Desarrollemos responsabilidad en los jóvenes

La motivación puede aparecer como por milagro cuando delegues responsabilidades reales en los jóvenes y les proveas del apoyo y el estímulo necesarios para que las lleven a cabo. Cuando delegamos responsabilidades, estamos proyectando sobre las personas la percepción de que son útiles, importantes, confiables, necesarios y capaces.

Ahora bien, no hablamos de cualquier tipo de responsabilidad. No todas las responsabilidades producen motivación entre los jóvenes. Por el contrario, algunas, debido a su poca importancia, pueden producir el efecto contrario, la desmotivación. Por ejemplo: ¿Quién se sentiría motivado si la única responsabilidad para la que se lo tiene en cuenta es colocar los himnarios antes de cada reunión?

¿Qué características tienen las responsabilidades que crean motivación entre los jóvenes?

Han de ser significativas. Los jóvenes las deben considerar como cosas dignas de ser realizadas, aunque no necesariamente sean muy importantes. Pero sí tienen que verlas como actividades de algún valor.

Deben constituir un desafío. Su realización ha de implicar para los jóvenes un auténtico reto. Ellos deben sentir la necesidad de avanzar más allá de la zona cómoda y segura que tiene que ver con la rutina en la que habitualmente viven. Las actividades delegadas serán algo que requiera de todas sus fuerzas y aún más. Y que, por lo tanto, los lleve a una dependencia y búsqueda del Señor.

Tienen que ser factibles de asumir. Por otro lado, las responsabilidades no deben resultar tan grandes que produzcan frustración, desánimo, o sentido de derrota. Este punto puede parecer contradictorio con el anterior. A simple vista da esa impresión. Sin embargo, el siguiente ejemplo te ayudará a ver que no es así. Si le pides a un joven que en el plazo de un mes les transmita el mensaje del evangelio a los cinco amigos o compañeros de clase más cercanos, esa actividad puede constituir todo un desafío que lo obligue, tal vez, a romper muchas barreras, a depender del Señor, y a buscar su ayuda y recursos. Por otro lado, si le pides que en el mismo plazo les comunique su fe a los quinientos alumnos de su escuela, estarás delegándole una responsabilidad que va mucho más allá de su capacidad. Es algo que no podrá asumir y, lejos de producir en él motivación y ánimo, se logrará el efecto contrario.

Deben ser supervisadas. Al delegar una responsabilidad hemos de asegurarnos de proveer el apoyo, los recursos, el estímulo y la supervisión necesarias. El joven debe tener la seguridad de que durante todo el proceso, y en todo momento, vamos a estar a su lado para ofrecerle el apoyo necesario.

Deben recibir reconocimiento. Es importante que los muchachos reciban crédito, alabanza y valoración por su trabajo. Cuando alguien hace algo, y además lo hace bien, debemos ser generosos al expresar un reconocimiento necesario y merecido. Lo contrario sería mezquindad.

En Lucas 10:1–24 encontrarás un pasaje (la misión de los setenta y dos) que te ayudará a observar en acción los principios antes mencionados. Constituye un ejemplo muy claro e ilustrativo.

Punto de reflexión

¿Qué tipo de responsabilidades puedes delegarles a los jóvenes que les provoquen una auténtica motivación?

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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