Lo que queremos es que nuestros hijos vivan con una mentalidad de tiempos de guerra en vez de tiempos de paz. Hay una guerra batiéndose – una guerra espiritual peleándose en el terreno de su corazón en medio de sus situaciones diarias. Nuestros hijos deben entrar a la guerra preparados si es que van a ser y hacer el llamamiento de Dios.

Recapitulando, aquí están las tres metas de educar con un proyecto. Nuestras metas son para enfocar todos nuestros esfuerzos de educación en ser usados por Dios (1) para producir adolescentes que sean sabios y hagan el bien; (2) para ayudarlos a mantener un conocimiento adecuado acerca de sus situación presente; y (3) para prepararlos a buscar la vida piadosa ayudándolos a detectar y odiar su propio pecado. Todo esto debe hacerse en un espíritu de humildad, reconociendo que estas cosas también deben ser metas de nuestras vidas. No debemos acercarnos como jueces que han resuelto todos sus problemas, sino como aquellos que reconocen su propio pecado y nuestra necesidad continua de Cristo.

Mi esposa y yo hemos tratado de hacer esto al sentarnos dos veces al año para considerar con calma la vida de cada uno de nuestros hijos. Así es como comenzamos usualmente el año escolar. Buscamos reconocer cuáles deben ser nuestros «proyectos» con cada hijo en el tiempo particular. Nos preguntamos, «¿Qué luchas importantes están presentes en su vida que necesitamos atender?» Nos preguntamos cómo ve nuestro hijo estas áreas en el presente. Lo que queremos es saber dónde está encontrando tentaciones en su situación diaria. Buscamos discernir las maneras en las que tiende a minimizar o racionalizar estas cosas. Buscamos reconocer los lugares donde podemos exponer su lucha con el pecado y animarle con la ayuda siempre presente de Cristo. Finalmente, esto nos da la oportunidad de ser honestos con nuestras propias luchas con el pecado al lidiar con ceguera, racionalización y resistencia de nuestros hijos.

El punto es que no vamos a trabajar en todos los aspectos al mismo tiempo. No estamos esperando que de algún modo o manera la educación que damos a nuestros hijos será beneficiosa. Estamos trabajando con propósito, enfoque y prioridades. Mi esposa y yo hemos visto los beneficios en nuestros hijos de la educación con un proyecto, y hemos visto los beneficios en nosotros también. La educación con un proyecto nos mantiene enfocados en las prioridades de Dios en vez de las irritaciones y diferencias personales que causan tanto conflicto entre padres y adolescentes.

Extracto del libro «Edad de Oportunidad».

Por Paul David Tripp.

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