Un día, luego de la muerte de Esteban y la dispersión de los judíos por toda Samaria—como estaba anunciado: “Me seréis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria…”—, Pedro se encontraba en Jope, en la casa de un tal Simón el curtidor. Mientras esperaba que le prepararan algo de comer, subió a la terraza a orar, entró en trance y tuvo aquella visión en la que descendía un lienzo extendido ante él, con toda clase de animales “impuros” y Dios le decía: “Pedro, mata y come”. Pedro le responde al Señor que de ninguna manera haría aquello, que toda su vida se había guardado puro, a lo que Él le exhorta: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”. Esto mismo sucede tres veces y el lienzo finalmente es retirado.

¡Si esto no es cambio de paradigmas, pues díganme qué lo es!

Salvando las distancias, porque aquello fue un hecho de índole teológica, que revolucionó la doctrina cristiana y tuvo repercusiones a largo plazo inclusive hasta el día de hoy, creo que en nuestra iglesia y sociedad actual nos encontramos ante una escena similar.

¿Será que lo que nosotros, ya sea por prejuicios, porque “lo hemos aprendido así”, por temores o por cualquier otra causa, hemos llamado impuro—en este caso a las tribus urbanas y a todo lo que las rodea—Dios lo está llamando purificado? ¿Lo que hemos creído y alejado de nuestros templos por tratarse de non sanctum, Dios lo está llamando santificado? ¿Que lo que desechamos por su relación cercana con el pecado, Dios lo está redimiendo? ¿Será que necesitamos subirnos a algún tejado y clamar hasta que venga una visión divina y nos muestre la realidad que Él está viendo aquí y ahora para nuestros jóvenes?

Hay varias hipótesis para la respuesta de Pedro al Señor:

“—¡De ninguna manera, Señor!—replicó Pedro—. Jamás he comido nada impuro o inmundo” (Hechos 10:14).

Primero: a Pedro le afloró el legalista, esa especie de defensor de Dios que todos llevamos dentro (especialmente cuando tenemos unos años de iglesia), el ser “más papistas que el papa”.

Segundo: quizás él sintió que esa orden, ese “mata y come”, no podía venir de parte de Dios; seguramente estaría escuchando al diablo, que quería hacerlo pecar.

O, tercero: tal vez pensó que Dios se había vuelto loco y se atrevió a contradecirlo. En Isaías 45:9 se nos exhorta: “¡Ay del que contiende con su Hacedor! (…) ¿Acaso el barro le reclama al alfarero:¡ Fíjate lo que haces! (…)”.

Lo cierto es que si nos ponemos en el lugar de Pedro, más de uno hubiéramos reaccionado de la misma manera. Y Dios tuvo paciencia hasta que él pudo asimilar el cambio que se avecinaba. Es que aquello era un giro tan radical de dirección, para la poca luz que tenían por ese entonces, que es comprensible que el apóstol no entendiera bien lo que estaba sucediendo.

Para nosotros hoy en día es sencillo pararnos de este lado de la historia, con toda La Biblia en mano y la información y estudios teológicos de los que disponemos, pero para ellos no era así. Recordemos que esta escena se sitúa aproximadamente en el año 40 d. C. Hacía tan solo siete años que el Señor había muerto, ¡y en esos siete intensos años habían pasado tantas cosas que todavía no habían podido asimilar! La venida del Espíritu Santo—una nueva persona a la cual conocer y familiarizarse—, todos los hechos y el despliegue de su poder, los increíbles milagros, los dos discursos pronunciados con memorable elocuencia, el juicio sobre Ananías y Safira, la muerte de Esteban, la persecución y posterior dispersión de los cristianos, la conversión de Saulo el peor enemigo de la iglesia, ¡y ahora esto!

Extracto del libro “Tribus Urbanas”

Por María J. Hooft

Lee Cambio de Paradígmas Nº 1 y 2.

2 COMENTARIOS

  1. Gracias por sus palabras….
    En este moemnto nuestro grupo de jovenes esta pasando por momento poco dificilies, a los lideres nos gustaria tener mejor respuesta para salir a evangelizar en las calles y para ello necesitamos romper paradigmas y miedos de los jovenes para poder salir a las calles…

    Si tienen mas material acerca de evangelizacion para jovenes, les agradeceria enormemente si nos porporcionaran un link.

    Bendiciones!!

    • Hola David. ¡¡Bienvenido!! Lo que tienen que hacer los líderes es tomar decisiones radicales. Y por eso me refiero a entrar juntos, como equipo de liderazgo, en ayuno y oración por sus propias vidas primeramente y después por cada uno de los integrantes del grupo. Presentar delante de Dios esas dificultades que están atravesando y pedirle revelación, estrategias e ideas creativas para comenzar a implementar. Y en TODO, ustedes, los líderes son el ejemplo y el modelo de ellos. Evalúense cómo están influenciando y liderando. Bendiciones!!

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