¿Por qué necesitan un mentor los jóvenes?

Porque ese es el consejo bíblico

Los versículos que consideramos anteriormente son solo una breve muestra de una clara tendencia que se observa en todo el Nuevo Testamento. El cuidado fraternal de los unos por los otros forma parte de la esencia básica del crecimiento cristiano. Obedecemos a Jesús cuando somos mentores de nuestros hermanos con menor madurez espiritual.

Por el contexto en el que vivimos

Los cristianos vivimos en sociedades que no son de acuerdo con la voluntad de Dios. Es cierto que eso se evidencia más en algunas sociedades que en otras. En España (y gran parte de Europa) se vive una cultura postcristiana, que considera que el cristianismo pertenece al pasado; secularizada, pues niega toda pertinencia de la religión; relativista, pues declara que no existen absolutos éticos o morales y señala que cada uno tiene el derecho a definir lo que considera correcto o incorrecto; y hedonista, ya que coloca al placer como la meta última del ser humano. En medio de semejante contexto no es fácil vivir de un modo coherente con la fe. Las presiones que se reciben son enormes y de todo tipo, y resulta muy difícil para un individuo poder enfrentarlas solo.

Ante las presiones de un mundo que quiere aniquilar nuestra fe, la necesidad de apoyo mutuo es una de las razones por las que el cristiano debe vivir en un contexto de comunidad. Sin embargo, las iglesias no siempre tienen la capacidad de desarrollar estructuras personalizadas para ayudar a sus miembros. La consecuencia es que muchos cristianos viven y afrontan solos una lucha contra una sociedad que a menudo los sobrepasa, y terminan conformándose a su estilo de vida. Por eso, el mentor es un instrumento imprescindible en este proceso de apoyo a los cristianos más débiles, para ayudarlos en su desarrollo hacia la madurez y en su lucha contra la sociedad.

Por la etapa clave de la vida en la que se encuentran

Lo mencionado en el apartado anterior es válido para todos los creyentes. Sin embargo, los adolescentes y jóvenes se encuentran en una etapa vital de su desarrollo, lo que hace aún más necesaria la tarea del mentor. Daniel Levinson, uno de los mayores estudiosos del desarrollo de la personalidad humana, afirmaba que la tarea más importante de la adolescencia y la primera juventud es desarrollar la propia identidad.

El joven debe poder responder a preguntas claves de la vida, tales como: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi papel y propósito en la vida? ¿Cuáles son mis valores? ¿Cuáles deben ser mis metas? ¿Hacia dónde voy?

No se puede llevar a cabo la tarea vital del desarrollo de la propia identidad si no se produce un distanciamiento de los padres. No solo en un nivel físico, sino también espiritual y emocional. Es necesaria la distancia para poder encontrarse a uno mismo.

Hablar de la adolescencia y de la juventud como etapas de crisis se ha convertido en un todo un tópico para nuestra sociedad. En este caso, lo que se dice es auténtico. Una crisis es simplemente un cambio súbito y brusco. El desarrollo de la propia identidad no es una tarea sencilla. Y a menudo, tampoco fácil, pues no se produce de forma gradual. Las épocas de crisis conllevan una mayor vulnerabilidad en los individuos. Los hacen más propensos a recibir influencias morales que pueden perjudicarlos. El diccionario define a la persona vulnerable como aquella que puede ser dañada.

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