Continuemos.
3. El «Ministerio» no es un Concurso de Popularidad.
No se trata de «¿quién es más popular?» Pero sí de quién es más influyente en la sociedad. ¿Quién habla por los cristianos en los grandes centros de decisiones de nuestros países? ¿Quién habla por los cristianos en los círculos culturales donde se gestan las ideas que en una generación dictarán el rumbo de nuestras naciones? ¿Quién habla por los cristianos en los discursos populares de las universidades nacionales? ¿Tienen nuestros jóvenes a un líder, a un héroe que esté no solo en la plataforma de la iglesia, sino en la plataforma social, política y filosófica de nuestros países marcándoles el norte moral?
Estás equivocado -me dicen- en la Iglesia tenemos una radio cristiana que es escuchada en todo el país.
A eso yo respondo: «No es cuánto territorio cubre la radio, es cuánta gente y qué gente escucha la radio. Y si solo gente cristiana escucha la radio, no podemos pretender decir que estamos afectando la cultura en general, porque lo que hacemos es afectarla sub- cultura cristiana, lo cual es un genuino y maravilloso ministerio, pero no nos concede el título de «héroes en la cultura».
Es fácil conocer la influencia de La Iglesia en la sociedad a través de la historia, solo hay que estudiar el arte, la arquitectura, la economía, las ciencias, formas de comunidad, vida familiar, etc. Si damos un vistazo a estas áreas hoy, nos damos cuenta que la Iglesia ha dejado de producir héroes hace mucho tiempo.
La mayoría de nuestros líderes, son líderes de la Iglesia, no de la cultura. Nosotros como Iglesia, como cuerpo -ya lo he dicho antes- hemos perdido el lugar de liderazgo que deberíamos tener. No producimos líderes estratégicos para cambiar nuestra cultura. Tenemos héroes que nos enseñan de la unción, las finanzas, el liderazgo y el pastorado. Nuestro lenguaje es rico en todo lo referente a nuestro reducido círculo espiritual, pero carece de ideas, formas y conceptos que le ayuden a la nueva generación a discutir inteligentemente los grandes temas sociales y culturales que un verdadero héroe social necesita abordar.
En 1978 el filósofo y teólogo Elton Trueblood escribió: La prueba de la vitalidad de cualquier religión se ve en su efecto en la cultura. ¿Dónde están nuestros héroes, aquellos que afectan la cultura no desde la Iglesia, sino desde la cultura misma, inspirando a las nuevas generaciones?
4. Una Cultura sin Inspiración.
El micrófono cultural ya ha estado encendido por algún tiempo en el escenario social, y muy pocos cristianos han subido para dejarse escuchar; por lo tanto, cualquiera con ideas equivocadas hace uso de ese micrófono. En los países latinoamericanos, cuando sacan nuevos billetes para la moneda nacional, los gobiernos recurren a diseñar billetes con motivos de industria, diseño (arquitectura) y flora y fauna. De igual manera, cuando la comunidad europea estableció su moneda, el Euro, €, decidió en un diseño que no incluye «héroes», sino puertas. Se nos han acabado los héroes nacionales para poner sus rostros en la moneda nacional. Este fenómeno es solo reflejo de la cultura, nuestra sociedad no tiene a quién ir para inspiración. ¿Quién es la gran inspiración hoy? ¿A quién podríamos poner en nuestro continente hoy como héroe?
Tenemos que cambiar este rumbo y regresar para ser de consecuencia a nuestras naciones. Esto no sucede sin héroes, sin revolucionarios que vayan de punta abriéndose paso en la selva de la cultura y en la montaña de la sociedad, inspirando a generaciones que continuarán el heroico avance del Evangelio,
Por Júnior Zapata
Tomado de revista Edición G