Básicamente existen dos tipos de motivaciones, las externas o extrínsecas, y las internas o intrínsecas. Vamos a considerar con cierto detenimiento cada una de ellas.

La motivación externa

Como su nombre lo indica con toda claridad, las motivaciones externas son aquellas que provienen del exterior de individuo; son extrínsecas, ajenas a él. Se trata de factores o estímulos que provienen del entorno de la persona y que actúan sobre ella produciendo una respuesta. Un estímulo externo puede ser de tipo positivo (pago, premios, reconocimiento, aceptación, y otros) o de tipo negativo (castigos y amenazas). Este tipo de motivación es válido y suele funcionar en determinados niveles. Por ejemplo, una parte esencial dentro del ámbito laboral es el pago por el trabajo.

Ahora bien, la motivación externa tiene sus limitaciones y estas resultan muy claras: al desaparecer el estímulo, posiblemente desaparezca también la respuesta del individuo, y eso lo regresa a su estadio anterior. Otro de los peligros de la motivación externa es que puede crear dependencia, haciendo que la persona se vuelva totalmente incapaz de actuar sin la presencia de estímulos o presiones exteriores.

Permitan que ilustremos este punto con una anécdota.

Hubo una vez un viudo que se sentía molesto porque los chicos del barrio en que vivía jugaban fútbol en la calle frente a su casa. Los chicos eran escandalosos y gritaban a todo volumen. Pero al viejo no solamente le molestaba el ruido, sino que también temía que un día el balón pudiera romper una ventana de su casa o una de las macetas de flores que su esposa había cuidado con tanto cariño. El hombre sabía que ni pedirles, ni gritarles lograría que los adolescentes jugaran en otro lugar. Así que ideó un plan.

Un día salió a la calle, los saludó y empezó a hablar con los chicos. Les platicó acerca de los tiempos de su juventud en los que él también jugaba y le regaló a cada uno de ellos unas monedas. La próxima vez que los chicos volvieron a jugar, salió el hombre y les dio la misma cantidad de monedas a cada uno. Después de unas semanas, el viejo redujo la cantidad de dinero que les daba. Los chicos se quejaron entre sí; antes jugaban simplemente por gusto, pero ahora se habían acostumbrado a recibir algo por jugar en la calle. Un día el hombre dejó de darles dinero. Los adolescentes se sintieron tan molestos que decidieron que jamás volverían a jugar frente a la casa del viejo, y él terminó sus días en paz.

¿Notaste que el estímulo externo creó una dependencia de parte de los adolescentes? ¿Y observaste cómo desapareció su motivación al desaparecer el estímulo? Aunque no veamos con frecuencia una manipulación tan directa, hemos podido apreciar que se usan estímulos externos en el ámbito eclesial. Los premios que se dan por asistencia a la escuela dominical, memorización de versículos, lectura de la Biblia, y otras cosas, constituyen ejemplos obvios. Tal vez se hallen más relacionados con los programas para niños, pero un análisis cuidadoso mostrará que también se usan con los jóvenes, aunque tengan más que ver con aprobación, cariño o privilegios.

La motivación interna

Contrariamente a la anterior, esta no viene de afuera sino que nace de fuertes convicciones en el interior de los individuos. No está condicionada ni es inducida por factores provenientes del entorno. Al gestarse en el mismo individuo, al ser generada por él, la motivación interna resulta mucho más poderosa. Y naturalmente, mucho más duradera que la externa.

Estas motivaciones hacen que las personas se conviertan en sujetos con iniciativa propia, que se vuelvan emprendedoras y generadoras de su propia capacidad para la acción. Los jóvenes con motivaciones internas pueden generar la energía emocional y espiritual necesaria para llevar a cabo cualquier proyecto, cualquier cambio.

Evidentemente, en nuestro trabajo como educadores, hemos de dirigir nuestros esfuerzos apuntando al desarrollo de las motivaciones internas. En ocasiones, lo fácil, lo tentador, será funcionar en base al estímulo externo. Pero no debemos dejarnos deslumbrar por la aparente velocidad que muestra este tipo de motivaciones en cuanto a producir resultados. No olvidemos que las motivaciones internas, aunque por lo general sean de un desarrollo más lento, resultan más duraderas y producen un mayor impacto en la vida del joven.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

Lee Para Líderes – Cómo Motivar a los Jóvenes

 

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