Trabajar con grupos pequeños no es un fin ni un objetivo en sí mismo. Se trata únicamente de un medio, una herramienta, un acercamiento educativo que nos ayuda a conseguir el fin último de toda la pastoral juvenil: ayudar a que los jóvenes sean personas maduras en Cristo. Organizamos grupos pequeños para poder lograr ese propósito.
¿De qué modo nos ayuda el grupo a la consecución de ese propósito? Nos permite trabajar seis aspectos esenciales, que explicaremos a través de un acróstico con la palabra CRISTO.
El grupo ayuda a la consecución del fin de la pastoral juvenil porque permite que: Convivamos, nos Reunamos, haya Instrucción, nos Sostengamos mutuamente, Testifiquemos y Oremos.
Veamos cada uno de estos aspectos de un modo más detallado.
Convivencia
La comunión entre los cristianos (la palabra griega es koinonia, que se centra en la unidad por compartir un mismo Espíritu) resulta básica y esencial. El grupo debe crear un ambiente propicio en el que el amor y la aceptación incondicional estén siempre presentes, y en el que las personas puedan ser ellas mismas, sin necesidad de recurrir a máscaras para protegerse. Tal vez suene contradictorio, pero un ambiente en el que las personas se sientan aceptadas tal como son, las anima y estimula a cambiar y a crecer en Cristo Jesús.
La ley no tiene la capacidad de transformar a los seres humanos; solo la gracia lo puede hacer. Por lo cual, la gracia que ofrecen a los demás aquellos que la han experimentado de parte del Señor debe ser lo distintivo de la convivencia del grupo pequeño. El mismo Jesús manifestó en Juan 13:35 que las relaciones basadas en el amor y la gracia serían una de las señales a través de las que el mundo, de forma inequívoca, conocería que somos discípulos suyos.
Reunión
La Palabra nos exhorta a que no dejemos de reunirnos (Hebreos 10:25). Si la convivencia tiene que ver con la calidad del tiempo que pasamos juntos, la reunión coloca el énfasis en la cantidad, en la importancia de pasar ese tiempo con otros creyentes. Un ejemplo típico es el de los troncos que arden en una hoguera. Si permanecen juntos, todos arderán y el fuego se mantendrá vivo y fuerte. Si a alguno se lo separa del grupo, en breve dejará de arder y se extinguirá su llama.
Los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo en ámbitos no cristianos y rodeados de personas inconversas. Por eso es de suma importancia que dediquen tiempo a estar con otros creyentes. Y, naturalmente, debería ser evidente para todo líder cristiano que ese tiempo ha de ser de calidad. Constituye una oportunidad para motivar, instruir, animar, desafiar, proveer atención pastoral y tener comunión con otros que, así como él, creen en el Señor.
Instrucción
El conocimiento, la comprensión y la aplicación de las Escrituras a la vida de cada uno de los integrantes del grupo es una prioridad. El grupo ofrece la ventaja de que los contenidos y aplicaciones se pueden diseñar para satisfacer mejor las necesidades específicas de los participantes. La vida del grupo debe girar en torno a la Palabra, al estudio de ella y a su puesta en práctica. A pesar de que el compañerismo y la comunión resultan importantes para la vida del grupo, no deben eclipsar ni desplazar la centralidad de las Escrituras. No solo se ha de leer la Palabra en un nivel grupal, sino que el líder debe motivar y desafiar a cada uno a que la lea, la medite y la ponga en práctica en su vida cotidiana. La reunión de grupo también puede proporcionarle a cada joven la oportunidad de llevar a cabo el estudio personal de la Biblia que desarrolla a diario en forma regular.
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