A lo largo de los años se ha ido incrementando la importancia del cuidado pastoral y el acompañamiento espiritual. Actualmente lo abarcamos de la siguiente forma: dos veces al año un líder tiene un encuentro personal a fondo con cada joven bajo su responsabilidad (el equipo de líderes de cada grupo pequeño hace la distribución de los miembros del grupo y los líderes). durante este encuentro el líder conversa con el joven o adolescente acerca de cómo le va en las distintas áreas de su vida: escolar, familiar, de relación con dios y con otras personas, sentimental. Durante el año se le da seguimiento a esa conversación por medio de un contacto personal (mínimo una vez al mes), llamadas telefónicas (mínimo una vez al mes), correo electrónico, notas y cualquier otro medio de comunicación que exprese apoyo y los ponga a disposición de los jóvenes. Los líderes reciben un cuidado semejante de parte de sus líderes también; así que dan de lo que han recibido y experimentado.

Salida.

Con el paso del tiempo, entre esos adolescentes y jóvenes reclutamos a los futuros líderes de nuestro ministerio y, por supuesto, muchos llegarán a ser, también, con los años, los líderes de nuestra iglesia y algunos de ellos, probablemente misioneros.

Buscamos personas que vivan una vida de intimidad con Dios, que tengan un profundo espíritu de servicio y que sepan estar bajo autoridad.

Para profundizar el perfil de líderes y misioneros nos valemos de un seminario interno, a los efectos de proveerles las herramientas y recursos para que puedan desarrollar un ministerio con excelencia.

Punto de reflexión

«¿Qué pasa que la iglesia no crece en la Argentina como en otros países de América Latina?», alguien le preguntó a un líder evangélico argentino muy reconocido. ¿Sabes que le contestó?: «En la Argentina se derramó mucha sangre». El entrevistador le preguntó: «¿Usted quiere decir que tiene que ver con el “proceso”, entonces?» Él líder contestó que no. Afirmó que tenía que ver con el derramamiento de sangre indígena durante la conquista.

La reflexión de este hombre, a la que Gerardo adhiere fue: Es cierto, en Argentina se derramó mucha sangre durante la conquista, las guerras por la independencia, la matanza de los indios, el proceso, la guerra de Malvinas. Pero no se ha derramado la sangre de los mártires por su fe en Cristo. La sangre de los mártires cristianos es la semilla de la iglesia. La Argentina no crece porque no hay mártires.

La Iglesia en la Argentina busca vivir mejor, a través de la liberación espiritual, de la sanidad interior, de la resolución de conflictos. Todo está muy bien… ¡pero con eso no crecemos! En cambio en otros países crecen porque hay mártires dispuestos a sacrificarse, a perder algo por causa del evangelio.

Resulta muy interesante la experiencia de Rusia y Polonia. En Rusia ser cristiano, hasta la Perestroika, era un pasaporte a la muerte. El comunismo fue muy duro con el cristianismo. Por otro lado, Polonia, si bien era comunista, fue mucho más tolerante con los cristianos (hasta hubo un Papa polaco). Cuando cayó el comunismo, el cristianismo en Rusia había crecido de una manera impresionante y en Polonia de una manera insignificante.

Se dice que rusos y polacos son, más o menos, de la misma raza. En Rusia hay un hambre total. En Polonia no les falta nada. Pero el lugar en el que crece la iglesia es en Rusia. La libertad y la comodidad atentan contra el crecimiento de la iglesia porque los cristianos no estamos entendiendo que Cristo espera de nosotros un compromiso con el servicio semejante al de nuestro Señor.

Si no podemos crecer en medio de la libertad y la comodidad, pidámosle a dios que nos las quite. ¡Pero crezcamos! Porque nuestra misión es extender el reino de dios.

Extracto del libro “Raíces” .

Por Félix Ortiz.

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