LA EXPERIENCIA CON LAS ESCRITURAS: SEGUNDA PARTE

Luego de que los jóvenes hayan tenido algunos minutos para experimentar por ellos mismos un pasaje de la Biblia, llámalos de nuevo a que se junten todos para procesarlo como grupo. Al ser el líder del debate, tu trabajo es lograr que las Escrituras transmitan su enseñanza. ¿Cómo? Haciendo preguntas que inciten a los jóvenes a buscar de nuevo en lo que han marcado y se mantengan analizando el pasaje hasta extraer la mayor parte de los detalles pertinentes. Tus mejores aliados en este proceso serán tus viejas amigas, las preguntas. A medida que guías a tu grupo por el pasaje, tus preguntas deberían ser semejantes a estas:

  • ¿A quién ves en el pasaje?
  • ¿Qué estaba haciendo?
  • ¿Dónde lo estaba haciendo?
  • ¿Por qué lo estaba haciendo?
  • ¿Cómo reaccionó la gente?
  • ¿Qué sucedió como resultado?

Algunas veces las respuestas resultarán obvias. En otras ocasiones el grupo se verá forzado a volver a leer y se sorprenderá por lo que descubra. Otras veces descubrirán una o dos cosas que tú no viste.

Este es un consejo práctico: haz que tus jóvenes participen y extraigan sus respuestas a partir de las Escrituras, no desde la parte superior de sus cabezas. Tú puedes ayudar a limitar el tipo de preguntas que no resulta posible contestar a partir del pasaje. Por ejemplo, una pregunta como: ¿Qué significa esto para ti?, atraerá una gran cantidad de opiniones. ¿Qué crees que Jesús hizo cuando era un niño?, los llevará a una respuesta inventada. Mejores preguntas podrían ser: ¿Qué ves? o ¿Qué acción se está llevando a cabo aquí?

El propósito de las etapas de estudio Dios, muéstrame y Dios, enséñame es llevar el corazón a lo que Dios está diciendo, y no a nuestras opiniones, o a lo que creemos que Dios quiere decir. Las Escrituras enseñarán si tú, como líder, llevas permanentemente al grupo de regreso a lo que ellas dicen.

Opciones Interactivas. Si piensas en una manera más creativa de ayudar a los jóvenes a experimentar los puntos clave de un pasaje, no dudes en usarla. Eso puede contribuir a romper la rutina de sesión en sesión. Hace poco nuestros jóvenes estaban estudiando a Jesús como «la luz» en el libro de Juan. Dado que los versículos estaban llenos de palabras como luz y oscuridad, los líderes cortaron cuadrados blancos para representar luz, negros para representar oscuridad, y de papel gris para la opción intermedia. Cuando alguien leía el pasaje en voz alta, los jóvenes tomaban un cuadro blanco cada vez que la palabra luz se leía, un cuadro negro cada vez que se pronunciaba la palabra oscuro, u oscuridad, y un cuadro gris cada vez que se mencionaba algo intermedio.

Eso nos proveyó una manera práctica de enfatizar las dos palabras clave en Juan, y los jóvenes inmediatamente quedaron atrapados por el contraste entre la luz y la oscuridad. También notaron que no habían recolectado cuadrados grises, lo que constituyó una ilustración bien gráfica de que no existen maneras intermedias de seguir a Cristo.

A un amigo mío, pastor de jóvenes, le gusta hacer teatro improvisado con las Escrituras. Asigna partes y les pide a sus jóvenes que dramaticen la escena, o que lean las líneas si hay algún diálogo, mientras el narrador lee el pasaje. Esto introduce acción en el pasaje de esa página impresa y ayuda a los jóvenes oír y visualizar lo importante.

A. Escríbelo: Yo soy un adicto a la pizarra. Para mí, algo no muestra verdaderamente el punto hasta que se lo garabatea sobre una pizarra (a menudo resulta ilegible) con un marcador maloliente. No tienes que ser tan obsesivo como yo. Pero usar un pizarrón para registrar el debate y organizar los puntos clave te ayudará a atraer la atención de tu grupo hacia la información correcta, la información que quieres que retengan y apliquen. Al finalizar la sesión, permite que tus jóvenes tomen una foto de la pizarra con la cámara de sus teléfonos y que lo usen como un recordatorio. También pueden crear un fondo de pantalla con las imágenes para sus computadoras o celulares.

B. Referencias cruzadas: Las tres preguntas de la interpretación exacta son: Pregúntale a Dios, pregúntale a las Escrituras, pregúntales a otros. Esas preguntas entran en juego cuando el pasaje de la Biblia que tu grupo está estudiando plantea más interrogantes que respuestas. La oración responde a la primera pregunta. Trabajar en comunidad para analizar y discutir el pasaje cubre la tercera. Pero detengámonos ahora en la segunda: pregúntale a las Escrituras. Habiendo estudiado el pasaje de antemano, encontrarás unas cuantas referencias cruzadas clave que expliquen o arrojen más luz sobre las preguntas o principios planteados en el pasaje. Podrías proveer copias de esos versículos a los jóvenes para que los marquen o podrías pedirles que los busquen en sus Biblias. Tú tomas la decisión. Yo acostumbro a que los jóvenes usen su propia Biblia. Las copias son buenas, pero cada oportunidad que tengamos de conducir a los jóvenes a usar sus Biblias es dar un paso adelante para enseñarles cómo usar «una de esas cosas». Sugiero incluir por lo menos un ejercicio práctico, un ejercicio de búsqueda, en casi todas las sesiones de estudio.

C. Irse por la tangente: Cada vez que tú y tus jóvenes abran la Palabra juntos, te encontrarás con muchos desvíos extraños, oscuros, e incluso tangenciales al texto, pero fascinantes, que rápidamente pueden desencadenar una discusión y llevarnos a kilómetros del punto principal. Las Escrituras están llenas de situaciones interesantes, y un buen estudio de la Biblia estimula la mente. No sería de extrañar que los estudiantes comenzaran a girar sobre cuestiones y verdades que no estaban en tu plan de clase. Aquí hay una regla general para hacer frente a las cosas tangenciales: reconocerlas. Pasa un minuto o dos discutiendo sobre ellas. Lo único que no debes permitir es que el debate sobre algo tangencial se coma tu precioso tiempo de Biblia. Mantén el punto principal como el punto principal. Por ejemplo, estudiar Génesis 1 puede plantear una cuestión vagamente relacionada, como «¿Por qué Dios no mencionó a los dinosaurios en Génesis 1?». Eso puede llevarlos a «¿Estaban los dinosaurios durante la creación?». Si la respuesta es sí, ¿a dónde se fueron?

Preguntas como esas pueden generar mucha especulación, y no encontrarán las respuestas en Génesis 1. Si algo tangencial resulta tan valioso como para abordarlo, entonces sugiere la posibilidad de ir a tomar un café para discutir sobre ello. Si es una pregunta que requiere más estudio de las Escrituras, agrega una o más reuniones para estudiarla. O simplemente reúne las preguntas de tus jóvenes, especialmente las teológicas, que surjan en el camino. Y considera cómo Dios les da respuestas a muchas de estas preguntas a medida que sigues buscando en la Palabra.

Los asuntos tangenciales pueden constituir indicadores interesantes de lo que sucede en la mente de tus jóvenes y de la manera en que Dios trabaja en sus vidas. Si el Espíritu te mueve a ir por la tangente, siéntete en libertad de dejar todo tu plan temporalmente. Siempre podrás volver la próxima semana.

Extracto del libro Cómo Enseñar la Biblia Con Creatividad

Por Barry Shafer

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