cosas aprendidas. No se olviden de anotar los nombres de las personas a las que sirvieron para orar siempre por ellos. Anoten también las peticiones de oración que tuvieron esas personas y oren como familia en casa.

2. Terminar lo que Empezamos.

A veces la prisa, el trajín y la vida hace que nos olvidemos de las metas que tenemos. Si como familia decidieron cumplir con alguna tarea de servicio es importante que nuestros hijos la vean cumplida. Hay que concentrarse en el logro de la meta o si no, todos se pueden desanimar. Pongan metas que realmente pueden cumplir. Si es asistir a una institución una vez al mes, deben que ser muy intencionales en cumplirlo. Si vamos a realmente tener un impacto y una influencia, tenemos que cumplir la meta que Dios nos ha dado.

Todos conocemos a personas que empezaron con buenas intenciones, pero nunca lograron la meta. La Biblia habla de personas así en Lucas 14:28-30. Mostrémosles a nuestros hijos que somos personas de palabra y que cumplimos lo que decimos. Recordemos que lo valioso consiste en el logro de la tarea y en ver a nuestros hijos sirviendo el resto de sus vidas. Para que eso suceda tenemos que cumplir las metas que tenemos, tener una rutina de servicio.

3. Usar Cada Acto de Servicio Como una Oportunidad Para Aprender.

Podemos ser agentes de cambio en un mundo torcido, pero para eso debemos ser personas que aprenden. Cada vez que salimos a servir, en vez de tener una actitud de sabelotodo, debemos estar siempre dispuestos a aprender. Charles Handy dice que “el aprendizaje es una rueda que tiene cuatro partes: una relacionada a la curiosidad, a la búsqueda de respuestas a cosas que nos interesan; otra que tiene que ver con la teorización, aquí es donde damos distintas explicaciones o ensayamos una respuesta a lo que nos llama la atención; luego está la aplicación, donde ponemos en juego nuestra teoría y finalmente la reflexión, donde analizamos los resultados”.

Debemos aplicar esto a nuestros hijos de acuerdo a la edad que tengan. Los niños son naturalmente curiosos, aprovechemos esto y permitámosles que hagan preguntas y comentarios incómodos después de ver a una persona discapacitada, por ejemplo. Que usen su curiosidad, y luego que intenten entender dónde está Dios en todo esto.

4. Aprender a Escuchar.

¿Cuántas veces vemos reflejadas nuestras historias en personas que nos cuentan sus propias vivencias? Todavía no terminan de contarnos su historia y ya tenemos en nuestras mentes la respuesta según lo que nos pasó a nosotros. ¿Han estado alguna vez en un grupo donde cada persona intenta contar una historia mejor que la otra? Nuestros hijos necesitan ver que sabemos escuchar. Aprendamos a escuchar a los que servimos, a nuestros hijos y nuestro cónyuge. De esa manera seremos mucho más eficaces en nuestro servicio.

Es importante escuchar con todo lo que somos, con nuestros oídos, nuestra mente y nuestro corazón. Debemos ponernos en el lugar del que nos está hablando. Si queremos aprender a escuchar mejor, tenemos que mejorar las preguntas que hacemos. Para demostrar que estamos escuchando a veces podemos repetir lo que nos han dicho con nuestras propias palabras: “Te escuché decir que no te gusta caminar diez kilómetros para llegar al basural para reciclar”. Y luego esperemos que nos confirmen si estamos entendiendo bien. No hay que buscar soluciones, hay que entender.

5. Ver el Potencial en los que Servimos.

En vez de verlos como pobres y sin salida, hay que intentar verlos como Dios los ve y con el potencial que tienen. Debemos verlos como imagen y semejanza de su Creador. Uno de los aspectos más dolorosos de nuestra cultura latina es la afición a concentrarnos en la queja, de decir lo que no somos, de definir a nuestro país o al lugar donde estamos en función de lo que no es. Tenemos la tendencia de ver todo lo malo. Es tiempo de cambiar esta mentalidad y buscar lo mejor para los otros, en especial para los que servimos. Debemos ser una familia que sirve de manera eficaz enfocándonos no en los problemas de las personas sino en su potencial. Esto no significa que no seamos realistas ni que ignoremos el sufrimiento que otros tienen, pero primero tenemos que ver las posibilidades que hay para ellos. Nunca nos olvidemos que tratamos con personas que están golpeadas, heridas, doloridas y destrozadas, pero que son seres humanos creados a la imagen de Dios.

Miremos con los ojos de Dios a las personas que servimos y creamos que tienen un potencial tremendo para cambiar sus comunidades. La meta es ver su potencial y ayudarlos a alcanzar lo que pueden hacer. Si nosotros no podemos ayudarlos debemos conectarlos con alguien que sí pueda hacerlo.

Extracto del libro “Trabajemos en Familia”.

Por Rich y Elisa Brown

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