Una de las formas significativas de desconexión que aflige a esta generación de estudiantes la separación de la fe de su «vida real». La fe que muchos de ellos han heredado es una sombra sin vida del cristianismo histórico, que insiste en que seguir a Jesús es una forma de vida, no una larga lista de creencias vagas que tienen poco significado para la forma en que vivimos nuestras vidas. Creo que la desconexión de la próxima generación se deriva en última instancia del fracaso de la iglesia en difundir el cristianismo como una forma integral de entender la realidad y vivir plenamente en la cultura actual. Para muchos jóvenes que crecieron en las iglesias cristianas, el cristianismo parece aburrido, irrelevante, al margen de los verdaderos problemas que enfrentan las personas. Parece superficial.
La ecuación de la superficialidad tiene dos caras. Por un lado, tenemos a los adultos jóvenes que solo tienen una comprensión superficial de la fe y la Biblia. El cristianismo en el que creen es de un centímetro de profundidad. Por otro lado, encontramos comunidades de fe que transmiten una gran cantidad de información acerca de Dios, en vez de discipular a los creyentes jóvenes para vivir plena y profundamente en la realidad de Dios. Por lo tanto, el cristianismo que algunas iglesias transmiten es de un kilómetro de ancho. Ponga las dos juntas y obtendrá una generación de jóvenes creyentes cuya fe es de un centímetro de profundidad y un kilómetro de ancho, demasiado superficial para sobrevivir y demasiado amplia como para marcar una diferencia. Vamos a empezar con la parte de la ecuación de un centímetro de profundidad.
DESARRAIGADA Y SUPERFICIAL
Nuestra investigación muestra que la mayoría de los jóvenes carecen de una comprensión profunda de su fe. La tendencia al analfabetismo bíblico, que es una problemática entre la mayoría de las edades, ha ido en aumento… Este entendimiento de Dios de un centímetro de profundidad, y no del todo cristiano, también ha sido demostrado en los estudios del Grupo Barna. Uno de los proyectos que llevamos a cabo en 1999 examinó las opiniones de los adolescentes que compartían su fe en Cristo regularmente con otros: «los evangelistas adolescentes». Encontramos que la fe que estaban tratando de difundir, en realidad, era más parecida al deísmo moralista terapéutico que al cristianismo histórico. Pocos de estos evangelistas jóvenes podían identificar una sola porción de la Biblia como la base de su fe en Cristo.
Este tipo de fe superficial que la mayoría de los jóvenes cristianos adoptan no requiere la nutrición de una comunidad de fe para prosperar. Ciertamente, no es una forma holística de vida que exija morir a nosotros mismos por amor a Cristo. Y si bien es más fácil que en verdad seguir a Jesús, creo que esta forma de fe entre los jóvenes cristianos es una razón principal por la que muchos de ellos se están retirando de la iglesia para convertirse en nómadas o pródigos.
Considere algunas de las percepciones que los jóvenes cristianos mantienen. Casi un tercio (31%) describe la iglesia como algo aburrido. Una cuarta parte indicó que la fe no es relevante para su carrera o intereses (24%), que la iglesia no los prepara para la vida real (23%), que la iglesia no les ayuda a encontrar su propósito (23%), y que la Biblia no se enseña con claridad o lo suficiente (23%). Uno de cada cinco jóvenes (20%) expresó que Dios parece estar ausente de su experiencia de la iglesia. Estos parecen no ser grandes porcentajes, pero representan a millones de jóvenes pródigos, nómadas y exiliados
Algunos adultos jóvenes están haciendo todo lo posible para crear vidas con sentido, sin embargo, no puedo ver cómo el dios «de sentirse bien» en el que ellos creen tiene algo que ver con marcar una diferencia en el mundo. (¿Quién puede culparlos?). Otros ni siquiera han considerado cómo sería una vida con sentido, y mucho menos cómo la fe puede ser la característica común de una vida con propósito. Tienen un entendimiento tan superficial del cristianismo y la Biblia que sus raíces de fe no pueden sobrevivir en el clima de la vida real. Es difícil imaginarlos anclados como «robles de justicia» (Isaías 61:3), cuyas raíces espirituales, relaciónales y profesionales están plantadas profundamente en Cristo.
CONFIANZA FUERA DE LUGAR
Mientras vemos el problema de la fe superficial, debemos considerar dónde asignar la responsabilidad. Este no es un ejercicio acusador, sino que necesitamos comprender las causas de la fe superficial con el fin de encontrar las soluciones predestinadas por Dios. La comunidad cristiana puede compartir la culpa por la superficialidad de la fe en la próxima generación (hablaremos más sobre esto en un momento). Sin embargo, la capacidad de los adultos jóvenes para crecer en la fe se marchita cuando persisten en el narcisismo, el derecho y la confianza fuera de proporción… La gran mayoría de los adolescentes que asisten a la iglesia afirmó que entienden las enseñanzas de la Biblia «muy bien». Sin embargo, cuando hicimos preguntas específicas sobre el contenido básico de esas enseñanzas, a la mayor parte de los adolescentes les fue bastante mal. En otras palabras, su autoconfianza estaba totalmente desproporcionada en comparación con su conocimiento real…
Algunos padres demasiado indulgentes son en parte culpables por las autoevaluaciones poco realistas de sus hijos, pero los chicos han sido ayudados e instigados por una cultura que glorifica a los jóvenes como inherentemente hermosos, valiosos y sabios. ¿Has notado el grado en que los adolescentes y adultos jóvenes aparecen en los anuncios? Esto es cierto incluso para los productos y servicios dirigidos a una audiencia general, es decir, anuncios de bebidas, cosméticos, alcohol, automóviles, ropa, productos farmacéuticos, parques de diversiones, restaurantes y muchos otros artículos que con frecuencia presentan los veinteañeros, a pesar de que muchos otros grupos de edad están incluidos en el mercado objetivo.
En pocas palabras, hay algo mal y superficial en la obsesión de los medios de comunicación por comercializar con los adolescentes y adultos jóvenes, una obsesión que tiene por lo menos dos consecuencias negativas. En primer lugar, se refuerza la muy moderna noción de que la próxima generación —los árbitros de la moda— debe ser atendida antes que nadie. En segundo lugar, se alimenta la percepción errónea de que la gente mayor no tiene mucho de valor que ofrecerles a las generaciones más jóvenes, con lo que se aumenta la fragmentación generacional en nuestro ideal cultural. Dicho de otro modo, no hay duda de que nuestra cultura contribuye a la superficialidad de la generación.
EL INGREDIENTE FALTANTE
Todo esto conduce a una fe que carece de un ingrediente esencial: la humildad. Si ya sabes todo lo que hay que saber, si te han dicho toda tu vida que estás bien tal y como eres, si el trabajo principal del dios en el que crees es hacerte sentir bien contigo mismo (porque tienes derecho a una gran autoestima, junto con todo lo demás), entonces no hay un montón de razones de peso para sentarse en el suelo, a los pies de Jesús, y vivir la vida de un humilde discípulo. Para seguir a Jesús, los adultos jóvenes de la próxima generación —al igual que las generaciones antes que ellos— tendrán que aprender la humildad. ¿De quién la van a aprender? Cuando nos miran, ¿ven humildes servidores y estudiantes entusiastas del Maestro?
AMPLIA Y TRIVIAL
A pesar de que existe alguna culpa que asignarles a los jóvenes (un interés propio no realista) y a nuestra cultura (una superficialidad impulsada por los medios), las congregaciones y las comunidades religiosas también deben compartir cierta responsabilidad por la fe superficial de muchos adultos jóvenes. Es una tragedia que muchos de ellos hayan llegado a una conclusión tan tibia sobre sus congregaciones, lugares que deben infundir significado y esperanza a sus vidas mientras los conectan con Dios y con los demás. Cuando miramos las experiencias facilitadas por las comunidades de fe en las vidas de los jóvenes cristianos (que se encuentran en la tabla que aparece a continuación), descubrimos una mezcla de buenas y malas noticias en cuatro áreas: las relaciones, la misión, la educación y la vocación.
Extracto del libro Me Perdieron
Por David Kinnaman