EL LIDERAZGO DE LA IGLESIA Y EL LIDERAZGO FAMILIAR EN LA CONSEJERÍA INFANTIL

¿Te has enfrentado alguna vez, como líder de niños, con la necesidad de hablar con un padre, madre o encargado de familia sobre la situación de su hijo? Sea cual sea la circunstancia, a todos nos vienen preguntas a la mente, como: ¿De qué manera se lo digo? ¿Cuál es el mejor momento? ¿Debería estar con otro líder al hablarlo?

Comentario de Esteban Obando: Empecemos este capítulo definiendo algo importante: Los padres, y no la iglesia, son los líderes naturales que Dios ha puesto para los niños. Excluirlos a ellos del proceso de servicio, discipulado y consejería de sus hijos, es violentar el diseño original de Dios. De hecho, una de las características de un buen líder/consejero, es que trabaja estratégicamente con los padres de las nuevas generaciones. Sí, lo sé, los padres no siempre ayudan a lo que queremos hacer en las vidas de los niños… Pero, sin embargo, aún no encontré un solo padre que, al ver a su niño recién nacido, dijera: «No me aguanto las ganas de arruinarle al vida a esta criatura». Los padres quieren lo mejor para sus hijos, y buscan lo mejor para sus hijos. El problema es que no siempre saben como hacerlo… y la iglesia tampoco. Es por eso que el trabajo en conjunto es importante. ¡Trabaja con los padres! Y, al hacerlo, ten presente siempre que ellos siguen siendo la influencia más importante en la vida de los niños que tú anhelas bendecir.

En la consejería infantil no podemos desligar el trabajo de los líderes de la iglesia del trabajo de los principales líderes del niño: sus padres. La comunicación asertiva entre ambos es esencial. Un niño normalmente no dice: «Me siento mal. Creo que voy a sacar una cita con la consejera de la iglesia…». Nosotros nos damos cuenta de que un niño necesita ayuda cuando observamos sus actitudes, como se expresa, como juega, y cómo interactúa con otros. Y si, a partir de esa observación, notamos la necesidad, los líderes de la iglesia buscamos la manera de comunicarnos con los padres o encargados para ver cómo poder ayudar mejor a ese niño o niña.

Comentario de Esteban Obando: A estas alturas te darás cuenta de que nuestra propuesta de lo que debe ser el ministerio infantil de una iglesia no se reduce a dar una clase por semana. Si en tu iglesia hay maestros que hacen solo eso, siempre es bueno agradecer, pero la verdad es que el impacto principal no se da en la lección en sí, sino en el desarrollo del tiempo que tenemos con los niños. La clase es solamente una pequeña herramienta para lograr un objetivo mayor. Elementos como la observación y la empatía marcan una diferencia abismal en los resultados. Es posible que tú mismo hayas olvidado el contenido de las clases que te dio determinado maestro o profesor, pero difícilmente olvidarás el día en que ese maestro te dio una palmadita en la espalda y prometió orar por ti…

No glorifiques el dar una clase, y empieza a mirar el ministerio de la enseñanza y la consejería como un «paquete» completo. Una labor integral, donde es crucial tener los ojos abiertos para discernir lo que hay en el corazón de un niño y lo que está pasando en su vida a niveles más profundos.

Extracto del libro Manual de Consejería Para el Trabajo Con Niños.

Por Esteban Obando y Autores Varios

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