Cómo descubrir las necesidades específicas de los jóvenes

Existen algunas necesidades que son comunes a todas las personas, necesidades que compartimos por el simple hecho de ser humanos, sin importar nuestra edad, madurez, contexto familiar, raza, sexo o religión. La Biblia y la psicología nos hablan de algunas de ellas.

Abraham Maslow es reconocido como un gran estudioso de las necesidades del ser humano. El hizo una pirámide jerarquizada de las necesidades de toda persona. En su pirámide hay cinco niveles de necesidades. En el primero se encuentra la alimentación, el agua y el abrigo. Es decir, los elementos básicos para la mera supervivencia de la vida humana. En un segundo nivel ascendente se encuentran las necesidades de seguridad y protección. A continuación, y siempre en nivel ascendente, está la necesidad de amor e identificación. Luego sigue la necesidad básica de autoestima y, por último, en la cúspide de la pirámide, se halla la necesidad de realización personal. Según Maslow las personas carecen de motivación para satisfacer cada nivel de necesidad si el inferior no ha sido satisfecho.

Desde el punto de vista psicológico, satisfacer las necesidades físicas más vitales, sentirse amado y aceptado y tener un sentimiento de que la vida que uno vive tiene valor y merece la pena, se encuentran entre las necesidades básicas de todo ser humano.

Desde el punto de vista bíblico, toda persona necesita conocer a Dios y tener una relación personal con él. Toda persona necesita perdón, compasión, compañerismo, y sentirse amada y aceptada incondicionalmente. Una vez que nos convertimos en cristianos, tenemos necesidades que son comunes a todos los creyentes: profundizar en nuestro conocimiento de la Palabra de Dios y amoldar nuestras vidas a la voluntad del Señor, entre ellas.

Ahora bien, no debemos olvidar, que aunque las necesidades arriba mencionadas resulten comunes a todos los seres humanos, se da una gran variación entre persona y persona, ya que existen factores que las modifican.

Existen otras necesidades mucho más específicas, mucho más difíciles de descubrir y, por tanto, de satisfacer. Veamos un ejemplo. Un determinado joven necesita conocer y experimentar todo el contenido de la palabra de Dios; no obstante, debido a su peculiar situación personal, su necesidad concreta en estos momentos puede ser entender y aplicar el perdón y el amor incondicional de Dios a su vida.

Consideremos algunos pasos que pueden resultar de utilidad para tratar de discernir las necesidades específicas de los jóvenes con los que estamos trabajando.

Pedirle al joven que exprese sus necesidades.

Podemos hablar con cada joven y, sencillamente, pedirle que exprese cuáles son sus necesidades. El procedimiento funciona. Félix lo usa. Acostumbra a ser abierto y directo a la hora de preguntarle a los jóvenes con los que trabaja cuáles son las necesidades que ellos creen tener. Ahora bien, reconoce que el método es limitado por varias razones:

Desarrollar la habilidad de hacer buenas preguntas.

En ocasiones Jesús utilizó este método para ayudar a la gente a descubrir sus necesidades reales. Cuando utilicemos este acercamiento debemos ser sensibles y tener en cuenta un par de cosas. La primera es la necesidad de tener una buena relación con los jóvenes. Si no existe un vínculo emocional resulta muy difícil poder hacer preguntas directas, profundas o mínimamente delicadas. La segunda es que las preguntas que hagamos deben ser sinceras y nacidas de un interés genuino por ayudar a los jóvenes. Algo importante es pedirle a Dios que nos dote de amor sobrenatural y de interés genuino por las muchachas y muchachos, y que nos ayude a expresárselos de tal manera que a ellos les resulte evidente.

Debemos enunciar las preguntas de tal manera que ayudemos a los jóvenes a pensar acerca de sus necesidades. En la medida de lo posible, hemos de evitar el uso de preguntas que puedan ser contestadas con un simple sí, no, bien, mal y otros monosílabos. Hagamos preguntas del tipo: ¿En qué áreas de tu vida consideras que el control de Dios debería ser más evidente? ¿Qué barreras encuentras a la hora de transmitirles el evangelio a tus amigos? ¿Cuáles son las principales dificultades con las que te topas al intentar vivir tu fe de manera íntegra y coherente?

El uso de preguntas es delicado. Debemos aplicarlo con sensibilidad, sin mostrarnos excesivamente inquisitivos, y desistiendo si eso llega a incomodar al joven. En ocasiones, antes de pasar directamente a hacer preguntas que se relacionan con sus necesidades más personales, es preferible indagar primero acerca de aquellas cosas que son de su interés. Estas últimas nos permitirán acceder a las primeras. Finalmente, no olvidemos que el grado de intimidad de las preguntas ha de estar condicionado por nuestra relación con las personas.

Extracto del libro “Raíces” .

Por Félix Ortiz.

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