Veamos un resumen de Nómadas y Pródigos:

NÓMADAS:

  • Se alejan de la iglesia luchando con la fe.
  • Se desligan de la iglesia, la comunidad cristiana y otras formas convencionales de fe.
  • Pasan por un periodo de difracción, desobediencia o desconexión con Dios, o llegan a decepcionarse o frustrarse con la experiencia de la iglesia o a fe de sus padres.

Podrían describir a estos individuos:

  • Nómadas.
  • Reincidentes.
  • Errantes espirituales.
  • Desertores de la iglesia.

PRÓDIGOS:

  • Rechazan o cambian la fe.
  • Cambian de una fe a otra o no tienen ninguna fe.
  • Puntos de vista en cuanto a la fe significativamente cambiantes, rebelión o distanciamiento de la fe de crianza.
  • Pueden ser conducidos por la razón o por el corazón.

Podrían describir a estos individuos:

  • Pródigos.
  • Escépticos.
  • Desertores de la fe.
  • Antiguos cristianos.

Aquellos que desertan de la iglesia (nómadas) son mucho más comunes que los pródigos (alrededor de cuatro veces más frecuen­tes). Sin embargo, es fácil imaginar por qué tres cuartos de los pas­tores y líderes juveniles piensan que la mayoría de los jóvenes están poniendo su fe en un estante durante sus veintes, en lugar de reco­nocer que la mayoría de los desertores están oprimiendo el botón de pausa en cuanto a la iglesia. De cierta manera, los líderes tienen razón con respecto a la situación. Por la medida en que se encuen­tran involucrados, la iglesia ha perdido a estos adultos jóvenes. Mu­chas de las partes interesadas, como los padres, pastores, sacerdotes y líderes juveniles, interpretan esta pérdida como un éxodo masivo de la fe, pero la realidad sociológica es que la mayoría de estos adul­tos jóvenes ausentes están pasando por un período de nomadismo. Solo el once por ciento de los adultos jóvenes afirma que han creci­do en el cristianismo, pero se han «desconvertido» por completo o se han cambiado a otra fe. Ese número se ve compensado un tanto por el cuatro por ciento que se convirtió al cristianismo después de una niñez en otra fe. Considerándolo todo, un joven cristiano tiene una probabilidad de aproximadamente 1:9 de perder su fe comple­tamente. A pesar de que este resultado parece un tanto inusual, es un número muy alto cuando se considera el estimado de cinco mi­llones de antiguos cristianos entre los dieciocho y los veintinueve años abarcados en las estadísticas.

Desde la perspectiva de muchos cristianos, los pródigos son el mayor problema… y de cierta manera es cierto. Para decirlo de un modo craso, los pródigos ya no cuentan en la «columna cristiana». Sin embargo, esta línea en la arena ignora un punto importante: un nómada que se describe a sí mismo como cristiano no está necesa­riamente en un estado mejor de fe que alguien que no es creyente. En realidad, la Biblia le hace una crítica especial a aquellos que son «tibios», ni lo uno ni lo otro (Apocalipsis 3:16). Y el término «tibios» ciertamente describiría a muchos jóvenes nómadas que en­trevistamos. Ellos se consideran espirituales, pero tienen poca orto­doxia, responsabilidad significativa o fe vital en sus vidas. Aún más, tenemos que tener mucho cuidado de no definir la vida espiritual de alguien como mejor o peor que la de otra persona, ya que no siempre es obvio quién se está moviendo en qué dirección.

El fenómeno de la deserción se describe de un modo más acertado como una generación de cristianos que se está desligando de las formas institucionales de la iglesia. Los jóvenes están dejando las congregaciones establecidas. Muchos cristianos jóvenes —incluso mientras expresan asociaciones generalmente positivas con Jesu­cristo— se han alejado de las formas institucionales de la fe en las cuales fueron educados.

UNA NUEVA REALIDAD

Al principio de este capítulo, preguntamos si el fenómeno de la deser­ción que está obrando en la generación mosaica es diferente al patrón de separación de los adultos jóvenes en las generaciones previas. Yo creo que lo es. Empezando con los boomers, un período de nomadismo en la adultez temprana se volvió una normativa para los veintiañeros. Sin embargo, la nueva realidad social y espiritual en que los mosaicos viven hace menos probable que ellos sigan a sus antecesores de vuelta a la iglesia en las mismas cantidades e iguales maneras.

Dado su acceso a todo tipo de información y una gran variedad de puntos de vista del mundo, muchos adultos jóvenes ya no creen que la iglesia local y el cristianismo provean el único camino o mejores vías para el crecimiento espiritual y la madurez. Los nómadas y pródigos son capaces de recibir aportes espirituales de una variedad de fuentes, sin que medie el sistema común de entrega establecido por la iglesia.

El alejamiento de los mosaicos de nuestras instituciones —inclu­yendo la familia tradicional, las estructuras educativas y económicas, y la iglesia— significa que se encuentran profundamente escépticos en cuanto a la relevancia de estas estructuras en sus vidas. Cuando la co­munidad cristiana funciona de acuerdo a las prioridades y protocolos de las generaciones previas, tiene poca resonancia en las mentes y co­razones de los veinteañeros de hoy.

Finalmente, la ubicación de los adultos jóvenes en una cultura postcristiana los motiva a rechazar la autoridad de la Biblia y los líderes espirituales, y aun a cuestionarse la existencia de la verdad. Muchos pródigos y nómadas buscan y encuentran las fuentes de autoridad fue­ra de las formas cristianas convencionales.

Los desertores rechazan la participación en el cristianismo o la iglesia por una variedad de razones específicas y personales. Muchas de las razones pueden parecer miopes, egoístas y mezquinas, la suprema expresión del narcisismo de la «Generación Yo». Otras —tales como las historias de personas jóvenes que han sido heridas por la vida cris­tiana y rechazadas por una personificación de la fe muy pobre— resul­tan desgarradoras.

Extracto del libro Me Perdieron

Por David Kinnaman

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