La barrera del desconocimiento de las necesidades de los jóvenes

La importancia de ver a la persona integralmente

Algo que se da muy a menudo en los círculos cristianos es la tendencia a considerar a las personas como almas, y olvidar el resto de los aspectos de sus vidas. Tanto nos concentramos en buscar y salvar almas, que a menudo perdemos de vista a las personas. Dios no está interesado únicamente en el alma; está interesado en la totalidad de la persona. La salvación no afecta única y exclusivamente la dimensión espiritual del ser humano. Afecta (o debería hacerlo) sus emociones, su intelecto, su voluntad, su físico incluso.

Cuando trabajes con jóvenes, nunca olvides que estás trabajando con personas integrales. Si pierdes de vista al ser humano en toda su integridad y singularidad, estarás perdiendo de vista el enfoque correcto de la pastoral juvenil. Como siempre, debemos volvernos al ejemplo pastoral de Jesús, nuestro Maestro. Si examinamos su ministerio, notaremos que Jesús no atendió únicamente las necesidades espirituales de las personas. Naturalmente que lo hizo; los evangelios están llenos de ejemplos en este sentido. Pero también nos muestran a Jesús ocupándose de las necesidades físicas: alimento, vida, salud. Y también atendiendo las necesidades emocionales: perdón, amor, aceptación. En ocasiones se mezclaban en una misma persona varias áreas de necesidad que fueron cubiertas por Jesús. (Piensa los ejemplos por ti mismo; ¡no esperarás que todo el trabajo te lo demos hecho!). Pero en otras ocasiones el Maestro ministró en una sola de las áreas.

Al llevar a cabo el ministerio de la pastoral juvenil te encontrarás con muchas necesidades que no son estrictamente espirituales. Sin embargo, tendrás que reconocerlas, afrontarlas y ocuparte de ellas si realmente deseas ser de ayuda a la gente que está bajo tu responsabilidad. ¿Qué harás si descubres que algún joven tiene profundas necesidades emocionales? ¿Las pasarás por alto? ¿No le ministrarás a un joven con problemas familiares porque tu tarea consiste en pastorear las almas de los jóvenes? ¿Ignorarás necesidades materiales como comida, vestido u otras similares? ¿Podrás argumentar que no te incumben dado que no se trata de necesidades de tipo espiritual? Naturalmente que la respuesta es un no rotundo y absoluto. Ningún aspecto humano resulta ajeno a la pastoral juvenil porque a nuestro Dios nada humano le es ajeno. No olvides que él tomó la decisión de convertirse en uno de nosotros y vivir en medio de nosotros. Él nos entiende, ha pasado por todas nuestras experiencias, a excepción, claro, del pecado.

Existen dos maneras de acercarnos a una comprensión del ser humano. La primera, muy en boga en nuestros días, es la manera griega. Los griegos pensaban que el cuerpo era la prisión del alma. De hecho, el platonismo despreciaba todo aquello que se relacionara con el cuerpo como impuro y no válido. Esta influencia ha pasado a algunos sectores del cristianismo que, imitando a los helenos, ven las cosas relacionadas con el cuerpo como pecaminosas por definición. Aquí encontramos el origen de tanta distorsión en lo que se refiere al sexo, algo creado por el Señor y catalogado por él mismo como bueno.

Los griegos veían a los seres humanos como compartimientos estancos. Las diversas partes de la persona no se relacionaban entre sí, no había comunicación entre ellas. En buena parte, esta visión está presente en nuestra sociedad. Psiquiatras y psicólogos, en su mayoría, ignoran la dimensión espiritual de la personalidad. Por tanto, afrontan muchos problemas y necesidades de sus pacientes dando por sentado que no hay ningún tipo de implicación espiritual en sus patologías.

La perspectiva hebrea, o bíblica, es totalmente diferente. La Biblia nos enseña que el ser humano es un todo en el que las diferentes partes se relacionan y se influyen mutuamente. El físico afecta a las emociones; la espiritualidad también.

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