LA INTENSIDAD DE UNA CARTA DE AMOR

¿Alguna vez has considerado la magnífica carta de amor que es la Palabra de Dios? Yo pensaba que cuatro hojas tamaño oficio eran algo bastante intenso, pero imagina cuánto dio de sí Dios en su carta solo para decirte cuánto te ama, para declararte cuán a menudo piensa en ti, para que sepas que él cree que tú y él podrían tener una relación extraordinaria. Además, te contó todo acerca de su persona favorita, su Hijo.

¿Qué pasaría si aprendiéramos a leer la Palabra de Dios con la intensidad con que se lee una carta de amor? Entre líneas, a través de las líneas, y sobre las líneas. ¿Y cómo sería si nosotros le diéramos la respuesta que él tanto espera?… Dios no nos dejó un método a seguir paso a paso para experimentar su Palabra de la mejor manera. Pero sí nos ha dejado algunas importantes pistas.

Considera todas las veces que Dios anima a la gente en las Escrituras a que tenga una experiencia con su Palabra y te darás cuenta de que él nunca nos incentivó únicamente a leerla. Leerla es una acción que se da por sentada. Hay otras palabras que representan niveles más profundos que el simplemente leer el texto, tales como, caminar en, obedecerla por completo, meditar en ella y prestar atención. En el capítulo anterior consideramos Proverbios 2, y notamos frases como «atesórala», «si la llamas», «si la buscas como a plata», «si la buscas como a un tesoro escondido». En Apocalipsis se nos dice que leamos el libro en voz alta, que lo escuchemos, y que lo obedezcamos (Apocalipsis 1:3).

VIVA Y ACTIVA

¿Estas son buenas o malas noticias para aquellos a los que no les gusta leer? ¡Son buenas noticias! Porque leer las Escrituras se parece más a comerse un helado que a leer un libro. ¿Y a quién no le gusta comer helado?

Cuando nuestros ojos absorben las palabras de las Escrituras, vemos su belleza y majestad desplegarse frente a nosotros. La Palabra de Dios es viva y activa; no se parece al agua estancada o congelada en el tiempo. Considera el mismo pasaje cada día, y como un atardecer, se verá diferente cada vez.

La diferencia entre leer las Escrituras y experimentar las Escrituras es igual a la diferencia que hay entre levantar en brazos a un bebé y sostenerlo. Entre oír a nuestro cónyuge y escucharlo. Entre hablar y comunicarnos. Solamente leer el texto no nos lleva a encontrar todas las joyas que Dios tiene escondidas allí. Y sin las joyas, la Biblia puede resultar tediosa y seca. La Biblia es difícil para aquellos a los que no les gusta leer, cuando se la considera como otro libro que hay que leer en lugar de verla como un texto vivo que se debe observar y explorar, darle importancia y vivirlo. En esencia, metabolizarlo.

¿Cómo aprovechamos esas maravillosas actividades como andar en, obedecerla completamente, meditarla y hacerle caso? ¿Cómo podemos crear un enfoque práctico para experimentar la Palabra de Dios? ¡Qué bueno que no tenemos que empezar de cero! Estudiosos, reformadores, pastores y estudiantes de la Biblia con diferentes aproximaciones han estado analizando las Escrituras por siglos. Imagínate los millones de personas que por más de cien años han estudiado el mismo libro. Y a través de todos los siglos y de todos esos muchos investigadores, han surgido tres pasos que son comunes a cualquier método de estudio bíblico. Observar. Interpretar. Aplicar.

TRES REQUISITOS

Los tres pasos de observar, interpretar y aplicar las Escrituras caen debajo de la sombrilla del estudio inductivo, una técnica que ha estado dando vueltas por un buen tiempo, pero que ha sido aplicada muy ocasionalmente en el ministerio juvenil… Si alguna vez has estudiado en la universidad un curso básico de Biblia, o tomado clases un poco más avanzadas en el Seminario, posiblemente lo conozcas como exégesis, una palabra bastante elevada que parece no tener ninguna utilidad para el ministerio juvenil. Pero aquí está el por qué se aplica el estudio inductivo en el ministerio juvenil: la gran barrera para un estudio bíblico personal o de grupo es no tener un plan. El estudio inductivo nos provee un plan… Otra cosa, el método inductivo ayuda a fusionar la Palabra de Dios en los dos elementos que componen el ministerio juvenil: los líderes y los jóvenes.

El estudio inductivo ofrece el abordaje que la misma Biblia parece reclamar. Eugene Peterson, autor de la Biblia The Message (El mensaje) escribe: «Solamente hay una forma de leer que resulte congruente con las Sagradas Escrituras, texto que confía en el poder que las palabras tienen para penetrar nuestras vidas y crear verdad, belleza y bondad. Escritura que requiere que el lector, según las palabras de Rainer Maria Rilke, «no se mantenga siempre con la cabeza inclinada sobre sus páginas, sino que a menudo se eche hacia atrás y cierre sus ojos considerando una línea que ha leído una y otra vez, hasta que su significado se le esparza en la sangre». Este es el tipo de lectura que nuestros ancestros llamaban lectio divina, a menudo traducida como «lectura espiritual»: una lectura que entra a nuestras almas como el alimento ingresa a nuestros estómagos, se esparce en nuestra sangre, y se convierte en santidad, amor y sabiduría».

Yo creo, como Peterson, que hay algo interno en nosotros que quiere conectarse con la Palabra de Dios, algo que está en nuestro ADN espiritual. Cuando la conexión se realiza, la transformación interna empieza a ocurrir. Aplicándola a los líderes de jóvenes, este tipo de transformación que se produce en nuestro interior se hace visible para los jóvenes con los que trabajamos, creando una atracción natural hacia las cosas de Dios. Aplicándola a los jóvenes, la transformación tiene lugar como una obra interna y sobrenatural de parte del Espíritu Santo, en lugar de una presión externa de parte de nosotros… Simplificadas para el ministerio juvenil, la observación, la interpretación y la aplicación (el triple juego del método inductivo) se convierten en tres simples peticiones a Dios: ¡Dios, muéstrame! ¡Dios, enséñame! ¡Dios, cámbiame!

Estas son peticiones que podemos hacer al examinar cualquier versículo o capítulo o cualquier libro de la Biblia. Y cada vez que nos dirijamos a Dios con esta solicitud tenemos garantía de que veremos, aprenderemos y seremos cambiados. (Esa garantía la da Dios, no yo). Analizaremos cada una de estas garantías detalladamente en los siguientes tres capítulos.

Extracto del libro Cómo Enseñar la Biblia Con Creatividad

Por Barry Shafer

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