Un reconocido sociólogo y especialista en temas juveniles, el Lic. Mario Margulis, reflexiona luego de analizar el caso de Iván Kotelchuk (19), el joven argentino asesinado en junio de 2005 por una patota de skinheads, que “la idea de las tribus, digamos, es una metáfora: son afiliaciones juveniles, de encuentros de identidad, lugares de pertenencia de poco tiempo que tienen un componente afectivo. Pero lo nuevo en este caso es que la violencia juega un rol en la organización de la identidad y adquiere características reaccionarias”, asumiendo que no todas las tribus urbanas tienen a la violencia como eje conductor.

Por ese motivo, en general, en el presente texto preferimos nombrar a estos grupos como subculturas juveniles, ya que esa denominación resalta más el factor cultural que el social.

Pero a modo de ilustración de lo que sostengo, que en mucha literatura existente la frase “tribu urbana” se usa para denotar violencia y vandalismo, a continuación presento dos citas.

Por ejemplo, el “padre” de todos los diccionarios, el Diccionario de la Real Academia Española, encabeza las fuentes de referencia diciendo que una tribu urbana es un “grupo grande de personas con alguna característica común, especialmente las pandillas juveniles violentas”, afirmando también que las tribus urbanas se remiten a “el salvajismo de los que actúan sin freno, sin atenerse a normas y, donde lo que prima es la ley del más fuerte”.

También Gladys Grünwaldt, una impulsora del diálogo entre cristianos y musulmanes, en un artículo de su autoría contenido en el libro de Terminiello (2002), al definir el fenómeno usa las siguientes palabras:

Tribus urbanas, autodenominación de variedad de patotas que actúan en nuestras urbes, constituidas por jóvenes desubicados que manifiestan su disconformidad, su desarraigo y su malestar interior, agrupándose en movimientos contraculturales, en bandas xenófobas, que rechazan los elementos fundamentales de las estructuras vigentes a las que menosprecian vivamente.

En lo personal, disiento con esta definición en varios puntos. Por empezar, no creo que todas las tribus urbanas quepan en la palabra patota (banda delictiva), a excepción de las maras; no es ese el caso de los tecnos, ni el de los practicantes del parkour, o de los que hacen arte callejero, por ejemplo. Tampoco considero que todos en general estén desubicados ( muy fuerte!) ni que todos sean movimientos contraculturales, según la definición de lo que es una contracultura, ni mucho menos que sean xenófobos (si bien alguna que otra agrupación tiene tendencias racistas más manifiestas u ocultas). Más bien pienso que esta consideración se aplica parcialmente a algunas subculturas juveniles pero no a todas, en un tono muy generalizador. Pero hay buenas noticias: al final la autora se redime presentando una oración basada en Ezequiel 37, el valle de los huesos secos, y pidiendo que el Espíritu sople sobre esta juventud seca y la haga revivir. Pensamiento compartido. Fin del debate.

Extracto del libro Tribus Urbanas.

Por María J. Hooft.

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