El segundo cambio cultural sísmico radica en cuán apartados los adolescentes y adultos jóvenes se sienten de la estructura que apoya nuestra sociedad. Podríamos considerar la alienación como un nivel muy alto de aislamiento de la familia, la comunidad y las institucio­nes.

EL RETO DE LA ALIENACIÓN

El alejamiento tiene sus raíces en los cambios sociales masivos que empezaron en la década de 1960: el movimiento de los derechos civiles, disturbios y malestares estudiantiles, la guerra de Vietnam, la cultura hippie, el rock and roll, la liberación femenina, la anticoncepción y la revolución sexual, las nuevas tecnologías en la fabricación de computadoras, la llegada a la luna, Watergate, la radio FM, Woodstock, la guerra fría, el floreciente movimiento pentecostal y carismático, la transición católica a la misa inglesa. De muchísimas maneras lo que conocemos como «cultura juvenil» nació en esa época, mientras los jóvenes abrazaban nuevas formas de música y arte, estilos de vida sin precedentes y pensamien­tos en contra del sistema; la frase «brecha generacional» se usó por primera vez en este período. En lo que se refiere a la iglesia y el cristia­nismo, la generación de los boomers tuvo que haber visto su amenaza más siniestra. Jonh Lennon, uno de los iconos centrales del cambio cultural en aquella época, pronunció la famosa frase: «El cristianismo va a terminar. Va a desaparecer».

La brecha generacional es mayor hoy que nunca, pero es también una continuación, una profundización en las divisiones que fueron introducidas por la cultura joven de los años sesenta. Esencialmente los boomers popularizaron el fenómeno del abandono de la iglesia… Durante los años previos a la década de 1960 las per­sonas de 25 años asistían a la iglesia en la misma medida que lo hacían las personas de 65. En los años 60, sin embargo, las tendencias divergieron y los adultos jóvenes empezaron a mostrar una falta de compromiso significativo en comparación a los adultos mayores, una tendencia que ha continuado hasta el día de hoy. La implicación es que la dinámica de la iglesia en cuanto a esta falta de compromiso durante la adultez temprana fue formada por los jóve­nes boomers. Ahora sus hijos y los hijos de sus hijos están tomando una ruta tortuosa similar a través de la fe y la adultez temprana.

¿Qué resulta diferente ahora comparado con la década de 1960? Exploremos tres formas en las que los adultos jóvenes se han alejado de una manera distintiva.

A. FAMILIA

La ausencia paterna es un ejemplo de un cambio social profundo introducido durante los años sesenta, pero mucho más común ahora. En la década de 1960, el 5% de los bebés nacidos vivos eran de mujeres solteras; actualmente el porcentaje es de 42%. Esta generación de milenials ha crecido en una cultura que afirma muchos tipos de familias: tradicional, combinada, no tradicional y compañeros del mis­mo sexo. Esto ha cambiado el entendimiento de lo que significa una familia; cómo una familia sana debería funcionar; lo que significa tener un buen Padre celestial en sus vidas; y la forma en que pueden encontrar sentido, confianza e intimidad en los compañeros, la fami­lia y las relaciones románticas. Una serie de cambios relacionados incluye el alejamiento de la institución del matrimonio. Los adultos jóvenes están posponiendo el matrimonio y los hijos para una etapa más adelante en la vida (si lo hacen)… El promedio de edad para casarse se ha incrementado, moviéndose de los tempra­nos veinte a los veinticinco o más en las últimas tres décadas.

B. ADULTEZ

Debido a numerosas razones, algunas de su propia elección y otras no, muchos adultos jóvenes están posponien­do la transición completa a la adultez. Esta transición, de acuerdo a la investigación reportada por un prominente sociólogo, está caracteri­zada por cinco tareas claves para el desarrollo: irse de casa, terminar la escuela, volverse financieramente independiente, casarse y tener hijos. En la década de 1960, el 77% de las mujeres y el 65% de los hombres habían completado estas tareas —se habían convertido en adultos— a los treinta años de edad. Según el estimado más reciente, solo 46% de las mujeres y 31% de los hombres habían completado esta transición cuando llegaron a los treinta años de edad. Piensa al respecto. «Estabilizado a los 30» solía ser una normativa, el pa­trón típico para los jóvenes de los años sesenta. Ahora este camino representa una minoría para los adultos jóvenes de la actualidad.

Más que nada, este cambio cultural lleva consigo la brecha entre la iglesia y la vida de la próxima generación de hoy. Muchas iglesias y parroquias simplemente no se encuentran capacitadas para ministrar o discipular a aquellos que están tomando el camino no tradicional hacia la adultez. Ellas se hallan más capacitadas para guiar y ayudar a los adultos jóvenes con matrimonio y carreras tradicionales.

C. INSTITUCIONES

Una tercera característica de la alienación cultural es el escepticismo con relación a las instituciones. Muchos adultos jóvenes sienten que nuestros sistemas de educación, la economía, el gobierno y la cultu­ra los han «perdidos».

Los graduados de la universidad enfrentan una triste búsqueda de trabajo que está mejorando solo un poco. USA Today reportó que en el 2010 «había por cada trabajo disponible cinco personas que lo querían», enfatizando el hecho de que los graduados recientes están compitiendo por empleos con trabajadores de mayor experiencia, muchos de los cuales han estado desempleados durante la recesión…

Imagina cómo se debe sentir invertir cuatro o cinco años de tu vida obteniendo una educación en una institución establecida, solo para darte cuenta de que ese pedazo de papel que recibiste el día de tu graduación no es un boleto al éxito futuro. Podrías estar decep­cionado tanto del sistema educativo como de los centros de trabajo. Tener una vida y producir un impacto con ella —sin mencionar ca­sarse y formar una familia— tienden a requerir un cheque de pago.

Los cambios generacionales están reformando muchos secto­res de nuestra sociedad, terrenos que hasta hace poco habían sido dominados por las instituciones. Considera los medios de comuni­cación como ejemplo. Los periódicos y otras formas tradicionales de comunicación, que son la base de la sociedad democrática, es­tán perdiendo lectores y mucho dinero en anuncios publicitarios. Reemplazando a estas instituciones existe una red social hiperconectada, con los ojos en la escena, que hace a un lado a los interme­diarios y se reporta las «noticias» entre sí.

Hace una década, ¿quién hubiera podido predecir Facebook, sin hablar de su influencia social, con una base de datos de tamaño continental y una enorme capitalización de mercado? La industria musical ha sido cambiada para siempre con la digitalización del audio y el vídeo, lo cual hace que pueda compartirse muy fácilmente en línea. ¿Recuerdas Tower Records o la megatienda Virgin? Los adultos jóvenes no.

Aun cuando no ha sido puramente debido a los cambios gene­racionales, las nuevas tecnologías están cambiando el juego para muchos proveedores de información como la iglesia. ¿Quién hubie­ra pensado que una de las más grandes, influyentes y sólidas com­pañías tecnológicas (Microsoft) iba a suspender Encarta, perdiendo la competencia con Wikipedia en cuanto a crear una enciclopedia comprensiva en línea para miles de contribuidores voluntarios sin paga, muchos de los cuales son milenials? No es una comparación exacta, pero piensa a cuál modelo se parece más la iglesia —al es­tablecido monolito (donde uno enseña y otros aprenden) o a una red (donde todos contribuyen al aprendizaje)— y lo que esto podría significar para su relevancia en la vida de una generación colabora­dora y decidida, que se siente apartada por las instituciones jerár­quicas.

La generación milenials se muestra escéptica, aun cínica, en cuanto a las instituciones que le han dado forma a nuestra sociedad, y mientras ellos mantienen un gran optimismo acerca del futuro, se ven a sí mismos creando este futuro casi desligados (o al menos de forma diferente) de las instituciones que han definido nuestra cultura hasta el momento. Pocas instituciones en nuestra cultura son inmunes al impacto de la próxima generación: desde la música hasta los medios de comunicación, desde los lugares de trabajos hasta la educación, desde la política hasta la iglesia. La deserción generacional que está presente en el establecimiento religioso, de muchas maneras, es parte integral de la alienación que afecta cada segmento de nuestra sociedad.

LA OPORTUNIDAD DE LA ALIENACIÓN

Hay noticias buenas y malas para la iglesia con respecto al ale­jamiento de los adultos jóvenes de lo que solía ser la normativa de nuestra sociedad. La mala noticia es que cuando las congregaciones y parroquias están estructuradas para suplir las necesidades de lo «viejo y normal», será muy difícil para los adultos jóvenes encon­trar un lugar significativo en ellas. La buena noticia, sin embargo, es que la iglesia es llamada de forma única a ser la comunidad de Dios… y a la verdad, una comunidad auténtica elimina la aliena­ción, la soledad y el alejamiento, remplazándolos con amor. ¿Qué tenemos que cambiar en la manera en que llevamos a cabo nuestro ministerio para suplir las necesidades de lo «nuevo y normal»?

Extracto del libro Me Perdieron

Por David Kinnaman

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