Intimidad

Dios es la principal fuente de recursos para el educador. Los métodos, los materiales y los adiestramientos tienen su importancia. De hecho, hacemos un esfuerzo por adquirir los últimos materiales disponibles en el mercado, ya sean religiosos o seculares, y tratamos de asistir a cuanto adiestramiento nos resulta posible. Pero sabemos por la propia experiencia que todo eso nunca puede sustituir el tiempo que pasemos personalmente a solas con dios.

El tiempo que pasamos con él en oración y estudio de la Palabra transforma nuestras vidas y nos equipa para la tarea como educadores. La eficacia y alcance de nuestro ministerio están condicionados en gran parte por la calidad de nuestro tiempo con Dios. En un articulo titulado La oración…¡Lo prioritario!, J. Taylor dice: «…nuestro nivel de discipulado se corresponde con nuestro nivel de oración». Luego añade: «La vida espiritual de ningún creyente estará por encima del nivel de su vida de oración».

Dependencia

Todo educador ha de aprender a depender de los recursos de Dios para realizar el trabajo educativo. A través de nuestras propias fuerzas somos incapaces de producir un impacto espiritual en las vidas de los jóvenes. En multitud de ocasiones nos veremos necesitados de su sabiduría para discernir y tomar decisiones, de su poder para afrontar problemas y dificultades, de su dirección ante la propia incapacidad de saber cómo continuar.

No se trata de decir que se precisa una dependencia de Dios porque «queda bien», porque nos da una apariencia más espiritual. Tiene que ver con una realidad que, si no hemos experimentado aún, viviremos al afrontar el trabajo educativo.

Sumisión

Dios ha hecho a cada joven único y singular y tiene un plan particular para su vida. Eso implica que debemos ayudar a que cada persona con la que trabajamos llegue a ser lo que Dios desea que sea. Para lograrlo, hemos de someter nuestros deseos y aspiraciones con respecto a su vida a los deseos y a la voluntad de Dios para ese individuo en particular.

Félix ha tenido la oportunidad de experimentar esa sumisión en su propio ministerio. En ocasiones ha deseado que cierto joven al que estaba discipulando se comprometiera más intensamente con el ministerio del que participaba, y de ese modo pudiera asumir ciertas responsabilidades que Félix tenía pensadas y preparadas para él. Dios, no obstante, tenía planes diferentes para esa persona, planes que lo llevarían lejos no solo de lo que Félix tenía preparado para él, sino incluso del movimiento dentro del que ministraba.

Debemos gozarnos cuando Dios dirige a las personas hacia su voluntad, aunque ésta no coincida con nuestros planes.

Caminar en fe

La fe bíblica tiene que ver con confianza. En la pastoral juvenil, será la confianza en que Dios puede usar nuestra vida para producir un impacto y una transformación en la vida de los jóvenes. Debemos confiar en que Dios quiere, puede y va cambiar las vidas de aquellos individuos con los que trabajamos, y en que Dios puede actuar más allá de nuestras posibilidades, capacidades y recursos.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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