Segundo acercamiento: grupos pequeños. Aquí la palabra clave es homogeneidad. Estarás de acuerdo con nosotros en que evangelizar no es lo mismo para un grupo de adolescentes que para un grupo de universitarios; las barreras, los métodos, los desafíos son diferentes. No es igual la evangelización de muchachos marginales de la calle que la de adolescentes de clase media de un núcleo urbano.

En el grupo pequeño, acercamos el reto de la evangelización a la realidad cotidiana que viven sus miembros. Adaptamos el contenido y el enfoque a las necesidades específicas y tal vez singulares que aquel grupo tiene. Aquí podemos orar por personas específicas y concretas y abordar la tarea evangelística en el contexto concreto de ese grupo pequeño, considerando temas específicos. Por ejemplo: ¿Cómo son y cómo piensan los universitarios? ¿Cómo llevar el evangelio a los universitarios? Y los conceptos básicos de apologética.

tercer acercamiento: nivel personal. Sigamos con el ejemplo de los universitarios. Un grupo pequeño puede estar constituido por universitarios pero, aunque todos ellos enfrentan el mismo reto (llevar el evangelio a sus compañeros de facultad), no todos los miembros de ese grupo tienen el mismo nivel de osadía, las mismas oportunidades, los mismos desafíos o las mismas barreras personales. Para algunos de ellos puede resultar verdaderamente traumático el solo pensamiento de evangelizar. Para otros, el problema puede consistir en no saber cómo hacerlo, carecer de estrategias o de recursos.

Cuando trabajamos en el ámbito personal, ayudamos a cada joven a afrontar su situación singular, única y específica.

Cuarto acercamiento: campamentos, encuentros y retiros. Finalmente, podemos utilizar campamentos para motivar, capacitar y presentar desafíos ante los jóvenes en lo referido a la evangelización. Además de brindarnos la oportunidad de dedicarles a los jóvenes un tiempo más amplio y continuado, el campamento permite la utilización simultánea del resto de los acercamientos. En un campamento podemos pasar un tiempo con todos los jóvenes juntos, dividirlos en grupos pequeños, y además llevar a cabo entrevistas personales y dedicar momentos específicos a aquellos jóvenes que más lo necesiten.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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