La Familia.

Sin duda existe una gran variedad de tipos de familias, pero debemos reconocer una creciente realidad: la norma tradicional de la familia no es la realidad que viven muchos adolescentes hoy. Se dice que a «la familia nuclear moderna» la está reemplazando «la familia permeable postmoderna». Es decir que los enlaces familiares actuales están «en flujo», o sea sufriendo constantes cambios debido al divorcio, el segundo matrimonio y situaciones similares. Estos cambios, especialmente cuando involucran una crisis personal de parte de los padres (como en el caso del divorcio), afectan profundamente el modelo que se les presenta a los adolescentes.

Muchos padres se desentienden de la educación de sus hijos en general, y especialmente de su educación espiritual. Asumen un papel de amigos o iguales con sus hijos más que de autoridad, y esperan que la iglesia se encargue de la transmisión de los valores cristianos. Eso significa que cada vez más nos encontramos con adolescentes que carecen de una formación recibida en el hogar. Los adolescentes no solo desconocen la información básica que proporciona la Biblia, sino que tampoco se les han transmitido los valores básicos de la fe cristiana.

Desafortunadamente, muchos padres no desatienden solo la educación espiritual de sus hijos, sino que en muchas instancias son ejemplo de conductas y valores deficientes o negativos desde la perspectiva bíblica. No cultivan su propia vida espiritual, no dedican tiempo a su relación con Dios, y sus valores, prioridades y formas de comportamiento son los mismos que emanan de la sociedad que los rodea y no de la Biblia. Naturalmente, los hijos aprenden lo que sus padres les ejemplifican con sus vidas.

Los Contextos Educativos.

La escuela y otras instituciones educativas a las que asisten los adolescentes son lugares donde su fe es cuestionada. Muchos padres ignoran totalmente los idearios de los centros a los que asisten sus hijos o se desentienden de la vida escolar, ignorando el clima que se vive en el lugar donde ellos pasan buena parte de su tiempo. En las clases de historia, filosofía y ciencias la fe es habitualmente cuestionada por profesores que, bajo el pretexto de hacer un acercamiento científico, aprovechan para atacar abierta y descaradamente al cristianismo.

Observemos lo que acabamos de afirmar desde la perspectiva correcta. Un joven en busca de identidad propia en materia religiosa, que debe decidir si integrará la fe de sus padres a su propia y nueva identidad, ve que esta fe es cuestionada por personas con amplia preparación que pueden llegar a ejercer una fascinación como modelos o puntos de referencia, especialmente en una época en que ellos están tremendamente necesitados de aquellos.

No olvidemos que la mayor parte de nuestros jóvenes acude a la escuela sin haber desarrollado aún la firme convicción crítica que les permita enfrentarse con la acción erosiva y destructiva de profesores y libros de texto que a menudo presentan una verdad parcial y manipulada en relación con el hecho religioso.

La Iglesia.

Cuando un adolescente busca su propia identidad espiritual, dirige la mirada a la comunidad de fe para tener una idea acerca de lo que significa ser creyente. Si encuentra una comunidad comprometida e íntegra, que muestra amor sincero hacia Dios y hacia su prójimo, asumirá que la vida cristiana «normal» consiste precisamente en eso, y tendrá un modelo correcto y desafiante. Si, contrariamente, encuentra una comunidad fría, legalista, y carente de muestras reales del amor del que se habla, es muy posible que rechace esta fe, a la que probablemente considere hipócrita y carente de sentido.

Las iglesias y los líderes deberíamos plantearnos muy seriamente el tipo de influencia o de ejemplo que les estamos dando a los adolescentes. Podría ser que, lejos de ayudarlos a que se acerquen al Señor, seamos una piedra de tropiezo para ellos, por proveerles marcos de referencia que no son lo suficientemente auténticos, maduros o atractivos para que deseen imitarlos.

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