Recordemos que uno de los conceptos claves de la adolescencia es el distanciamiento de los padres. Y allí es donde la iglesia juega un papel clave. En esta etapa de alejamiento la iglesia puede y debe complementar el trabajo que hasta entonces ha llevado a cabo la familia y que, con menos intensidad, debido a las nuevas vivencias del adolescente, debe continuar realizando.

Volvemos a insistir en que, a pesar del distanciamiento, la iglesia no puede ni debe suplantar la responsabilidad de la familia, pero sí está llamada a representar un papel clave de apoyo y ayuda. La iglesia debe complementar la tarea familiar, en ocasiones reforzando y en otras creando y supliendo ese marco de referencia que temporalmente ha perdido en parte su capacidad de influencia.

A continuación examinaremos el modo en el que la comunidad cristiana puede lograrlo.

Un apoyo para las familias.

Enfatizamos el rol singular y determinante que cumple la familia en la fe del adolescente. Así que una de las tareas principales de la pastoral juvenil, junto con la de la iglesia en general, es apoyar a las familias en su tarea educativa.

La iglesia debe proveer a los padres:

La iglesia no debe intervenir solo en situaciones problemáticas, sino también mediante programas profilácticos. Marcos Dodrill afirma que: “Especialmente en la preadolescencia es importante tener un programa que oriente a los padres y los ayude a reforzar las relaciones con sus hijos antes del comienzo de la adolescencia”.

Toda enseñanza orientada a reforzar las habilidades de comunicación, y el modelo y la práctica del amor en el hogar resultará de mucha ayuda.

La iglesia también debe reforzar la vida familiar de todas las maneras posibles. El investigador George Barna propone que si un ministerio juvenil quiere realizar algo que realmente impacte la vida del adolescente debe enfocarse en la vida familiar, y específicamente en el fortalecimiento de la relación conyugal de los padres, dado que su investigación muestra claramente que un buen matrimonio tiene mucho más impacto en la vida de los hijos que cualquier actividad religiosa.

Con mucha frecuencia las actividades de la iglesia, tanto para los adultos como para los jóvenes, compiten con la vida familiar. La iglesia debe tener la humildad de reconocer que no es el único medio, ni el más poderoso, que Dios usa para la formación espiritual de los adolescentes.

Una estructura de plausibilidad.

También mencionamos en varias ocasiones la importancia que tienen los marcos de referencia en la formación de la identidad y la fe del adolescente. Este tema es aun más significativo para los adolescentes de hoy que están creciendo inmersos en una sociedad «postmoderna».

Extracto del libro “Raíces”

Por Félix Ortíz

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