Continuemos.

Hay varias maneras de establecer un ambiente positivo para su programa de la multitud. La siguiente lista muestra unas pocas dife­rencias sencillas entre un ambiente positivo y uno negativo:

Ambiente Positivo.

  • Se oye música contemporánea
  • Los líderes adultos y jóvenes saludan a los que entran a la reunión
  • Las paredes están cubiertas de fotografías de jóvenes disfrutan­do del ministerio para la juventud
  • Los asientos están dispuestos para crear un ambiente atractivo en el salón

Ambiente Negativo.

  • El coro de jubilados canta música acompañada por el órgano
  • Los líderes adultos y jóvenes rodean la entrada y ridiculizan a los jóvenes por su apariencia al entrar a la reunión
  • En las paredes están pegados los Diez Mandamientos y aparecen los nombres de los jóvenes al lado de los manda­mientos que han quebrantado.
  • Los asientos están dispuestos de acuerdo a la altura, peso y popularidad

Aunque la lista negativa es bastante exagerada, cada punto indica un error llamativo y común que debe evitar. Por lo menos, hay dos maneras más de crear un ambiente positivo.

A. Desarrolle la Regla de los Diez Minutos.

El ambiente de su salón debe arreglarse, por lo menos, diez mi­nutos antes de llegar el primer joven. Cometemos un error fatal al creer que la reunión comienza cuando llegan todos los jóvenes. Mu­chos de nosotros andamos apresurados tratando de tener todo listo para la reunión, y los jóvenes llegan a un salón agitado en el que na­die tiene tiempo de saludarlos correctamente. En este ambiente, si se saluda a un joven, se hace en medio de un apuro. Por consecuen­cia, el estudiante se deja a un lado para terminar nuestras tareas.

Aunque normalmente los visitantes llegan acompañados de sus amigos, todavía se sienten raros y solos cuando entran por primera vez a un nuevo ambiente. Usted no tendrá una segunda oportuni­dad para causar una primera buena impresión; muchas visitas eva­luarán todo su ministerio basándose en el saludo que recibieron cuando llegaron. Los jóvenes de la multitud deben entrar a un sa­lón amistoso: se oye música, hay algunas personas saludándolos y fotografías en la pared para que los jóvenes visitantes tengan algo que mirar y ocupen su tiempo sin sobresalir como nuevos.

Los que saludan deben ser jóvenes amables, parados a la entrada dando la bienvenida a todos con una sonrisa y un toque amistoso. Los jóvenes líderes deben conocer a las visitas, conversar con ellos e integrarlos al programa. Si un joven aparece solo, un joven líder debe tratar de relacionarlo con otro joven. Los visitantes se impre­sionan un poco cuando los adultos los saludan: eso casi siempre pasa. Pero los jóvenes nuevos quedan bien impresionados cuando uno de su edad es quien hace la conexión verbal y luego toma el in­terés de ayudarlos a sentirse cómodos y los presenta a otros.

¿Cuándo fue la última vez que estuvo en una multitud de gente sin conocer a nadie? ¿Cómo se sintió? Debido a que nos sentimos tan cómodos en nuestro salón, a menudo nos olvidamos del dolor que causa estar solos. La regla de los diez minutos lo ayudará a pre­pararse para la llegada de la multitud, así los jóvenes nuevos pue­den recibir un saludo personal.

B. Promueva el Toque Amistoso.

Todos sabemos que tocar a los jóvenes puede ser un tema sensi­ble, pero mantengo firme mi creencia en que el toque humano mo­tiva el ambiente positivo. Enseñamos a nuestros líderes que cual­quier tipo de contacto seguro, saludar dándose la mano, los abrazos, es bueno y se debe expresar tan a menudo como sea posi­ble. Los jóvenes en nuestro ministerio no acostumbran darse la mano para saludarse, no es un saludo normal. Por el contrario, se paran y se comunican con un gruñido monosilábico: «Heh». Pero si yo me presento ante los jóvenes, siempre extiendo la mano. Tal vez piensen que soy raro o anticuado, pero al mismo tiempo, es po­sible que mi saludo sea el único toque positivo y amistoso que han recibido de un adulto durante todo el día (o toda la semana).

Cada fin de semana, antes de comenzar nuestro programa de la multitud, camino alrededor del salón y trato de tocar y saludar a tantos jóvenes como pueda. Lo hago para que más tarde, durante el programa, al enseñar la Palabra de Dios los jóvenes sepan que he re­conocido su presencia.

2. Un programa de adoración necesita un elemento de diversión.

La mayoría de los jóvenes inconversos o no involucrados man­tienen el concepto desafortunado de que la iglesia (y por asocia­ción, Dios) es aburrida. Pasar un buen rato en la iglesia es una de las maneras más poderosas de quebrar el estilo de aburrimiento. Dios nos hizo capaces de reír, y no debemos considerar la diversión como algo pecaminoso. Cuando crea un programa en el que los jó­venes experimentan diversión, es más probable que se conecten con usted y con su mensaje.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Ministerio de Jóvenes con Propósito”

Por Doug Fields

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